Capítulo 6

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–¿A dónde vamos?

–¿Por qué haces tantas preguntas?

–¿Por qué contestas con una pregunta? –rebatí.

–¿Por qué tú preguntas a mi pregunta?

–Espera, ¿qué? –dije riendo entre dientes.

–No lo sé, ¡me has liado! –exclamó riendo.

–Enserio, ¿dónde vamos?

James me miró sonriendo para después poner la mirada al frente y seguir caminando.

–Vas a descubrir un poco de la verdad, un poco de la historia de este lugar que al fin y al cabo fue tu hogar, ¿no?

–Mi familia, tan sólo huyó cuando las cosas cambiaron, James, yo no recuerdo nada. –añadí con tristeza al recordar vagamente a mi madre.

–Pues para eso estoy aquí, para ayudarte a recordar.

–Tus padres hicieron todo lo posible para mejorar Paradise junto a los reyes, ellos eran algo así como sus consejeros de confianza. Tenían unas leyes algo anticuadas y mejoraron muchos aspectos durante el mandato. No fue hasta que tu madre empezó a empeorar por su enfermedad en que las cosas empezaron a cambiar.

–¿Qué le pasó a mi madre? –esa era una pregunta que cuando era pequeña no paraba de hacer a mi padre el cuál respondía siempre lo mismo. Cuando seas mayor lo sabrás princesita, cuando seas mayor.

James me miró dudoso, me conocía desde hace un par de años y siempre supo la verdad, me vio llorar por mi madre y nunca me contó lo que le había pasado, eso provocó una gran punzada de dolor en mi corazón. Y aunque si me lo hubiera dicho probablemente no le hubiera creído por las circunstancias por las que él lo sabía, aun así, dolió. Pero no tenía derecho a guardar rencor por aquello.

Sus manos se entrelazaron y dejó de caminar. Miré enfrente a la puerta de madera en la que habían gravadas unos cuantos dibujos de distintas flores y mi corazón empezó a latir cada vez más rápido sin saber por qué.

Haciendo caso omiso a mi pregunta, James sacó una llave dorada de aspecto antiguo de uno de sus bolsillos del pantalón e hizo que esta encajara en la imponente cerradura de hierro.

Una vez que esta estuvo abierta me adentré en aquella habitación y encendí la luz dándole a un interruptor que tenía a mi lado.

La habitación estaba decorada por una gran moqueta roja que tapaba todo el suelo, a la izquierda, un piano polvoriento y a la derecha, cerca del balcón un pequeño escritorio. Cerca de ahí un armario de roble en cuya madera se podía contemplar el paso de los años.

La cama que ocupaba el centro de la habitación era de matrimonio y al lado de esta una cama más pequeña en la que años atrás había ocupado un bebé, mis ojos se aguaron al ver una foto enmarcada en una de las mesitas de noches en la cual, mi madre sujetaba en sus brazos a una pequeña recién nacida y sonreía feliz a la cámara, a su lado mi padre adoptaba una pose firme que se deshacía con aquella sonrisa de orgullo que portaba en sus labios.

–Esta era su habitación. –dije resaltando lo obvio.

–Te he traído aquí porque sé lo que se siente el no poder recordar algo que siempre está presente en tu vida. Harriet tu madre murió por las mismas fuerzas oscuras que ahora están invadiendo nuestro mundo. Ella murió por proteger a la reina, a su amiga. Murió por la causa como una mujer valiente que se preocupaba por los demás. Tenía alma de reina, de luchadora... Esas fuerzas han sido mandadas por alguien que aún desconocemos y ese alguien mató a tu madre, lo siento.

ParadiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora