Capítulo 3

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Había sido seleccionada para salvarlos, era mi destino.

Las palabras se agolpaban en mi cabeza intentando hallar el sentido a todo lo que estaba pasando.

Volví a mirar a Max sin creerme sus palabras, mi rostro estaba completamente embargado por la duda y al parecer lo había notado, porque me miraba con una sonrisa de autocompasión. Se acomodó mejor en el sofá y procedió a relatarme ahora con más detalles su posición.

–Durante varios años, los profetas de nuestro mundo han estado prediciendo una gran variedad de acontecimientos, algunos más importantes que otros. El último que predijeron alarmó de sobremanera a los habitantes de mi mundo. Nuestros poderes podían ser controlados por fuerzas oscuras provocando el caos en nuestro mundo y en el vuestro. –dijo señalándome mientras que trataba de absorber todos los detalles posibles.

–La mayoría de los habitantes no tomaron en cuenta sus presagios, pues hasta entonces nada malo pasaba allí, era como una especie de refugio impenetrable, y así pasaron veinte años. Pero hasta cualquier refugio puede sufrir heridas y tan solo un año atrás, en él apareció una gran brecha suscitada al caos.

–Sigo sin entender por qué yo tengo que salvar a las personas de tu mundo si ni siquiera sabía de la existencia de este. ¿Por qué yo? ¿Acaso otra persona con más conocimientos que yo sobre tu mundo no es lo suficientemente válida? –pregunté desesperada por alejar cualquier tipo de problema de mis manos.

–Me sorprende que te creas todo lo que he dicho, teniendo en cuenta de que no es algo que te dirían todos los días. –habló Max formando una pequeña sonrisa que hizo acentuar sus pecas en las mejillas.

–Yo tampoco estoy segura porqué te creo. –dije sincera. –Hay algo en mí que confía en lo que dices. Bien podrías ser un loco que se ha colado en mi casa. –dije restándole importancia. –Mi padre siempre decía que ser tan confiada con la gente podría traerme problemas. Espero que tu no me los traigas. –dije mirándole mientras sonreía.

–Tú tienes algo especial Harriet. ¿Acaso crees que todas las personas pueden atravesar las puertas a nuestro mundo?

–¿Cómo sabes si lo puedo hacer? –pregunté incrédula.

–Porque tú ya has estado allí, solo que tu cerebro no puede recordar cada detalle de tu existencia y borra los recuerdos vagos de tu mente. El mundo de los sueños te abrió sus puertas cuando naciste allí, proclamándote con el tiempo la elegida para salvarnos. ¡Eres la conexión entre este mundo y el nuestro!

El hecho de que no estés allí fue por tu madre, cuando ella murió tu padre y tú llegasteis a este mundo para alejaros de todo lo relacionado a ella, pues tu padre no pertenecía al mundo del que tu madre provenía. Os alejasteis del reino, dejando atrás todo lo relacionado con él, y ahora soy yo, el príncipe de Paradise el que os pide ayuda.

–Sigo sin entender varias cosas. –puntualicé pensativa. –Si podéis venir a nuestro mundo, ¿por qué no abandonáis el vuestro y empezáis una nueva vida aquí?

–No todos los habitantes de Paradise tienen esa capacidad, por lo tanto, no pensamos renunciar a ellos. Además, se darían problemas de convivencia entre nuestra especie, la utilización de poderes no es algo muy normal en la Tierra según tengo entendido.

Otra razón es que nuestra especie tiene completamente prohibido el hecho de unirse con la vuestra, por razones obvias como la traición que sufrimos por vuestro padre al abandonar nuestro mundo. Era muy cercano a mi familia y al pueblo. –explicó.

–¿Sabes? Ahora que lo dices, nada de esto tiene sentido. –y no lo tenía. –Yo no tengo poderes, ni cruzo portales y créeme, si mi familia fuera amiga de la realeza, lo sabría. –zanjé empezando a abrumarme ante toda la información.

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