–¿Te duele? –pregunté en un susurro.
–Sólo cuando caí del cielo, porque soy un ángel, nena. –habló James riendo.
–Idiota. –murmuré apretando la herida para desinfectarla.
–Ah, ahora sí que duele. –dijo formando una mueca.
–Por lo menos no vas a perder la pierna. –me burlé repitiendo sus mismas palabras.
–Cuánto amor. –ironizó.
–¿Qué pasó exactamente después de que nos fuéramos? –pregunté curiosa.
–Un par de guardias nos interceptaron en los túneles y uno de ellos me disparó en la pierna, no fui lo suficientemente rápido para esquivarla y me dio de lleno. –habló encogiéndose de hombros. –En unas cuantas semanas podré caminar con normalidad. –Y te puedo asegurar que dejé a ese guardia peor de lo que me ha dejado a mí.
–Lo cuentas cómo si lo que hubiera pasado hace nada fuera cosa de todos los días.
–Estoy acostumbrado. Max y yo hemos participado muchas veces en estas cosas, entrenando a gente y llevándola al refugio por un par de días a entrenar para después devolverla a Paradise, sino, se enterarían de que falta gente. Ethan se podría decir que es el más nuevo en esto.
–No lo parecía con esa pistola en la mano. –hablé recordando el momento exacto en el que Ethan sacó el arma prácticamente de la nada.
–Está bien entrenado.
–Eso ha sonado como si fuera un perro. –reí.
James se encogió de hombros y sonrió.
Ethan se encontraba en la parte más alejada del hangar tratando a algunas personas con heridas leves, otros estaban durmiendo acurrucados en sus asientos con unas enormes mantas y Max se encontraba pilotando dándome a veces una mirada para asegurarse de que todo estaba bien.
–James. –dije susurrando mientras que me acercaba más a él. –¿Quién es Lisa? –el recuerdo de ese nombre revoloteaba en mi mente curiosa. Y recordé el momento en que la habían nombrado en la taberna horas antes.
–Lisa Hemingway era una chica pelirroja de diecisiete años que teníamos que llevar al refugio el año pasado. Ethan antes había hablado de que algunas personas no pueden enfrentar la realidad mucho mejor que otros, y ese fue el caso de Lisa, ella descubrió la verdad, pero se negaba a enfrentarla.
Descubrió que vivía en una jaula antes de que nosotros habláramos con ella sobre todo lo que pasaba y antes de hablarle sobre el refugio. Ethan se enamoró perdidamente de ella, trató de convencerla de que él no dejaría que nada le pasase, que la protegería.
Trató de explicarle que podía salir de allí. Pero su mente quedó atrapada en la locura y la desesperación de ver como estaba encerrada en una gran habitación de cuatro paredes. Todo el esfuerzo de Ethan no fue suficiente para ella. –concluyó mirando un punto fijo. –Después de eso Ethan cayó en depresión y aún se sigue recuperando de eso. Historia triste, ¿no?
Asentí asimilando la información. Pobre Ethan, había pasado por tanto dolor y aun así seguía llevando a la gente al refugio para tratar de salvar a otros y siempre recordando que no pudo salvar al amor de su vida.
–Chicos, ya hemos llegado al refugio. –habló Max a través del micrófono.
Poco a poco, la gente de mi alrededor empezó a despertar y a mirar por el espejo del piloto curiosa.
El hangar aterrizó en un descampado desde en el que se podía ver a lo lejos una especie de edificio gris de tres plantas con un par de guardias en la puerta. Qué acogedor.
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Paradise
FantasyYo soy la esperanza de este mundo y que este título recaiga sobre mí ha hecho que me enfrente a problemas inusuales, salí de mi sueño y ahora estoy en una pesadilla de la que no puedo despertar. ¿Y tú? ¿Cómo sabes que no estás en un sueño? ¿Desperta...