Capítulo 14

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Vale, concéntrate. –repetía una y otra vez como un pequeño mantra que no funcionaba.

Respiré profundamente y canalicé toda mi energía en la persona que estaba enfrente mía, esperando a que yo atacara.

–En un combate no esperarán a que estés lista, Harriet, en un combate ya te habrían matado. –señala Max como si ya de por sí no fuera bastante obvio.

–Lo siento, pero no sé lo que me pasa. –cada vez estaba más decaída y toda la presión que sentía no ayudaba.

Los chicos de mi alrededor empezaron a susurrar entre ellos y la presión que yo misma ejercía para intentar lograrlo tampoco me ayudaba.

–El problema es que no crees en ti misma. –habló Max interrumpiendo abruptamente las voces que cada vez se elevaban más en la sala. –El problema es que si dices que no puedes al final tú misma te lo vas a acabar por creer.

–Sí creo en mí misma, ¿no ves que lo estoy intentando? –suspiré frustrada.

–No es suficiente. Y está claro que no crees en ti misma, tienes cientos de pensamientos que pasan por tu mente en este mismo momento, a la hora de combatir, sólo te tienes que centrar en tu enemigo.

–Hablas como si fueras un experto, pero durante todo el tiempo que llevo aquí no te he visto moverte para demostrar a los demás como hay que combatir. ¿Acaso no serás tú el que tiene miedo? –pregunté con gran odio. No entendía lo que me pasaba, pero desde aquel incidente con Max, ninguno de los dos había vuelto a ser el mismo.

–¿Quieres pelear conmigo? –preguntó señalándose así mismo. –Si ni siquiera puedes utilizar tu poder. Acabarías muerta. –sentenció burlonamente.

La rabia inundaba mi ser. Mis manos se cerraron en un puño y sentí una potente electricidad recorrer las palmas de mis manos. La Cronoquinésis se hacía cada vez más potente, mi cabello dorado se empezó a elevar como si un viento inexistente lo moviera. Moví mi mano levemente hacia Max como si fuera un gesto de indiferencia, mi intención era congelar el tiempo a nuestro alrededor para enseñarle de lo que podía ser capaz, no iba a atacarlo, por ahora no, pero eso no fue lo que ocurrió.

El cuerpo de Max se sacudió violentamente al recibir un impacto de una bola de luz que desprendió la palma de mi mano, me sorprendí al darme cuenta de lo que había hecho, pues mi poder solamente se limitaba a controlar el tiempo, acelerarlo, pararlo y poco más.

Casi sin darme cuenta, Max se encontraba suspendido en el aire, la bola de luz le había entrado directamente por la boca y ahora la tenía abierta. Su cuerpo se sacudía una y otra vez, una y otra vez, y yo no sabía que estaba pasando, estaba completamente petrificada. Ya no hacía nada, pero él se seguía sacudiendo.

Los demás empezaron a gritar, y algunos corrieron hacia la salida presas del miedo. Miedo hacia mí.

Me acerqué donde estaba Max y pude observar que en su rostro cada vez se formaban más arrugas y que su cuerpo cada vez se iba haciendo más y más delgado, se estaba consumiendo, le estaba consumiendo la vida, le estaba quitando su tiempo.

Me asusté, me alejé un poco de él, las piernas me temblaban, estaba aterrorizada.

Concéntrate en él, concéntrate en él. No sabía cómo pararlo, pero me obligué a mí misma a hacer todo lo posible para salvarle la vida. Lágrimas de impotencia y terror caían desesperadas por mi cara. Soy un monstruo, no lo puedo controlar, lo voy a matar, repetía una y otra vez desesperada.

–¡Harriet, escúchame! –la voz de James interrumpió mis pensamientos. –¡Concéntrate sólo en tu poder, vacía la mente! –añadió mientras se intentaba acercar con pasos cautelosos.

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