Capítulo 18

1 0 0
                                    

Dejé el cuerpo de Ethan con el mayor cuidado posible y me levanté. Mis manos estaban formadas en puños que apreté con gran fuerza para evitar estrangularla en el primer segundo.

Antes tenía que preguntarle algo, aunque fuera algo patético, necesitaba saberlo, pero, ¿por qué no simplemente matarla y ya? ¿por qué darle unos minutos más de vida? Tal vez porque una parte de mi mente seguía creyendo que todo esto no era más que una broma absurda en el momento menos indicado.

Quería seguir creyendo que aquella chica que se encontraba ahora enfrente de mí seguía siendo la alegre chica que vi aquella vez que entré a este lugar.

–¿Y nuestra amistad? –pregunté con una voz infantil.

Nayara se encogió de hombros y pude jurar que su mirada vaciló unos segundos y luego se recompuso, pero esos segundos no me valían ya.

–Ya te lo he dicho, todo fue parte del plan. Todo estaba planeado. Que nos hiciéramos amigas, que Max te besara en el pasillo, el ataque, la Navidad en coma. Todo.

Me estremecí de tan solo pensar que Max estaba muerto. Aquel chico misterioso que me encontré en el lago y al que decidí seguir hasta esta locura. Aquel chico que me había intentado matar.

Pero lo que más me sorprendía era cómo Nayara hablaba como si nada después de haber perdido a Max, su compañero. La persona con la que había pasado gran parte del tiempo.

–No te opongas Harriet, pásate al bando ganador voluntariamente, al fin y al cabo, no tienes escapatoria, será mejor que no opongas resistencia. Podremos intentar una nueva amistad y el mundo estará a nuestros pies. –habló sonriéndome como si no viera aquella falsedad a kilómetros de distancia.

–Oh, perdona, la verdad, es que dejé de escuchar cuando empezaste a decir gilipolleces, así como en el principio de tu discurso. –hablé forzando una encantadora sonrisa que podía matar.

Cogí la pistola de Ethan que estaba en el suelo y disparé a Nayara. Una, dos, tres y hasta cuatro veces, ella las esquivó todas por completo. Su poder al ser la rapidez, se me adelantaba a cualquier movimiento que hiciera. No podía vencerla con un arma común.

Ella me agarró del pelo y me estampó contra la pared. La espalda dolía, pero tenía la suficiente adrenalina en mi cuerpo como para continuar.

Un puñetazo limpio en su mandíbula fue suficiente para que alejara su espantosa cara de la mía. Su boca chorreaba de sangre y reía histérica cada vez que intentaba darle y no podía. Parecía más rápida que antes.

Empezó a correr rápido y más rápido alrededor de mí, formando un perfecto círculo. El aire estaba subiendo, lo que provocaba que yo me estuviera quedando otra vez sin oxígeno. Intenté encontrar un hueco por el que salir, pero se movía tan rápido que todos los huecos estaban tapados a la vez.

Después vi a James, que desde fuera intentaba pillar a Nayara y apartarla de mí. Si hubiera sido en otro momento, me hubiera reído de su patético intento por intentar atrapar algo mucho más rápido que él, pero mi vida se estaba apagando.

Desesperado, decidió utilizar su poder. Chispas plateadas envolvieron el círculo que formaba Nayara. Aquel contacto hizo que se ralentizara un poco y cuando la vi pasar por mi cara, estiré el brazo en un rápido movimiento y la atrapé.

Nayara estaba elevada en el aire, mi mano apretaba fuertemente su garganta, ella pataleaba encolerizada.

–¡Socorro! –James miró hacia abajo, un chico estaba a punto de ser asesinado por un loco del laboratorio.

James me miró preocupado.

–Sé que podrás con ella, pero si pasa algo, grita. –yo asentí y a continuación, el bajó a socorrer a la persona.

Miré a Nayara, sus ojos se aguaron.

–Bájame, bájame por favor. Lo siento, en serio que lo siento, yo no pretendía...por favor.

–No, yo sí que lo siento. –apreté más mi agarre. –La lástima ya no va a estar más de tu parte.

Sostuve a Nayara con mi poder, todo mi alrededor se movía ahora con una lentitud exasperante, ella flotaba y yo al parecer también. Mi pelo se elevó como si una brisa inexistente me estuviera golpeando la cara. Mis ojos brillaban y mi mente solo se concentraba en ella, en ella y todos los del laboratorio que también habían acabado flotando a mi lado con miradas confundidas.

Se movían, intentando escapar. Pobres de ellos que no entendían lo que estaba pasando. "No os esforcéis, estáis bajo mi poder. No tengáis miedo, esto va a acabar muy rápido", quise decir.

Pero las palabras se agolpaban en mi garganta sin poder salir, y estaba bien, porque temía que ante cualquier movimiento el hechizo se rompiera.

Entonces, cerré los ojos y me concentré como aquella vez con Max. Me dejé llevar por todos los sentimientos de rabia, impotencia, tristeza...Me concentré en todas las cualidades de la vida y poco a poco fui revirtiendo ese pensamiento.

Los cuerpos que reflejaban vida ahora, poco a poco, iban desapareciendo. Las mejillas sonrosadas se convertían en un color gris pálido. Los párpados poco a poco pesaban cada vez más, los labios resecos y morados...

Abrí mis ojos, y los cuerpos que aún estaban suspendidos en el aire se iban consumiendo. Cuerpos pálidos en los que se reflejaban sus huesudos músculos...Y de pronto, una explosión cegadora. Los cuerpos se desintegraron y yo, caí desde el cielo.

–¡Harriet! –James gritaba mi nombre. –Harriet. –se acercó a mi cuerpo, mis ojos estaban cerrados. –¡Ey, ey, no te duermas Harriet! Lo has conseguido, ¿sí? ¿lo sabes? Lo has conseguido Harriet. Yo lo sabía, pero no me quisiste hacer caso. –una risa seca brotó de sus labios.

Se acercó a mi pecho, al parecer seguía viva.

–Vas a salir de esta. –afirmó estrechándome más contra él. –No pienso dejarte morir. Aún no te he pedido que seas mi novia. –susurró contra mi frente. –Sentí como sus labios se posaban suavemente junto a los míos y una sensación de terror me invadió al darme cuenta de que este podría ser nuestro último beso.

–No podría perdonarme si algo te pasara Harriet. Tú y mi hermana sois lo único que me queda, ya he perdido a suficientes personas hoy, así que no me hagas tener que decirte adiós. –su voz se entrecortaba en cada palabra y su agarre se hizo más fuerte aún, expresando de algún modo que me necesitaba. Y yo a él.

Yo lo escuchaba, juro que lo escuchaba, pero no tenía fuerzas para hablar.

"No pienso morir, no hoy." quería decirle. "No sin antes saber qué es vivir en un lugar con gente a la que amas."

Quería decirle tantas cosas...Hasta que dejé de escucharle. Él seguía allí, meciéndome contra su cuerpo como yo antes había hecho con Ethan. Sentía que me susurraba palabras de aliento, pero yo no las podía escuchar.

Y por una vez en la vida, tuve miedo de perderme entrela negr

ParadiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora