Mía se despertó más temprano que de costumbre, la noche ya se estaba despidiendo. A lo lejos se observaban unos pequeños relámpagos que alumbraban la oscuridad. Las hojas de los árboles cercanos se movían con gran intensidad. Su mente no dejaba de divagar, pensando que pasaba por su cuerpo, si los medicamentos que le habían dado comenzaban a generar algún efecto. Las aves inundaban el silencio con su canto en la madrugada. Ella se quedó una hora más en su cama, ideando los planes de esta semana, quería salir con sus amigas, pasar un tiempo con su familia y viajar el fin de semana con Martín. Tenía un fuerte dolor de cabeza que no la dejaba levantar, comenzó a ver luces y no quería abrir los ojos. Debía levantarse por un vaso de agua para tomarse un medicamento que le habían formulado. Fue hasta la cocina y se encontró con su madre.
—¿Qué haces a esta hora levantada, mamá?
—No he podido dormir. Me dio la pensadera. ¿Y tú?
—Vine por un vaso de agua, me levanté con mucho dolor de cabeza.
—Ay amor, ¿Por qué no me llamaste?
—No quería despertarte.
—Tú sabes que siempre estoy para ti, no te preocupes por despertarme o no. Descansa otro rato.
Sara acompaño a Mía a su habitación. La acostó en su cama, como cuando era niña y le puso una cobija encima, le dio un beso en su frente y le dijo: —Duerme otro rato, apenas está amaneciendo—. Luego se fue para su cuarto, desde que su hija estaba así, sus noches eran cada vez más largas, el insomnio no la dejaba dormir, dando vueltas y vueltas en la cama, pensando que soluciones podrían existir o como podría acompañar a su hija en este momento. Estaba angustiada y sin saber que hacer, había pensado que tal vez si era bueno escuchar los consejos de su hija e ir a donde la psicóloga, de pronto hablando con alguien más, se tranquilizaría un poco, o al menos le recetaría algo para dormir.
Mía intentó dormir, pero sentía mucho dolor, estaba comenzando a ver un poco borroso, y su cabeza quería explotar, se quedó un rato en su cuarto, tratando de que la oscuridad y el silencio le ayudaran a conciliar el sueño.
Se levantó un poco mas tarde, decidió escribirle a Daniela, quería contarle de su enfermedad. Le escribió por el grupo donde estaban algunas amigas más, eran cinco las que mantenían una amistad por más de una década, decidieron verse en la tarde para tomarse una cerveza.
Mía estuvo descansando en la mañana. En la tarde fue a visitar a sus abuelos, se encontró también con su tía, que fue a visitarlos a la misma hora. Habló un poco con ellos, ya estaban enterados; su madre ya les había contado de la enfermedad. les mostró sus últimos dibujos, estaban muy orgullosos por su arte y por la actitud que tenía, conociendo todo por lo que estaba pasando. De allí salió para donde sus amigas, habían quedado de verse en el bar de siempre. Cuando llegó ya todas estaban allí. Hace mucho tiempo no salían y les pareció raro que fuera Mía, las que la convocara, a pesar de ser amigable no era de las que armaba los planes.
—Hola, niñas, que bueno verlas—comentó Mía, saludándolas a cada una con beso en la mejilla.
—Hola, Mía ¿Cómo estás? Hace rato que no aparecías —comentó Sandra.
—Ah... Pues es que con el problema que tenía con Daniela, prefería estar alejada, pero ahora como ya todo está solucionado, quería verlas, saber como estaban. Me hacía falta compartir con ustedes y reírme un rato. Bueno, cuéntenme pues que ha pasado de nuevo—comentó Mía.
Hablaron de sus parejas, de sus problemas, de sus historias, recordaron con nostalgia todos los momentos que compartieron cuando eran pequeñas, sus juegos con muñecas, cuando hacían comitivas donde cada una llevaba una fruta para compartir una ensalada de frutas, o cuando salían a patinar o a montar bicicleta en el barrio donde vivían. Ahora el tiempo se había llevado su niñez, pero continuaba la amistad que habían comenzado varios años antes.
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Pinceladas de Recuerdos
General FictionMía es una mujer que a sus veintiséis años de edad descubre que tiene una enfermedad, posiblemente incurable, así que decide hacer un alto en el camino y vivir cada día como si fuera el último. "Carpe dieum, quam minimum credula postero" ( Aprovecha...