—Chicos, vengan a comer—gritó Sara desde la cocina.
Martín y Mía fueron hasta el comedor tomados de la mano, ambos con la cabeza rapada.
—Pero... ¿Qué pasó acá? — preguntó Sara con sus ojos llenos de lágrimas.
—Ya estaba cansada de encontrar pelos por todo lado y espacios vacíos en mi cabeza. Así que decidí que era el momento de cortarme el cabello y Martín se unió—dijo Mía, dándole un beso en la mejilla a su novio—. Así que ya ves, conoce a estos dos pelones.
—¡Raúl!, ¡ven!, ¡Tienes que ver esto! —gritó Sara. Luego fue donde Mía y la abrazó, también empujó a Martín hacia ella, para abrazarlo también. —Los quiero chicos. Gracias Martín por tener este gesto con Mía. Los dos quedaron hermosos.
Raúl llegó corriendo y vio esa hermosa escena que lo conmovió, aun sentía un poco de rabia con Martín, pero al verlo así, le movió un poco su corazón.
—Me encanta la nueva pinta, combinan el uno con el otro —dijo Raúl riendo.
Luego se sentaron a comer, Samuel no estaba en casa, así que esa noche los cuatro se quedaron hablando como si no hubiera pasado el tiempo de ausencia. Hablaron de los estudiantes de Martín, de sus rebeldías por su etapa de preadolescencia y de su amor por sus clases. Comentaron su día a día y sus próximos planes.
Mía estaba comiendo cuando recibió un mensaje de Pedro.
—Hola Mía, ¿cuándo nos vemos?
Mía nerviosa, guardó el celular sin responder. Temía que Martín se diera cuenta que desde que él se alejó, se había acercado un poco a Pedro. Aunque Pedro no conocía la enfermedad ni su noviazgo. Le estaba moviendo un poco las fibras, por su apoyo incondicional, y su ánimo constante que le alegraba sus duros momentos. Tenía que buscar un espacio, para verse con él y contarle todo. Martín después de un rato, se levantó de la silla, se despidió de sus suegros y fue hacia la puerta.
—Es tarde, debo madrugar, te amo hermosa, quedaste divina así, esos ojos de mariposa iluminan tu rostro—. Luego le dio un pequeño beso en la boca y le susurró: —más tarde hablamos.
Mía salió para su cuarto, debía contestar el mensaje de Pedro. Tomó su celular y le escribió:
Mía
Hola, discúlpame por dejarte en visto, estaba un poco ocupada
Pedro
No te preocupes, te decía que cuando nos veíamos
Mía
Pienso que es importante que sea pronto. Quiero contarte algo.
Pedro
¿Te parece bien si mañana almorzamos?
Mía
Me parece perfecto.
Pedro
Dale, entonces nos vemos mañana en el sitio de siempre. Que tengas una linda noche. Te quiero
Mía observó el celular, preocupada, le iba a contar a Pedro lo que le había ocultado durante estos meses, de su enfermedad, de Martín. Pedro era un buen hombre y merecía una persona que lo quisiera como ella lo quiso. Ahora su corazón solo tenía amor para Martín, a pesar de que en algún momento Pedro significó mucho para ella. Luego se recostó en su cama y tomó el libro que estaba leyendo para distraerse un poco y dejar de pensar.
Al día siguiente se despertó temprano, organizó su cuarto, luego pintó algunos cuadros que tenía sin terminar y se alistó para verse con Pedro. Se puso jeans, camiseta, tenis, y un gorro de colores. Aún no se acostumbraba a su nuevo rostro sin cabello y se veía un poco rara en el espejo. En la calle, la observaron más de lo normal. Llegó al restaurante a tiempo y allí estaba él, sentado en el fondo del lugar, observando su celular.
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Pinceladas de Recuerdos
General FictionMía es una mujer que a sus veintiséis años de edad descubre que tiene una enfermedad, posiblemente incurable, así que decide hacer un alto en el camino y vivir cada día como si fuera el último. "Carpe dieum, quam minimum credula postero" ( Aprovecha...