Capítulo X. Los errores de una mosquetera, pagando con dolor.

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Elena

- "¿Quién eres? y ¿Dónde está mi hija?"- la respuesta de mi padre tras soltarle, entre lágrimas, mis miserias, cortó todo mi torrente de quejas contra cierto intransigente playboy.

Me paralizó, deje de llorar, de la impresión por sus pregunta. Lo miré sin entender que quería decir con esas preguntas.

- "¿Por qué, tanto Michael, como mi padre se dedicaban a hacer pregunta tan estúpidas?, "¿Qué soy para ti?, ¿Quién eres?", ¿no es obvio?"- pensé mientras miraba a mi padre con incomprensión.

Él entendió mi expresión de desconcierto, y con una mirada severa, sentándose en su silla, cruzó los brazos, como cuando era niña, e iba a regañarme por algo que había hecho mal. Con esa postura procedió a darme mi primera reprimenda en mi edad adulta.

- "Nunca hubiera pensado, que eras tan egoísta e insegura. Siempre me había preciado de que, entre tu madre y yo, tu heredaste la comprensión y la inteligencia de tu madre, pero, veo que también heredaste mi inseguridad, y mi soberbia."- miré a mi padre con intención de discutir lo que me decía, pero su mirada, como cuando era pequeña, me advirtió que me mantuviera callada, y escuchara, y eso hice. –"¿Desde cuándo tú tomas decisiones sin contar con los demás? ¿Desde cuándo te has vuelto tan egoísta? ¿Qué hubiera pasado si hubiese sido al contrario? ¿Qué hubiera pasado si mi yerno, de mutuo propio, decide que no quiere que trabajes más, que quieres que cierres la empresa y te quedes en casa a cuidarlo?"- me sentí enfadada, y miré a mi padre.

- "Él no haría eso, sabe que yo adoro mi empresa, él nunca me haría elegir, lo consultaría conmigo primero."- le dije a mi padre defendiéndolo.

- "Entonces, ¿Por qué tú no confía en él, y tomas decisiones, importantes para tu matrimonio, si tan siquiera consultárselo?, ¿Qué pasa que aquí sólo importan las decisiones que te afectan a ti? Te repito, ¿Desde cuándo te has vuelto tan egoísta? Si tu madre, me hubiera eludido a la hora de planificar nuestro futuro, su trabajo, nuestros hijos, nuestra vida en común, y hubiera tomado ella sus decisiones sin consultarme, amándola como la amé, te puedo asegurar, que tú, mi querida hija, no hubieras llegado a este mundo, porque nuestro matrimonio se hubiera roto el primer año."- me sentí como cuando un tráiler de ocho ruedas pasa por encima de ti.

Mi padre siempre había sido de los de pocas palabras, normalmente solía estar de broma, y no solía reprenderme por nada de lo que hacía, su frase siempre era:

- "Confió en ti, y en tu forma de hacer las cosas, ten confianza en ti misma, y nada saldrá mal."- y por primera vez me di cuenta de que significaba esa frase, y como le había fallado de manera estrepitosa.

Un peso se instaló en mi corazón, y un miedo que nunca había existido en mi segura y corta vida, me golpeó.

- "Papá, ¿Qué es lo que he hecho?, ¿Por qué desde que estoy al lado de ese hombre me comporto como un ser que ni conozco? Yo.... soy una estúpida"- le dije sin poder evitar que mis lágrimas volvieran a caer por mis mejillas.

- "Sólo tienes que preguntarte dos cosas, pero primero antes de hacerte las preguntas, debes dejar de lado todo, la herencia Powell, tus miedos, tu orgullo, tus ambiciones.... todo, y luego preguntarte ¿Amas de todo corazón y sin reservas a tu marido? ¿Crees en él y en su amor por ti? Y por último ¿qué estarías dispuesta hacer por él?"- sus preguntas llegaron a mi como verdades absolutas, si las pensaba en frio.

Si lo amaba, sobre todas las cosas, eso era de lo único que nunca había dudado, mi corazón siempre se había mantenido fiel a ese sentimiento, desde la primera vez que sentí como me ahogaba, cuando ese hombre me miró y, sin yo saberlo, ese sentimiento de dar todo, y morir por él, se instaló en mi corazón, un sentimiento con él que yo luché, y disfracé de atracción.

Matrimonio Concertado con el CEO. El playboy domesticado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora