Capítulo XIX. La señora Elena Powell.

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Elena.

- "No te olvides llamarme cuando, llegues y recuerda que, si alguna vez decides denunciar, yo estaré de tu lado."- le dije a Dakota Allen, mientras me despedía de ella, antes de que dos de mis escoltas la llevaran al aeropuerto.

Para ella era urgente regresar, no deseaba permanecer en Nueva Zelanda ni un minuto más. Después de la noche que permanecí cuidándola, se mostró mucho más tranquila, y le hice prometer que cuando regresara pediría ayuda psicológica.

- "Gracias, señora..."- la interrumpí con la mirada, varias veces en la noche le dije que me llamara por mi nombre. - "perdón Elena, pero no creo que denuncie. En mi mundo las apariencias lo son todo, si denunció, yo también me vería perjudicada, y no deseo que esto se sepa. Cuando llegue, te llamaré, y por favor guárdame el secreto."- la vi adentrarse en el ascensor, aunque aún miraba a los escoltas con aprensión, ellos mantenían la distancia como Brandon les había advertido¡, hasta dejarla en el avión, rumbo a Los Ángeles.

Yo tras ducharme, me disfracé de nuevo con la ropa de Elena Corzo, aunque esta vez algo modificada, la falda era mucho más corta y estrecha de lo normal, y la camisa, cubierta por una enorme chaqueta, se ajustaba adecuadamente a mis curvas, el pelo un poco más suelto, se sostenía en un recogido, sujeto únicamente por unas pinzas y las gafas de pasta las sustituí por unas de sol, y no utilicé las lentillas. Era hora de que se iniciara el espectáculo, había quedado con mi marido en el restaurante central de la Torre Powell.

Avisé a Brandon para que reservara para su jefe, la mejor y la más central de las mesas, la que estaba la vista de todos. Pronto se iniciará el espectáculo, esperaba que las noticias que corrían por todos lados, gracias al cerdo de Davis, quedaran aclaradas hoy mismo, ese maldito no iba salirse con la suya.

Cuando llegamos la torre mis escoltas ya no disimilaban como con anterioridad, tampoco, podía ya que por culpa de ese basura de Davis, miles de periodistas esperaban en la entrada y en el vestíbulo de la Torre, para poder entrevistar Michael Powell, o a su amante - secretaria que no era más que una mujer casada, mayor, y menos tractiva que la señora Powell.

Así que Brandon y los suyos tuvieron que esforzarse para que no me acosaran a preguntas, y protegerme de esas hienas de la prensa. Una vez que llegamos al restaurante de la primera planta, me di cuenta, por lo que hablaban mis escoltas a mí alrededor, que varios periodistas se habían colado en el edificio y mantenían escondidos entre los diferentes empleados, que se encontraban desayunado en el local.

- "Déjenlos, servirán a nuestro propósito. Con esto nos ahorraremos notas de prensa y mucha publicidad"- le dije mientras me dirigía a mi mesa donde el hombre más guapo y deseable del mundo me estaba esperando, mirando una tablet en estos momentos, imaginé que estaría mirando la publicaciones de los periódicos, porque su ceño estaba fruncido y su mirada era auténticamente terrorífica, Michael Powell, estaba furioso.

Casi no levanto la mirada, hasta casi cuando estábamos a dos metros de la mesa que estaba ocupando. Y al mírame vi como expresión cambia a una de incomprensión. No pude evitar sonreír sabía que Michael esperaba que hubiera dejado mi disfraz detrás, pero eso no solucionaría el problema, ya que para parar los rumorees mal intencionados, sólo había una manera, el ataque directo, sorpresa, y definitivo.

Así que cuando llegué a su lado inicié la estrategia, simplemente, me senté en el regazo del sorprendido CEO de Asuntos Sociales y Marketing de Powell S.L. Holding, Michael Powell, y a continuación comencé a besarlo con pasión mientras rodeaba su cuello con mis brazos, al principio la sorpresa de mi marido lo paralizó, pero como siempre en segundos, tomó control del beso, abrazándome por la cintura y pegándome a él.

Matrimonio Concertado con el CEO. El playboy domesticado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora