acting - Heesun

veintiuno

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el violín era percutido con avidez y talento. En aquella sala todos presenciaban el acto y se veían encantados por tal maravillosa pieza.

Sin embargo, todos terminaban hablando de negocios o de algunos casos que llevaron y ganaron, después de todo, en esa sala habían solo abogados bien reconocidos en todo el país.

En toda esa reunión destacaba un pequeño pelinegro que juntaba sus manos con emoción y parecía tener estrellas en los ojos mientras veía los movimientos ágiles de aquella intérprete.

Kim Sunoo, el hijo de una familia prestigiosa de abogados se movía de forma inconsciente al ritmo de la música, deseando ser él quien actuaba para los demás y recibía aplausos, recibía halagos y ovaciones.

¿Acaso a todos los artistas les amaban? Porque él deseaba tanto ser amado y reconocido por el mundo. Que todos supieran quién era y le amaran con todo el corazón.

Sus hermanos hablaban con los hijos de algunos socios de su padre, pero él prefería ver con detalle todo lo que el músico hacía y deseaba poder intentarlo algún día.

La mujer que tocaba terminó la pieza de forma perfecta, emocionando a todos los invitados que aplaudieron por unos segundos para luego seguir con la charla. La mujer bebió un poco de agua y fue en ese instante que observó a Kim Sunoo y no dudó en llamarle con la mano.

El pequeño de seis años se señaló así mismo para luego correr hacia la mujer y emocionarse más por tener tan de cerca ese instrumento.

—¿Sabes tocar el violín? — le preguntó y el menor se apresuró a negar —. ¿Quieres aprender? —le cuestionó y eso bastó para que Kim asintiera con felicidad.

El instrumento era demasiado grande para el chiquito, pero con paciencia, la mujer logró acomodarlo y explicarle lo que debía hacer.

Sunoo asentía ante cada explicación y cuando al fin llegó la hora de tocar...

—¿Qué fue ese sonido tan horrible? — dijo uno de los tantos invitados, logrando que el menor se pusiera rojo cuál tomate y aquella mujer riera.

—¡Lo he hecho mal! — exclamó con pena, pero la mujer tan solo le desacomodó el cabello.

—es tu primera vez, es normal — le animó, pero sunoo frunció sus labios —. Puedes decirles a tus padres que te lleven a mi escuela de música, puedo enseñarte todo lo que se — y tras eso, la mujer tuvo que seguir interpretando la siguiente pieza.

Sunoo se perdió en el sonido del violín y sintió que su vida tenía sentido, él definitivamente había nacido para estar en el escenario y ser amado.

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—mamá... ¿Puedo decirte algo? — cuestionó en un susurró, jalando el caro vestido de su madre.

La mujer le vio con molestia y decidió ignorarlo una vez más. Sunoo no sabía por qué, pero le había dejado de hablar desde hace unos cuatro meses al igual que su padre y sus hermanos.

En ese tiempo habían pasado muchas cosas. Había empezado a sentirse solo, su padre solo le hablaba para gritarle y habían despedido al antiguo señor que lo llevaba a todas partes, incluyendo el parque cada tarde.

Sunoo en otra ocasión hubiera decidió simplemente ir a su habitación y jugar con su conejo de felpa, pero su cumpleaños iba a ser pronto y él quería pedir un violín a sus padres.