acting - Heesun

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acting

no podía prestar atención y eso era la misma mierda, porque jamás había tenido problemas al mantener su mente en el lugar necesario.

Tenía que estar escuchando las propuestas de esa bola de viejos que le daban ideas para volver a subir el estatus de la empresa y subir las ganancias que habían perdido debido al reciente escándalo.

Era tarde y quería salir de ahí.

—¡Heeseung! — le gritó su padre interrumpiendo a los demás viejos, pero el mencionado ni siquiera prestó atención.

El viejo Lee se sentía avergonzado del comportamiento de ese mocoso, creía que de nuevo trataba con ese adolescente estúpido al que tanto odió.

—heeseung...— habló uno de los inversionistas, pero el joven tan solo se puso de pie y salió de la sala.

Era asfixiante, tanto que sentía que le quitaban el aire con unas manos apretando su cuello, era tan agobiante que su única forma de lidiar con el dolor era imaginar que al menos Sunoo estaba bien, en lo que cabía.

Se dispuso a bajar por el elevador, aunque fue la peor idea del mundo porque había empezado a desarrollar una clase de odio por los lugares cerrados y reducidos.

Estas semanas habían sido una mierda y no solo porque se sentía como un jodido monstruo, sino porque le habían estado mandando amenazas de muerte, le habían estado siguiendo y le mandaban cosas extrañas a sus direcciones conocidas.

Había desarrollado incluso miedo por caminar en las calles, porque esas personas y sus miradas acusadoras le recordaban lo cruel que había sido, lo idiota que actuó.

Volvió a demostrar que él jamás fue alguien bueno, que alguien malo seguirá siendo malo el resto de su vida. Que, pese a que realmente lo intentó, no pudo lograr nada más que lo usual.

Había estado dispuesto a dejarlo todo por él y sabía que sería fácil de sobrellevar si podía ver esa sonrisa a diario, sabría que habría valido la pena porque tendría ese cálido tacto que tanto añoraba. Pero ahora solo estaba angustiado, con miedos creciendo y el dolor en su pecho volviéndose una costumbre.

Las puertas del elevador se abrieron y sus empleados se sorprendieron al verlo algo afligido, era extraño ver al jefe, a ese hombre de hielo en un estado tan abrumado. Una vez más estaban equivocados, porque nunca lo verían como un humano común, alguien que podía sentir en carne propia lo que era el rechazo del mundo.

El rechazo que notó desde que nació, el rechazo que le hizo actuar como un hijo de puta y la única persona que se dignó a conocerlo y tratarlo ahora estaba lejos y probablemente odiándolo. Heeseung se preguntó si en esa ocasión habría sido mejor ser egoísta.

Carajo, que en toda su puta vida había sido un tipo egoísta, alguien que solo pensaba en sí mismo mientras se regocijaba en la falla de los demás, se alimentaba el ego al ver a los pobres diablos intentar se algo en la vida. Podría culpar fácilmente a su infancia, la gente que le rodeó, pero lo cierto es que él solo había tomado la decisión de ser alguien duro, alguien difícil de tratar y sobre todo alguien que siembra miedo.

Había sido tan cruel pero aun así alguien estuvo dispuesto a amarlo, a conocerlo a fondo, a entenderlo y sobre todo a ayudarle a ser mejor persona. Sunoo le había dado un subidón de serotonina, le había hecho sentir como si la vida tuviera otro sentido además de tener poder, le había hecho sentir como siempre lo imaginó cuando era un pobre niño observando al cielo en busca de un milagro.

El cielo que había estado tan lejano, el cielo que adoró de niño y que al crecer odió por estar tan fuera de su alcance y a la vez tan precioso, por ser de todo el mundo en vez de ser exclusivamente suyo. El cielo que le invitaba a alzar su mano, pero por más alto que fuera, jamás podría tocarlo. Sin embargo, sunoo le hizo tocar el cielo sin necesidad de alzar el brazo, sin necesidad de subir a la torre más alta, porque, bastó con una de sus miradas para hacerlo sentir tan alto que podría viajar por toda la galaxia.