En el año 1998, la ciudad de Raccon City se vio invadida por un virus creado por la Corporación Umbrella. Este virus no era como los demás; cambiaba a la gente, los convertía en monstruos. La ciudad se destruyó el 1 de octubre de ese año, pero las c...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Llegó el sonido de su comunicador, y Olivia pudo distinguir la voz de Luis.
-Hola, aquí Luis. ¿Estáis por aquí?
-Yo quería irme a casa, pero Olivia insistió en ver el castillo- bromeó, recibiendo un golpe juguetón de la nombrada.
-Perfecto, porque tengo un regalo para vosotros. Medicina que evitará que la situación empeore.
-¿Dónde estás?
-Veamos... ven al patio del castillo. Nos vemos allí, ¡ciao!
Olivia sonrió al escucharle gruñir. León a veces era como un señor mayor: demasiado protestón, aunque otras veces dejaba ver su faceta juvenil y juguetona.
-Al menos nos va a ayudar- intentó apaciguarle.
-Sí, qué bien- exclamó con falsa euforia.
Caminaron hasta una zona donde se podía ver una parte del patio interior y las torres de este.
-¿Qué pasa?- preguntó al verle fruncir el ceño.
-Será mejor que lo veas tú- le tendió los prismáticos para estudiar la zona.
-Ballestas, catapultas... Esto se pone interesante
-No parece que vayamos a ser amigos- recalcó, girándose hacia la rubia- Ashley, no te separes de nosotros en ningún momento.
La rubia asintió, juntándose aún más con Olivia. No era por nada en especial, el castaño también le daba seguridad, pero ella parecía más cercana, alguien en quien podía confiar, como una hermana mayor.
-Si es un castillo, ¿habrá trampas?- cuestionó la mayor en alto.
-Tú ves demasiadas películas- se mofó Leon.
-Vale, si vemos alguna te comerás tus palabras, rubio.
-Lo que tú digas- respondió sacudiendo la cabeza. Toda la seriedad que emanaba su compañera cuando la conoció se había esfumado. Suponía que era debido a que ella ya confiaba lo suficiente en él como para sacar su verdadero yo.
-¡Agachaos!- Olivia tomó a Ashley por los hombros y la cubrió hasta una pequeña estructura de piedra para esconderse. Frente a esta, tras una puerta con barrotes, unas personas con túnica cubriendo su rostro caminaban mientras murmuraban palabras en español.
-¿Qué están...?
-Shh. Baja la voz- la morena le tapó la boca con cuidado, evitando que pudieran escucharla, sobre todo por su respiración agitada.
Esperaron hasta que el murmullo se hizo lo suficientemente lejano como para salir de ahí, aunque lo hicieron despacio, evitando cualquier ruido que pudiera alertarles.
