En el año 1998, la ciudad de Raccon City se vio invadida por un virus creado por la Corporación Umbrella. Este virus no era como los demás; cambiaba a la gente, los convertía en monstruos. La ciudad se destruyó el 1 de octubre de ese año, pero las c...
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-Vale, según tenemos, el vendedor es Giovanni Auditore, trabajó para Umbrella antes de que cayera- recordó Leon.
-Y estuvo en la división europea- asintió ella, recordando a cierta persona, lo que le sacó una pequeña sonrisa.
Leon asintió, mirando el paisaje a su alrededor. Su llegada a Italia había sido mediante un pequeño yate, desde el puerto, un taxi les condujo hacia la ciudad, y los agentes aprovecharon la mampara que les separaba del conductor para hablar del plan.
-Se aloja en uno de los mejores hoteles de la ciudad, la seguridad es demasiado fuerte como para que nos colemos, y no creo que el personal nos ayude a entrar- comentó Leon.
-¿Por qué?
-Es un hotel famoso por "guardar secretos", los delincuentes se hospedan ahí buscando seguridad.
Olivia bufó, contrariada. Los malos lo tenían demasiado fácil.
-Nosotros nos quedaremos en el edificio situado justo en frente, le vigilaremos en todo momento hasta encontrar su punto débil.
-Parece una misión de 007- sonrió emocionada.
-Céntrate- replicó divertido- Recuerda: somos una pareja de recién casados en su luna de miel.
-Vale, creo que podré hacerlo- asintió con seriedad.- Aunque voy sin anillo- alzó sus dedos desnudos.
-Ya he pensado en ello- del bolsillo de sus vaqueros sacó un reluciente anillo de plata, rodeado por pequeñas piedras verdes que lo hacían relucir todavía más.
-Vaya, es... precioso- exclamó ella.
-¿Puedo?- le tendió la mano, esperando que ella pusiera la suya encima.
Lo hizo, observando con el corazón en un puño al castaño colocando el anillo sobre su dedo anular, poniéndole la guinda al inclinar la cabeza y posar un beso sobre la sortija. Ella le miró con cariño, pues aquel hombre era prácticamente perfecto.
-¿Tendré que llevarte en brazos después de esto?
Excepto porque era un presumido.
-Sabes que puedo ser yo la que te dificulte andar- se inclinó hacia él, hablando con voz suave, un tono que sabía que lo volvía loco.
El hombre negó con la cabeza, percatándose de que el taxista les miraba a través del retrovisor con una sonrisa feliz en el rostro. Leon asintió, estaba claro que no tendrían problemas para parecer una pareja recién casada.
Olivia nunca había estado en Italia, solo lo había visto en fotos, y Florencia era la ciudad que más deseaba visitar. Observó todo a su alrededor con los ojos bien abiertos, aprovechando esa oportunidad al máximo, aferrada a la mano de Leon, siguiendo el papel que le tocaba, aunque estaba encantada de poder estar ahí con él, y sin tener que ocultarse.
