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Nada se rompe como el corazón

Si no fuera por ese proyecto, en estos momentos Seokjin estaría menos angustiado. De hecho lo había estado presintiendo desde algún tiempo, sabía que era indispensable, sabía que sí quería librarse de ver a Kera y ese patan, tenía que poner mucho de si, y lo peor de todo es que tendría que viajar a Seúl.

Sin embargo, sabía que viajar allá y ver a la alfa significaría ver al beta también.

Se había alejado de la situación por varios meses con el fin de curar su heridas, de soltar ese pasado. Pero hasta ahora esos recuerdos le hacían sentir repugnancia hacia sí mismo, le ponían triste y no podía evitar sentir rencor porque ellos siguieron su vida como si nada hubiese pasado.

Seguía dolido y desde lo profundo de su corazón deseaba que todo lo hecho se les devolviera triplicado.

Era consciente de que desear aquello estaba mal. No debía desearlo ya que es su amiga, pero, no podía evitarlo ansiaba que el karma haga de las suyas con la vida de su amiga y la del desgraciado beta. Es más, solo esperaba una terrible noticia relacionada a ellos.

Aunque parezca él malo, quería justicia.

Y a pesar que alguna vez de todo corazón quiso volver a confiar en Kera, no pudo. Ya no le era innato hablar con ella de su vida, ya no era fácil contarle que proyectos tenía, quien le gustaba y ese tipo de cosas triviales que se contaban todos los buenos amigos.

Kera había roto el único frasco donde depósito su confianza y corazón.

Nada era igual.

Seokjin estaba seco de emociones, por lo menos para ella. Y muy bien sabía que Kera noto su cambió.

¿Pero qué esperaba? Sí le dijo que lo usó para deshacerse del beta, pero de todos modos siguen juntos.

Además de eso la alfa aceptó silenciosamente la situación en la que estaban, acepto su distanciamiento.
No dijo, ni hizo nada para arreglar su amistad. Y Seokjin tampoco movió un dedo.

A eso se le agregaba que hace algunas horas implícitamente le había dicho que le tenía sin cuidado si él se comunicaba con ella o no.

Sin embargo, ni siquiera el medio año que estuvo lejos, le sirvió para sanar su corazón.

Tenía depresión y ansiedad. No podía engañarse así mismo, esa era su realidad y a eso sumarle la presión que tenía por haber aceptando a Jungkook, no sabía qué hacer con su vida.

Ahora mismo, deseaba que le diera un paro cardíaco y se muriera, pero a la vez sabía que eso solo traería deudas a su familia, que poco a poco había llegado a estabilizarse este último año. Además de tristeza porque aún era joven con una vida por delante.

Si se era sincero, no se veía casado, ni con hijos, ni nada. Pero tenía a Jungkook, no entendía cómo, pero el alfa estaba ahí, llamándolo, buscandolo, mostrándole cariño y mucho más.

Pensó que si tenía a alguien que fuera su lugar seguro podría sentirse mejor, sin embargo, no se sentía de esa manera, siempre estaba paranoico de que sí el alfa le terminaria, que sí el alfa le echaría los cuernos, que el alfa no lo quería realmente, que si el alfa solo quería experimentar qué se siente salir con un viejo y muchas cosas más que lo atormentaban de vez en cuando.

Entonces, a su otros dos diagnósticos se le agregaba su baja autoestima. Por más que en algún tiempo estaba comenzando a construir su autoestima poco a poco y, había llegado a gustarse y a que otros gustasen de él.

El hecho de lo sucedido con el novio de Kera, lo había llevado a romperse completamente, dándose fuertemente contra el suelo, así como también se dio cuenta de que la base de su autoestima siempre fue débil, ya que a la primera experiencia mala que tuvo, se llevó todo abajo.

Su teléfono comenzó a sonar, sacándolo de sus pensamientos.

El marcador indicaba que era Jungkook.

No quiso contestarle, no se sentía bien. Se levantó de su asiento y se dirigió a su cama.

Se recostó y mirando a su escritorio comenzó a pensar nuevamente que podría hacer con su situación.

El teléfono dejó de sonar al décimo quinto intento. Y lo único que Seokjin pudo hacer fue sentirse culpable.

Jungkook no se lo merecía, era joven, tenía mucho que experimentar.

Era irónico lo que quería para el alfa, ya que él mismo también era joven, debía salir a la vida, olvidarse del pasado, vivir su presente y crear su futuro.

Pero a diferencia del alfa que ya tenía una idea sólida, él ahora solo quería morir, pero del querer al intentarlo estaba muy lejos, era cobarde.

Era cobarde para agarra su navaja y pasarla sin piedad por sus venas, era cobarde porque sabía muy bien que tenía miedo a la muerte y por si lo intenta nuevamente sabía que no tendría la valentía para presionar la naja en su piel para luego dejarla caer mientras observaba como las sábanas blancas de su cama se manchan con su sangre.

Observó la única evidencia de su cobardía hace algunos años. No era tan grande, pero ahi estaba pasando desapercibido con las demás cicatrices que tenía por haber jugado con gatos aruños hace algún tiempo.

Se sentía miserable y estúpido, no quería saber nada ellos, estaba en casa por eso, porque estaba huyendo de ellos, de esos recuerdos.

Cómo le gustaría decir que Jungkook era su medicina, como le gustaría pertenecer al alfa, sonaba tóxico, pero queria seguridad, y en las condiciones que iba en estos momentos su relación, estaba perdido.

Se levantó de la cama y fue a su escritorio, tomó el teléfono, lo desbloqueo y fue directo al chat del alfa.

Iba a bloquearlo, sin embargo, su mensaje lo detuvo.

"Hyung, me he sentido un poco ansioso el día de hoy, siento que algo te está pasando, por favor, llámame, necesito saber como estas".

Seokjin se dejó caer, ¿cómo le haría esto a Jungkook?

Su rostro que ya estaba seco, comenzó a humedecerse nuevamente.

No pudo evitar romperse mientras pensaba en que Jungkook no debía tener como pareja a alguien tan maltratado y roto como él.

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