capítulo uno

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Los Cullen.

Aguardé en la oscuridad, no respiraba y el ciervo no me había oído acercarme, me moví suave y sigilosa entre los árboles, las hojas caían por mis movimientos, pero nada alertaba al animal.
De forma veloz, cuando menos lo esperó, me lancé encima y ataqué su cuello. Una mordida bastó para crear una gran herida en su cuero y absorber la sangre.

Cuando me levanté y observé al ciervo sin vida me sentí extraña, los humanos comen animales, incluso comen su sangre procesada en unas salchichas, pero ingerir la sangre directamente es extraño. Admito que también es llenador, no delicioso, pero si calma las ansias.

Ansias que nunca sentí, pero se supone que existen.

—Debo llevarte a casa, te presentaré a mi familia, y también ahí estarán los bebés, así que te estaremos evitando que te acerques mucho, ellos poseen un sistema sanguíneo por lo que vi antes, podría ser difícil para ti —me decía mientras se acerca a mí y entrelaza nuestras manos, parecía triste y quizás emocionado, no podía entenderlo bien, ya que eran gestos que nunca vi en él.

—Vale, si algo sucede, corro al bosque —digo, él asiente y sonríe, se acerca a mi para besarme.

—Además, te daremos ropa nueva —dijo, bajé mi vista y había olvidado por completo que mi ropa estaba cubierta de sangre, el olor de esta recién había inundado mi nariz, no me había dado cuenta ya que estaba preocupada de otras cosas.

Corrimos a su casa, lo seguí todo el camino y me asombró la velocidad a la que íbamos. Nunca creí correr tan rápido, era como estar arriba de un auto y acelerar, solo que ahora también podía ver con más detalle todo a mi alrededor. Nos detuvimos en la orilla del bosque, avanzamos y la gran casa frente a mí me hizo sentir pequeña, siempre viví en cabañas de la reserva, ver este tipo de casas era solo de la televisión o revistas.

—Ven —me dijo cuando tomó mi mano y me guio a dentro de la casa, nos quedamos en una sala donde visualice un sofá en forma de L, como pared estaba un mueble con varios libros además de algunas fotos decorativas. En segundos aparecieron los habitantes de la casa—. Anneliese, te presento a mis hijos. Ella es Alice.

—Un gusto —Alice tenía su cabello corto y algo lacio, sus ojos eran alegres y reflejaban muy bien una amplia sonrisa. Ella se acercó a mi dando unos saltitos, me abrazó y correspondí algo sorprendida.

—Hola —dije en respuesta automática.

—Es algo cariñosa —comentó Carlisle al sonreír leve—. Su compañero es Jasper.

—Un gusto —dijo un chico rubio al estirar su mano, era más formal. Lo saludé con la misma formalidad que me daba.

—Él es Emmett —vi a un hombre alto, gigante, su musculatura era semejante a la de un oso, aunque nadie lo crea, me hace sentir cómoda, porque recuerdo la leyenda del espíritu guerrero que lidera las tribus, el oso es su representación.

—Es un alivio que al fin llegues, ver a Carlisle sufrir y perder el control es algo único —comentó divertido, sonrió de lado y se acercó a darme un abrazo, correspondí y no pude evitar sonreír ante su comentario.

—Muy gracioso Emmett —dijo Carlisle suavemente, me giré para verlo y negué con la cabeza, es divertido ya identificar sus reacciones—Rosalie..

—Ella está con los bebés —dice Emmett—, les dio un baño porque estaban con suciedad, y Alice les confeccionó ropa enseguida —miré sorprendida a Alice, quien asentía con la cabeza.

—¿Edward? —Carlisle preguntó. Jasper y Emmett se miraron unos instantes y después a Carlisle.

—Tuvo miedo de que un neófito apareciera en Forks, así que se fue con Bella a protegerla —dijo Jasper.

—Es entendible —respondió Carlisle.

—Si soy tan peligrosa ¿debo irme? —pregunté algo desconcertada, hasta ahora no había tenido aquella sensación de "sed" que tanto mencionaban. De hecho, parecía que estaba todo bien en mí.

Por favor que sea la bendición de los dioses, que aquello siga en mí.

—Es verdad, eres peligrosa, pero no sabemos a qué nivel —dijo Jasper—, tenemos que hacer una prueba.

—Jasper... —Dijo Carlisle.

—Está bien, si es necesario, quiero hacerlo —dije al tomar la mano de Carlisle. Éste suspiró y asintió a Jasper, Alice se acercó a mí y jalándome con gran emoción del brazo me llevó escaleras arriba, ahí entré en una habitación y me duché, cuando salí de la ducha Alice ya tenía ropa para mí, me sorprendí al ver que era de mi gusto. Una camiseta manga corta roja, una chaqueta y pantalón de cuero negro y unos botines negros.

—Creo que te gustará —sonreí y asentí, ella salió de la habitación y yo me vestí, cuando estuve lista salí de la habitación y la vi apoyada en la pared, sonrío—. A partir de este momento bajaré contigo, así podré asegurar de que nada malo suceda.

—Vale —dije al asentir, ambas bajamos con cautela las escaleras, de reojo veo una gran cruz puesta en la pared y recuerdo el "ama a todos". Suspiré y seguí bajando, solo entonces Alice sujetó mi muñeca, me giré a verla y entonces oí el palpitar de dos corazones, inexplicablemente estaban conectados. Caminé con Alice sujetándome de la muñeca y nos detuvimos en la entrada de la sala que se conecta al jardín, ahí los vi, estaban tranquilos y durmiendo como criaturas que no tienen de qué temer, suspiré aliviada y solo entonces mis pulmones se llenaron y sentí el aroma a la sangre, es extraño, pero mi instinto me dice que aquellos son como yo, pero son humanos al mismo tiempo, su sangre bombeando es oída y olida por mí, me siento algo intranquila, siento algo extraño en mí y no noto la fuerza que ejerce Alice en mi muñeca hasta que la oigo crujir.

—Alice, está bien —dice Carlisle al acercarse y tocarle la mano, ella lo observa algo preocupada, sin embargo, me suelta cuando su mirada se vuelve a perder.

—Me siento extraña —dije, Carlisle sujetó mis manos con cuidado.

—Está bien sentirte así, pero recuerda tu humanidad, no olvides quién eres Anneliese —dijo, mis ojos se fijaron en los de él, entonces recordé el rostro de aquella mujer que vi en el pastizal dorado, de Harry diciéndome lo que era, cerré mis ojos e inhalé profundamente, no tengo hambre, solo siento extraño sentir ciertas cosas nuevas, pero no tengo deseo alguno de dañar a mis hijos.

—Suéltala —dijo Alice, Carlisle me soltó, abrí mis ojos y vi a Rosalie y Emmett sostener a cada bebé en brazos, me acerqué con cuidado y estiré mi mano para tocarlos, su calor que antes era de 40° ahora parecían penetrar mi piel, era un calor tan grande que posiblemente me dañaría, pero no me importó, no cuando lo tomé en brazos y vi su sonrisa, quise llorar de felicidad, pero no podía, no importa, no necesito lágrimas para decirle a este hermoso ser que lo amo y nunca me arrepentiré de salvarlo de mi familia. 

𝐏𝐈𝐄𝐋 𝐅𝐑𝐈́𝐀 - ᴘᴀʀᴛᴇ ɪɪDonde viven las historias. Descúbrelo ahora