VEINTIUNO

5.9K 451 53
                                    

Danilo

Ciego. Se ha quedado ciego. El médico sigue examinándolo, hace rato que salimos de la habitación. Alessio se ha vuelto loco. Lucía está sentada a mi lado en el suelo, tiene mi mano tomada. Sigue pensando que todo va a salir bien. Yo ya no sé qué creer o pensar. Sólo puedo oír los gritos de desesperación de Arian, aunque ya no está gritando, yo lo sigo oyendo. Un sollozo me abandona, Lucía pasa su brazo por detrás de mi espalda. Apoya su cabeza en mi hombro. La puerta de la habitación se abre, me pongo de pie de un salto.

-¿Cómo está mi sobrino?- pregunta Alessio.

-El señor Arian tiene amaurosis fugaz debido a la hemorragia cerebral, tiene pequeños coágulos en las arterias oculares, lo que impide que la sangre llegue a las retinas, hay que disolver los coágulos con medicación y volverá a ver. Ya está siendo tratado.

-¿Cuánto tardará en volver a ver?- pregunto.

-Debido a que hay bastantes coágulos, unas horas o quizás mañana.

-¿La visión de mi hijo será normal?- pregunta Lucía.

-Sí, señora Lucía, el señor Arian volverá a ver como antes.

-¿Hay alguna secuela grave?- pregunta Alessio.

-Por ahora no hemos detectado ninguna, parece estar en perfectas condiciones, si todo sigue así, sólo necesita un par de semanas para recuperarse del todo.

Respiro aliviado. La presión en el pecho se desvanece. Va a recuperarse.

-¿Podemos entrar?- pregunta Lucía.

-Sí, por supuesto- contesta el médico.

Lucía tira de mi mano, mis pies se clavan en el suelo.

-¿No entras?- me pregunta.

Niego con la cabeza.

-No puedo- la voz se me entrecorta.

Lucía mira a Alessio, luego me mira a mí de nuevo.

-Está bien, cariño, quédate aquí- me dice.

Suelta mi mano, Alessio y ella entran en la habitación. Mi padre me sostiene cuando ve que mis piernas flaquean.

-Tranquilo, hijo, va a ponerse bien.

-Lo sé, es que... No puedo verlo mal. Sigo escuchando sus gritos en mi mente.

Mi padre me abraza por la cabeza. No puedo controlar el llanto, he estado en tensión tantos días, durante tantas horas, que mi cuerpo ha explotado. Me siento débil.

-Voy a llevarte a mi habitación- dice mi padre- Flávia ayúdame.

Mi madre me toma por el otro brazo. Me llevan casi a rastras a su habitación. No puedo dejar de llorar mientras me tumban en la cama. Mi madre pone mi cabeza en su regazo.

-Ya mi niño, cálmate. Todo va a estar bien.

Mi madre me empieza a cantar la misma canción que me cantaba de pequeño. Mis ojos se cierran lentamente. Me duele todo el cuerpo. La cabeza me va a estallar en cualquier momento.

-Tienes que intentar dormirte un poco- dice mi padre suavemente.

Asiento sin abrir los ojos. Mi madre me acaricia la cabeza, me da pequeños masajes y me sigue cantando. Mi cuerpo empieza a relajarse.

Me despierto sobresaltado. Las mantas me aprietan, intento quitarmelas sin éxito.

-Tranquilo, tranquilo- dice mi padre agarrándome por los hombros.

ARIAN #4 [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora