VEINTIDÓS

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Arian

Danilo me mira y asiento. El psicólogo ha venido a verlo. Ayer le pasó algo, mi médico dijo que había sufrido amnesia disociativa por el estrés de todo lo que ha estado sufriendo estos años y lo que me pasó. Me siento culpable de que esté así, soy culpable de que esté así. Me duele que no me recuerde. No puedo describir lo que sentí ayer cuando lo escuché decir que Thiago era su novio y que iba a casarse con él. Aún no ha recordado nada, pero cada vez que está mal, viene a mí. Como anoche, sus padres se lo llevaron de nuestra habitación para que descansara, volvió una hora después diciendo que no podía dormir. Se tumbó a mi lado y se quedó dormido en pocos minutos. Ahora se marcha de la habitación con el psicólogo para que pueda examinarlo y ver cómo lo puede ayudar.

-Señor Arian, tengo que cambiarle los vendajes y lavarlo- dice la enfermera.

-Adelante.

La enfermera empieza quitándome el vendaje de la cabeza.

-¿Cuándo van a quitarme los puntos de la cabeza?- pregunto.

La enfermera sonríe.

-Es muy pronto, no quiera correr antes de aprender a andar.

-Sólo quiero recuperarme cuanto antes para poder cuidar a mi novio.

-Él estará bien, he visto esta situación más veces de las que me gustaría.

-¿Y qué pasó?

-La mayoría terminaron recuperándose. Algunos tardaron más que otros, pero recuperaron la memoria. El señor Danilo es un hombre joven, recuperará la memoria.

Eso espero. Seguiré a su lado si no me recuerda, haré que vuelva a enamorarse de mí. La enfermera termina de lavarme y cambiarme los vendajes. Mi padre entra en la habitación con una bandeja de comida. La enfermera da el visto bueno. Mi padre la mira con los ojos entrecerrados.

-¿Cree que le daría a mi hijo algo que no pudiera comer?

La enfermera pone los brazos en jarra sobre su cintura.

-Sólo sigo las órdenes del médico, señor Enzo.

-Valiente... Me gusta.

Niego con la cabeza.

-Papá, déjala. Sólo hace su trabajo.

Mi padre se acerca a mí con la comida, deja la bandeja a un lado para ayudarme a sentarme un poco. Luego pone la bandeja sobre mis piernas. Coge la cuchara con un poco de sopa y la lleva a mi boca.

-Puedo comer solo- le digo.

-Cállate y déjame cuidarte, sigues siendo mi piccolo.

La enfermera se tapa la boca con la mano para ocultar su risa. Suspiro.

-Está bien- digo.

Abro la boca, mi padre empieza a darme de comer. En unos minutos he acabado con toda la comida que me había traído.

-Tienes que recuperar tu peso- dice mi padre.

-He estado cuatro días inconsciente, no he perdido casi nada de peso.

-¿No? Pues yo te veo más feo.

-Vaffanculo!

Mi padre se ríe. Me da un beso en la frente.

-Nunca vuelvas a hacer algo así, Arian. Quería morirme cuando te vi en el suelo medio muerto.

-¿Habéis encontrado a Luca?

-No, pero tenemos a Barrento y está hablando.

-¿Y qué dice el traidor?

-Que él sólo obedecía las órdenes de Cristos.

ARIAN #4 [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora