TREINTA Y CUATRO

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Arian

Por fin me llevo a mi esposo a casa después de una semana en el hospital, lo tuvieron que operar de urgencias, tenía rotura en el bíceps femoral. También han tratado las heridas de su espalda y manos. Me contó todo lo que le hicieron, mi único consuelo ha sido saber que mi tío Alessio le está haciendo pagar a Luca por todo lo que ha hecho a nuestra familia. Sonja, Dasha y Zenya también están haciéndole pagar a Gianmarco por la muerte de Katya, me han contado que el cabrón suplicó por su vida desde el primer minuto. Pittore se encarga de Braulio, se ha esmerado con él. Luca, Gianmarco y Braulio han sido inyectados con el suero que los científicos rusos crearon, el Katyabol'. Ayudo a Danilo a entrar en el coche, su madre se sienta detrás con él, necesita tener la pierna estirada. Alonso se sienta delante conmigo. Flávia ha estado muy triste esta semana, descubrimos los cadáveres de Thiago y Carmelo en el cobertizo, algunos de los hombres de Luca los mataron. No la culpo por estar así, a pesar de todo lo que Carmelo hizo, era su hermano.

-¿Estás cansado cariño?- le pregunta Flávia a Danilo.

-Un poco, pero estoy más feliz que cansado, por fin puedo volver a casa.

Le guiño el ojo a través del retrovisor, su boca se curva en una sonrisa. Llegamos al viñedo unos minutos más tarde. Toda la guardia ha sido sustituida y reforzada, Sasha nos ha dejado a la mitad de los hombres que trajo hasta que podamos traer a más hombres, los soldados que están siendo entrenados en el pabellón vendrán en unas semanas, cuando Dasha y Zenya los terminen de entrenar, Sonja les está dando clases de tiro. Veo a mi tío Alessio entrar en la casa, golpea la pared con el puño mientras sigue andando.

-¿Qué le pasa?- pregunta Danilo.

-No lo sé- contesto- ¿Podéis ayudarlo a ir a nuestra habitación?- les pregunto a Flávia y Alonso.

-Sí, hijo, ve con tu tío- contesta Alonso.

-Prefiero ir al salón, estoy harto de estar en una cama- dice Danilo.

Salgo del coche, voy al despacho, sé que está ahí. Entro y cierro la puerta. Mi tío está sentado en la silla detrás del escritorio, tiene la cabeza apoyada en sus manos. Cruzo el despacho para ponerme frente a él al otro lado del escritorio, meto las manos en los bolsillos de mi pantalón.

-¿Qué pasa?- pregunto.

-Lo odio, principino- murmura- Lo odio mucho.

-¿Quieres que me encargue de él?

Levanta la cabeza para mirarme, tiene los ojos rojos, mi tío ha estado llorando.

-No, hijo. No quiero que tus manos se manchen con su sangre.

Rodeo el escritorio, me agacho en cuclillas y pongo mi mano en su pierna.

-Tío, puedo encargarme de él.

Acaricia mi cabeza por detrás.

-Lo sé, eres capaz de cualquier cosa- dice sonriendo- Pero no de esto, ninguno de vosotros va a ensuciarse las manos con él.

-¿Qué te ha dicho?

Mi tío cierra los ojos, aprieta la mandíbula tan fuerte que juro que puedo oír sus dientes rechinar.

-Ha hablado de mi madre, de cómo la mató. Le inyectó el veneno en la bolsa de la quimio. Podría seguir con vida, mis padres podrían seguir con vida en este momento.

Me pongo de pie y me inclino para darle un abrazo.

-Por lo menos no han visto en lo que se ha convertido ese loco, piensa en cómo se habrían sentido los abuelos si hubieran sabido lo que le hizo a mi padre.

ARIAN #4 [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora