Pensé que sería al revés

3. SANJI & LAW - p.1

Sanji estaba ocupado cocinando en su puesto ambulante de comida como todos los días. El plan estaba claro. Debía pasar desapercibido mientras se encargaba de atraer al mayor número de aliados posibles gracias a la ayuda de sus platos.

Aquella tarde, todo parecía normal hasta que sintió una presencia a su espalda. Se tensó de inmediato mientras se concentraba para estar listo ante cualquier movimiento del oponente. No podía llamar la atención o pondría en riesgo el plan. Sin embargo, se paralizó al escuchar los latidos del corazón contrario. Quien fuera que estuviese junto a él parecía tener el pulso acelerado y eso hizo que el cocinero dibujara una sonrisa en su cara.

¿Acaso el enemigo sentía miedo por tener que enfrentarlo?

-Así que... ¿Estás nervioso? -Preguntó provocando.

De pronto, sintió una mano posarse en su espalda mientras unos ojos grises aparecían cerca de su oído. Supo de inmediato de quién se trataba y no pudo evitar que un escalofrío recorriera su cuerpo. Se concentró en la mirada ajena intentando calmar su interior y cambiando su semblante de inmediato.

-Eres tú. ¿Qué quieres Law? Sigo sin fiarme de ti. -Soltó serio.

Aquel hombre le hacía sentir amenazado de alguna forma. Desde la primera vez que sus caminos se cruzaron había sentido curiosidad por él, sin embargo, no entraba en sus planes que acabase convirtiéndose en su aliado y después de lo sucedido en Dressrosa...

Bueno, él no estaba ahí pero sabía que el moreno había estado dispuesto a perder su vida sin importar lo que sucediese con el resto. Por eso aún le costaba confiar del todo en él. Sabía que había una razón de peso detrás de todos sus actos. El cirujano no solía actuar de forma impulsiva así que debía tener aquello planeado desde hacía mucho tiempo. Realmente debía odiar con todo su corazón a Doflamingo.

-Kuroashi-ya, vengo a avisarte. Debes irte de aquí. Hay gente que conoce nuestros rostros y están en camino.

-¿Hablas de lo sucedido con Hawkins?

Mierda, maldito muñeco de budú andante. Sabía desde el momento exacto en el descubrió que el rubio de pelo largo era aliado de Kaido, que éste les traería problemas. Hawkins era un hombre tan inteligente como peligroso y esa estúpida habilidad suya era de lo más molesta.

-No sólo es él. Hay muchos más, entre ellos Drake X.

Mierda. Más supernovas.

Genial. Eso es justo lo que necesitaban.

-Ya veo. -Dijo el rubio pensando en la información que acababa de recibir mientras se encendía un cigarro.

El tatuado le observó en silencio sin poder evitar perderse unos segundos en la azulada mirada del contrario pero, sacudió su cabeza buscando continuar la charla.

-¿No me has oído? Hay que largarse.

-Oí idiota, tú no me das órdenes. Debemos esperar a Luffy y seguir con la misión.

-Hasta que venga mugiwara-ya deberíamos alejarnos e intentar desaparecer para proteger a los demás de ser descubiertos. -Habló el cirujano fríamente.

-¿Crees que no sé lo que hay en juego? -Espetó el rubio.

-Me alegra que hayas vuelto de Whole Cake. La vieja Big Mom es una persona desquiciada y posiblemente habrías acabado terriblemente perturbado de haberte quedado allí.-Soltó el mayor ignorando la pregunta del otro.

-¡¿Por qué demonios tienes que ser tan tétrico?! -Gritó Sanji mientras un escalofrío recorría su cuerpo.

La mano tatuada se movió con tanta rapidez que el cocinero no fue consciente de lo que estaba pasando hasta que fue tarde. El médico la posó sobre su cuello con suavidad y clavó sus ojos grises en él. La profundidad de esa mirada le hizo sentir un hormigueo en el estómago.

-No es ninguna broma, Sanji. Debemos irnos rápido.

El calor que desprendía la mano del mayor sobre el cuello del más pálido le hacía sentir que podría derretirse en ese mismo instante. El azul y el gris competían retándose a retirar la mirada al contrario, sin embargo, ninguno de ellos parecía tener el menor interés de acabar con aquello. Fue el rubio quien finalmente rompió el silencio.

-Está bien. Vámonos.

Ni siquiera lo dudó antes de seguir al moreno. Y por alguna razón, lo único en lo que pudo pensar durante el camino fue el frío que sentía de pronto en la zona donde se había posado la mano del cirujano.