2. ZORO & SANJI - p.2

261 23 1
                                    


Después de varias horas bebiendo, ambos hombres abandonaron el local algo ebrios. -¿Donde piensas dormir, estúpido? -Preguntó Sanji.

-Cada noche cambio de ubicación. No es bueno que la gente me reconozca. Me están buscando por cosas que pasaron antes de vuestra llegada.

-¡Menudo descerebrado! Estoy seguro de que te metiste en un buen lío.

-¡Cállate cocinerucho! Law me contó lo de Hawkins. Vosotros no sois mucho mejores que yo.

-Tsk... -Sanji bufó molesto. -Está bien, quédate a dormir conmigo esta noche y mañana te largas. Es tarde y con tu orientación seguro que acabas en la guarida de Kaido.

-Bastardo. -Gruñó el mayor mientras seguía al rubio sin dudarlo.

Debía admitir que tenía razón.


En medio de la noche un dolor punzante le alertó y abrió los ojos de golpe mientras se masajeaba el costado izquierdo. ¡Acababa de salir disparado hacia el armario! Dirigió su mirada a la cama y se encontró con el rubio durmiendo plácidamente. Lo más seguro es que le hubiera dado una patada en sueños pero ¿Y si ese malnacido se estaba metiendo con él y sólo fingía dormir? Sin embargo, al concentrarse en el rostro dormido del más pálido fue incapaz de seguir enfadado. Se sentía cómodo hablando con Sanji. A veces no entendía porque el rubio daba tanta importancia a algunas cosas pero, se sentía realmente cómodo y cuidado a su lado.

Se acercó con cuidado y contempló cómo el cuerpo de su nakama temblaba debido al frío de ese lugar. No dudó ni un segundo en abrazar al menor contra su pecho. Éste al sentir el abrazo del espadachín dió un brinco e intentó zafarse de su agarre, sin embargo el mayor se acercó a su oído mientras ejercía aún más fuerza en su agarre.

-Quédate quieto de una maldita vez, idiota. Hace frío y debemos calentarnos.

-Oí bastardo...

Pero una corriente eléctrica atravesó todos los músculos de Sanji cuando sintió cómo la mano del peliverde que estaba sobre su abdomen le tocaba sin querer la entrepierna al intentar moverse al mismo tiempo que el rubio elevaba su cadera para colocarse adecuadamente el pantalón. No pudo evitar soltar un jadeo.

-Tranquilo, no le contaré a nadie que estás enamorado de mí, cejas de sushi. -Se burló Zoro.

Sanji dio un brinco ante estas palabras y se dio la vuelta encarando al de la cicatriz en el ojo y haciendo que éste abriera los ojos de par en par al verle tan cerca.

-Por las ganas que pareces tener de abrazarme, ¿Seguro que no es al revés, alguita? Eres tú el que de pronto se muestra más atento con todos como si estuvieses enamorado.

Después de eso el rubio salió a fumar mientras el peliverde volvía a dormirse. O al menos lo intentaba pero, no fue hasta que tiempo después sintió el cuerpo del rubio volver a tumbarse junto a él, que fue capaz de conciliar verdaderamente el sueño.


Zoro no podía negar que aquella pregunta de su nakama le confundió aún más y desde entonces, se sorprendía a sí mismo observando al rubio cuando se encontraba cerca de su posición. Cada vez que compartían un momento a solas, las cosas entre ellos parecían llevar un ritmo extraño. 

¿Por qué de pronto hablar con el cocinero se sentía tan apetecible? 

¿Desde cuando estaba tan interesado en los movimientos de Sanji? 

Todo sucedió muy rápido los siguientes días y antes de darse cuenta, se encontraba en otra región de Wano conocida como Ebisu. Sin idea de cómo volver con el resto, tampoco le daba demasiada importancia. Estaba demasiado ocupado pensando en la forma de recuperar su espada y por si fuera poco, se encontraba junto a ese viejo loco que no paraba de reír al igual que el resto de habitantes de Ebisu. Eran buena gente a pesar de resultar perturbadores pero, estar ahí significaba volver a actuar en solitario al menos hasta que volviese a encontrarse con el resto.

Fue durante el tiempo que el peliverde estuvo fuera cuando Law regresó con intención de buscar al cocinero de los mugiwara.

Pensé que sería al revésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora