7. ZORO & KID - p. 1

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No sabía cuánto tiempo había corrido para huir finalmente de la cárcel donde había permanecido preso los últimos meses. Sentía su cuerpo entumecido y sus músculos cansados debido a las esposas de kairoseki que aún llevaba pero, debía asegurarse de alejarse lo máximo posible de ese lugar. Ahora tenía que centrarse en lo verdaderamente importante. Debía encontrar al resto de su tripulación para poder enfrentarse a Kaido. Miró hacia atrás un segundo para asegurarse de que nadie le seguía pero cuando volvió su mirada al frente, perdió el equilibrio sin poder evitar estrellarse contra el suelo.

-Maldita sea. No había visto esa estúpida piedra. ¡Estoy harto de las malditas piedras! ¡No he escapado de una cárcel en la que me obligaban a picar piedra por comida para esto! -Gritó alguien furioso.

-Oí idiota. ¿Puedes dejar de hacer tanto ruido? Y lárgate de aquí. Intento pasar desapercibido y con tu pelo de antorcha no podré hacerlo. -Soltó Zoro simple.

-¿Ah? ¿Es que quieres que acabe contigo, idiota? -Preguntó amenazante el pelirrojo mientras se incorporaba y se acomodaba sus ropas sin mirar al contrario.

Aquel hombre parecía medir más de dos metros y el mero hecho de sentirse retado provocó que el espadachín dibujase una sonrisa ladeada. De pronto, sus ojos se desviaron a las esposas que el contrario llevaba.

-Dudo que con esa mierda de kairoseki puedas hacer mucho. -Señaló.

El aludido se giró hacia aquella voz para descubrir al causante de esas palabras mientras fruncía el ceño por verse descubierto. Al reconocer esa mata de pelo verde una sonrisa se dibujó en sus rojos labios. -Qué sorpresa encontrarte por aquí, Roronoa Zoro. Aunque era de esperar teniendo en cuenta que ese mono estaba en aquel lugar. -Dijo hablando consigo mismo.

-¿Luffy? ¿Qué sabes de él? ¿Y quién demonios eres tú?

-¡¿AH?! ¿CÓMO QUE QUIÉN SOY? Soy el capitán Eustass Kid. -Gritó el mayor colérico.

Zoro podía ver cómo los músculos del gran cuerpo que tenía delante se marcaban debido a su enfado. Recordaba vagamente quién era ese tal Kid pero no habían cruzado palabra alguna anteriormente así que no le importaba mucho su identidad. Quería que se largara de ahí y evitar así poner en peligro su posición.

Al ver que el espadachín se mantenía callado, el del pelo rojo siguió hablando. -Tu capitán es un idiota testarudo. Dijo que será él quien acabará con Kaido pero, no sabe que ese puesto ya está cogido. -Sentenció serio.

El peliverde le miró y no pudo evitar que una sutil sonrisa apareciese en su rostro. -Ya te gustaría antorcha, pero seremos nosotros quien acabemos con su tripulación.

-¡¿AH?! ¿Otro idiota arrogante?

Ambos hombres juntaron sus frentes con intención de comenzar una pelea en cualquier momento. Los improperios y amenazas escapaban de sus labios sin ningún pudor. El de ojos ámbar tenía el doble de tamaño que él y un semblante de asesino recién fugado de prisión, sin embargo, Zoro no era alguien que se dejase intimidar fácilmente y el hecho de que Kid pareciese a primera vista un oponente digno, sólo provocó que su sonrisa se ensanchara aún más.

Después de unos minutos el pelirrojo lanzó su primer ataque que fue bloqueado por la parte trasera de una de las espadas del espadachín quien se disponía a contraatacar. Sin embargo, todo cambió cuando vio algo que identificó al instante caer del abrigo plumoso del contrario.

-Oí ¿Eso es sake? Te perdonaré la vida si me lo das.

-¿AH? ¿DÁRTELO? ¿Sabes lo que he tenido que pasar para conseguir este sake? Lo necesito para recargar fuerzas. No ha sido tarea fácil escapar de allí.

Zoro no pudo evitar pensar en lo que acababa de escuchar. Si Kid se había logrado escapar de aquel lugar ¿Por qué Luffy aún seguía encarcelado? Maldita sea, odiaba que ese pelirrojo fuera tan arrogante y desafiante. Era como verse en un espejo y eso le daba escalofríos. Además por alguna razón la forma en la que le miraba le hacía sentir extraño. A pesar de que lo intentaba, sus ojos se movían por voluntad propia buscando los amarillos ajenos. Maldita sea, sólo quería un poco de sake. Estaba dispuesto a compartirlo si era necesario.

-Oí idiota. ¿Qué tengo en la cara para que me mires tanto? -Preguntó el mayor sacando de su ensoñación al peliverde.

-No es nada. -Respondió seco.

-Y una mierda. -Eustass estalló en carcajadas. -¿Acaso te gusta lo que ves, Roronoa? -Movió su único brazo hasta la ropa del menor y la sujetó del cuello mientras le acercaba a su rostro. -Ten cuidado porque si juegas con fuego te puedes quemar. -Susurró finalmente a escasos centímetros de sus labios.

Pensé que sería al revésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora