13. ZORO & KID - p. 3

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Enma.

Así se llamaba la katana que le habían entregado a cambio de que desechara la idea de recuperar la espada que portaba anteriormente. Recordó las caras de todos los allí presentes horas antes de que le entregaran su nueva arma. Por lo visto, la katana que andaba buscando era realmente importante para la gente de Wano. Creían que su desaparición había sido la precursora de todo lo horrible que había comenzado a suceder en la isla años atrás. Le costó acceder pero, al observar su mano y ver a Enma sintió que había tomado la decisión correcta al aceptar el intercambio que le había propuesto Hiyori.

Llevaba horas practicando mientras cortaba todo lo que se encontraba por el camino. Se sentía realmente exhausto ya que la espada drenaba su energía con cada corte, sin embargo, aquello sólo provocó una extraña excitación en él. Siempre había sido incapaz de negarse a un reto y aquello, desde luego lo era. Si conseguía dominar a Enma, se volvería mucho más fuerte y a fin de cuentas, eso es lo que quería si su plan era convertirse en el mejor espadachín del mundo. A pesar de sus esfuerzos por mantener la mente alejada de los recuerdos de los últimos acontecimientos, no pudo evitar el flashazo del cuerpo de Yasu cubierto de sangre al cortar un acantilado pedregoso y escuchar el sonido de las rocas golpeando contra el suelo.

¡MALDITA SEA!

Sintió como la ira y la frustración que sentía se acumulaban en su interior hasta salir disparadas a través de la katana mientras volvía a realizar un corte hacia una zona llena de despeñaderos similares al que acababa de romper en mil pedazos. De pronto, una gran onda envuelta en un aura negra hizo temblar todo a su alrededor y provocó que todas las piedras del lugar se elevaran unos metros para finalmente partirse por la mitad mientras eran lanzadas lejos debido a la fuerza expansiva. Segundos después, todos los acantilados que estaban a metros a la redonda, se separaron en dos mitades mientras las rocas no paraban de caer en el suelo levantando una gran nube de polvo.

-¿AH? ¡¡¡¿Qué cojones es esto?!!!

Esa voz...

Cuando la niebla comenzó a disiparse, no tardó en distinguir aquella cabellera roja que sabía que volvería a ver tarde o temprano y una sonrisa ladeada se dibujó en su rostro. Sin embargo, pronto vió una silueta junto a la de Eusstas Kid. Mierda. Esa coleta de pelo rubio tampoco iba a olvidarla fácilmente. Era el hombre que días atrás le atacó mientras intentaba recuperar su katana. El que perseguía a Hiyori y Toko.

Maldición.

Apretó sus dientes con fuerza al recordar de nuevo todo lo sucedido. Si ese idiota no hubiese aparecido tal vez habría podido recuperar su espada y volver a la aldea de Ebisu antes de que Yasu... Se dispuso a lanzar de nuevo un ataque con Enma hacia aquel rubio cuando su risa desquiciada resonó por todo el lugar pero, la voz de Kid le hizo detenerse en seco.

-¿Roronoa? ¿Eres tú? -El mayor soltó una sonora carcajada. -Parece que el destino nos quiere cerca. ¿Qué demonios se supone que haces? ¿Es que pensabas atacarme?

-No es contigo con quien tengo un problema. Pero te recomiendo que te apartes si no quieres salir herido. -Soltó serio.

No podía negar que había sentido un pequeño pinchazo en su interior al escuchar la voz del pelirrojo y verle de nuevo, sin embargo, en esos momentos tenía las emociones tan desbordadas debido a la impotencia y a las ganas de acabar con todos los que habían hecho sufrir al país de Wano, que era incapaz de pensar con raciocinio.

-Oí, idiota. -El de ojos ambar se acercó. -No sé qué mierda pretendes ni qué cable se te ha cruzado pero será mejor que alejes tus katanas de nosotros.

-¿Vosotros? Así que estás con él... -Gruñó el peliverde acercándose a ellos listo para atacar sintiendo un dolor punzante en su pecho.

Pensé que sería al revésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora