Capítulo 6 ··· L

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—Joder, se me ha cogido un gemelo.

—Llevamos dos horas ya, ¿paramos?

—Sí, mejor.

Salí de casa de Bianca y quedé con Chiara. Llevábamos dos horas follando como perros, necesitaba desahogarme.

—Debería irme ya —le digo a Chiara mientras que me aparto de encima de ella y comienzo a buscar mis calzoncillos. Ella era una chica que conocí en el último año del instituto, y desde entonces quedamos cuando alguno de los dos necesitaba pasarlo bien durante un rato.

—Los tengo aquí —dice mientras se saca los calzoncillos de debajo del culo y me los lanza. Me los pongo y acabo de vestirme, recogiendo toda la ropa que estaba desperdigada por todo el suelo de la habitación de Chiara

—Puedes quedarte a dormir, son casi las una de la madrugada.

—Tengo cosas que hacer por la mañana y descanso mejor en mi cama —miento.

—Pues cierra la puerta al salir —dice mientras se acurruca en la cama para
dormir.

Asiento con la cabeza y salgo de la habitación, pasándome la sudadera por la cabeza. Me conocía como la palma de mi mano la casa de Chiara, he estado aquí incontables veces.

Hago lo que me dice y tiro de la puerta al salir. El aire de la calle hace que parte de un párpado se me congele, así que me pongo el gorro de la sudadera.

Mi Seat Ibiza rojo es el único que queda en la calle de Chiara, me monto en él y emprendo el camino de vuelta a casa.

Siempre me juro a mí mismo que las noches de sexo intenso con Chiara tienen que acabar, pero cada vez que la situación se pone en mi camino, acepto la propuesta sin dudarlo. Supongo que en esos momentos pienso con otra parte del cuerpo.

Los borrachos del bar de abajo de su casa siguen ahí, la zona de residencia de Chiara es peligrosa, tengo que decirle que debería buscar otra zona cuanto antes.

—¿Estará despierto Carlo? —Me pregunto a mí mismo.

Desbloqueo la pantalla del móvil antes de arrancar el coche y le escribo un mensaje. Espero un poco para que responda pero su mensaje nunca llega, así que no me queda más remedio que ir a buscarlo a su casa.

Carlo vivía en un principio conmigo, pero su padre asquerosamente rico le compró un piso. Aún así pasa más tiempo en mi casa que en la suya, bueno, aunque igual soy yo el que pasa más tiempo en la suya, a quién quiero engañar...

En menos de diez minutos estoy en su bloque, las luces de su habitación se ven encendidas desde afuera, he tenido suerte, está despierto.

Entro en el recibidor y me monto en el ascensor. Cuando llego a su portón escucho unas voces detrás de la puerta, parece que hay alguien más. Me escondo detrás de la esquina del pasillo del rellano y asomo la cabeza, como en las películas.

Para mi maravillosa sorpresa quien sale por la puerta no es ni más ni menos que Alessia, la amiga de Bianca. ¿Para qué ha venido?

Mis labios forman una "O" de la sorpresa cuando se despiden con un beso en la boca, Carlo no tiene camiseta pero es normal, es liberal por naturaleza, siempre va por el mundo como su madre le trajo.

Cuando cierra la puerta y Alessia entra en el ascensor, aprovecho mi oportunidad y llamo al timbre de la casa. Carlo abre la puerta y mientras que la abre dice:

—¿Se te ha olvidado algo reina?

—Sí mi vida, dame otro besito —le respondo poniéndole morritos.

Un Giro en 90 GradosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora