Capítulo 30 ··· L

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neverletyougo ··· ROLE MODEL

—¿Has comenzado a encender la barbacoa? —preguntó Carlo cuando me vio bajando las escaleras.

—Mierda —dije más bien para mí mismo. Me había olvidado completamente de que cuando se salió de la piscina me dijo que tenía que tener encendida la barbacoa para cuando él llegara—. Pensé que aún sería muy pronto para encenderla, y además, esa barbacoa es de las modernas y tiene unos botones un poco extraños que no sé cómo funcionan —me excusé.

Carlo dejó las bolsas con la carne y la verdura en la isla de la cocina, mientras que Alessia y Pietro cogían algunos platos y vasos para ponerlos en la mesa del jardín.

—Bueno, pues coloca los filetes y las verduras en unas bandejas y los traes a la mesa del patio —dijo cuando cogió las pastillas de la barbacoa de un cajón de la cocina. Yo asentí con la cabeza e hice lo que me pidió. Abrí las bolsas y saqué dos bandejas de los compartimentos que había a la izquierda de la isla.

—¿Has visto a mi hermana? —preguntó Carlo cuando vino a por unas pinzas para no quemarse con la barbacoa.

—Creo que dijo que iba a ducharse —mentí, aunque no sabía si era del todo una mentira.

—Vale, pues cuando salga pregúntale si puede contar el pan.

—¿Y Alessia y Pietro? —pregunté al no verlos por ninguna parte—. Cogieron los platos y no han vuelto más.

—No seas perezoso, nosotros tres hemos ido al pueblo a comprar, y vosotros os habéis quedado aquí sin hacer absolutamente nada.

En ese sentido tenía razón, aunque Bianca y yo no nos habíamos quedado en casa sin hacer nada, tal y como él había dicho. Lo cierto es que habíamos estado haciendo alguna que otra cosa...

—Vale, voy a subir a avisarla.

Fui hacia las escaleras y una vez que estuve en la puerta del baño, la abrí sin molestarme en llamar antes. Cuando entré, para mi disgusto, ella estaba ya vestida con unas bermudas vaqueras y una camiseta de manga corta de color rosa, secándose el pelo con un secador.

—Dice Carlo que bajes a cortar el pan —le dije apoyado en el marco de la puerta.

—¿Y no hay nadie más que pueda hacerlo? —Preguntó agachada para que el pelo le caiga por la cara y así pudiera secarlo mejor.

—Al parecer como ellos han ido a comprar las cosas, tienen el privilegio de no hacer nada. De hecho, Carlo se ha puesto a encender la barbacoa porque a mí se me ha olvidado, y en lugar de encender una barbacoa parece que ha ido a descubrir América por segunda vez —expliqué.

Ella comenzó a reírse y luego se incorporó para desenchufar el cable del secador.

—Vamos —indicó viniendo hacia la puerta.

—Bésame si quieres pasar —le dije interponiéndome en su camino. Ella se acercó a mis labios sin dudarlo y los besó con sosiego.

Yo la dejé pasar una vez que lo hizo y ella se metió en su habitación para supongo que dejar el secador. La esperé en el pasillo hasta que salió, y cuando lo hizo bajamos juntos a la cocina.

Luego cada uno se puso a hacer su tarea; ella cortó el pan y estuco colocándolo en dos platos diferentes mientras que yo separaba los filetes y los colocaba en una bandeja para llevárselos a Carlo.

Una vez que terminamos, salimos al patio y le di la carne a Carlo, para luego cambiarme de posición con él y ser yo quien hiciera los filetes en la barbacoa.

Bianca se quedó conmigo mientras que ellos tres se pusieron a jugar en una de las tumbonas a una especie de juego de cartas que Alessia había comprado en el pueblo.

Un Giro en 90 GradosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora