Capítulo 32 ··· L

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El timbre de casa sonó, pero yo no esperaba visita. Antes de venir a mi cuchitril de piso, pasé por casa de Carlo, pero él no me dirigió la palabra en ningún momento, solo me dejó pasar, sin saludarme, para que recogiera mis cosas y saliese de allí lo antes posible.

Me levanté del sofá hundido y me dirigí a la puerta. Cuando la abrí, emitiendo ese ruido a risa de bruja que demostraba la antigüedad del edificio, casi me arrepentí de haberlo hecho, debería acostumbrarme más a menudo de mirar por la mirilla.

—Hola —saludó Bianca tímidamente.

—No es buena idea que estés aquí —dije nada más verla, colocándome en medio de la puerta para que ella no pasara hacia dentro.

—Yo también me alegro de verte —respondió, apañándoselas para entrar por debajo de mi brazo—. Bonita casa por cierto.

—Tienes que irte —le indiqué, enfadándome.

—Y yo te respondo que no, que no voy a irme.

Es demasiado tozuda, pero igual yo debería relajarme un poco y dejar que ella me contara lo que quisiera contarme.

—¿Qué haces aquí?

—Solo quería verte, después de que te hayas pasado todo el camino de vuelta a Florencia en silencio...

—Ya, pero es que no quiero ver a nadie, ni hablar con nadie. Si quisiera hacerlo, el que te hubiera llamado sería yo.

—Pero como no me has llamado, no me ha quedado más remedio que venir a buscarte.

—Es mejor que te alejes de mí, corres un gran riesgo por mi culpa.

—Sé como conseguir el dinero —dijo sin más, callándome.

—Sí, yo también: Hola señor Giovanni, ¿nos permite entrar en su despacho y
robar de su caja fuerte veinte mil euros con la contraseña que claramente no tenemos, para saldar una deuda que tengo desde hace cinco años? Muchas gracias —bromeé, aunque no tuviese ganas de hacerlo.

—No, gilipollas, se me ha ocurrido algo.

—Soy todo oídos.

—Pietro va a mudarse a México.

—¿Cómo? —pregunté asombrado, no sé a qué venía la mención de Pietro en esta conversación, pero aun así, me impresionó.

—Déjame terminar. Pietro va a mudarse a México durante un tiempo, para ayudar a su hermano a cuidar a su padre enfermo, y había pensado en montar una fiesta o merienda de despedida en casa de mi padre. Llamaremos a Susan, a Tiffany... y montaremos jaleo. Mientras, tú y yo subimos a su despacho y cogemos el dinero de la caja fuerte.

—Ya, muy buen plan, si estuviésemos en una película. Pero esto es el mundo real, y esas cosas no salen bien.

La verdad es que el plan no era del todo malo, pero todavía quedaba un matiz muy importante por resolver.

—¿Pero y si sale bien? Mejor arrepentirse que quedarse con las ganas, ¿nunca has oído ese dicho?

—Bianca, no va a salir bien —dije, siendo lo menos optimista del mundo—. Y además, no entiendo que parte de «quiero que os alejéis de mí» no habéis entendido.

—¿Volvemos a empezar? Ya te he dicho que no voy a alejarme de ti tan fácilmente. Es verdad que la has cagado, que tendrías que habernos contado antes todo esto, que casi me matan por tu egoísmo... Pero considero que eso no es motivo suficiente para alejarme de ti, no quiero hacerlo.

Sus palabras me golpearon en el pecho una tras otra, justo en ese órgano que nos ayuda a estar vivos, justo en el corazón. En este momento es cuando me he dado cuenta de que los amigos de verdad existen, aunque no sé si ella y yo somos eso.

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⏰ Última actualización: Aug 25, 2023 ⏰

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