11.- BORRACHA

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Marcos se dejó llevar por esa voz en su cabeza que le decía besala de una puta vez y no podía estar más conforme con esa decisión. Los labios suaves y húmedos de Ju eran exquisitos, más aún de lo que había fantaseado tantas veces antes.

Acomodó sus manos en la espalda y cabeza de Ju mientras desviaba sus besos a su mejilla, cuello y hombros. Su cabeza le decía que fuera despacio, pero sus manos parecían tener voluntad propia.

Ju estaba en otra dimensión, había decidido poner en off a sus pensamientos y dejarse llevar por sus más primitivos deseos. Cuando Marcos le besó el cuello, quiso clavarle las uñas en la espalda pero se encontró con que su camisa le estorbaba. Empezó a desabotonarla hasta que por fin se liberó de ella. Ahora podía tocar sin límites sus brazos, su espalda. Recordaba todas las veces que había querido hacerlo de esa manera y por fin podía.

Lo besó como tenía ganas de besarlo hacía mucho tiempo, pero ya no era suficiente. Bajó su mano a su entrepierna y notó que él la deseaba tanto como ella a él y fue a por su cinto, pero la mano de Marcos la detuvo.

- Pará, ahora no.

- ¿Qué? ¿Por qué?

- Estas borracha.

- Estoy re bien, no importa.

- No quiero que te arrepientas mañana.

- No no, nunca he estado tan segura de querer algo, le dijo indignada mientras lo besaba nuevamente.

- Mañana me lo vas a agradecer.

Juli se apartó sorprendida y un poco molesta. Quién se creía que era para rechazarla de esa manera, aún mas en esa situación que él mismo alentó.

- ¿No querés?

- Obvio que quiero.

- ¿Entonces?

- Ju solo quiero cuidarte.

La ternura en su voz hizo que vuelva un poco en sí. Efectivamente estaba borracha y a pesar de las ganas que tenía, no sabía si era lo mejor para lo que fuera que se empezaba a materializar entre los dos. Se levantó de la mesa y se sentó en la cama con un poco de vergüenza.

Recordó otras veces en las que estuvo en la misma situación. Nunca antes se detuvo a pensar si efectivamente estaba en condiciones de consentir.

Marcos se sentó a su lado mientras le alcanzaba un vaso con agua.

- Perdón, fue mi culpa.

- No, para nada.

- Tenía muchas ganas de besarte y se me fue de las manos. No debí dejar que me saques la camisa.

- Esta todo bien, pensé que no te gusté.

- Estas loca, no te das una idea de lo que me costó frenarte.

Miro su carita con expresión derrotada toda tierna y se avalanzó en un abrazo que la dejó recostada. Ambos rieron y se quedaron ahí, cucharita.

- ¿Qué pensas?, preguntó Marcos.

A Ju le habría resultado más fácil tener sexo que mostrarse vulnerable ante Marcos. Él siempre podía sacarle la ficha cuando algo andaba pasando por su cabeza.

Pensaba en que lo que menos necesitaba en esos momentos era enamorarse. En otro momento de su vida un garche fijo le habría venido ideal, pero era obvio que Marcos era mucho más que eso para ella. Pensaba en que tenía miedo. Miedo a que el cariño que sentían por el otro solo fuera amistad y atracción física pasajera. Miedo a que él se enamorara y ella no, o al revés. Miedo a que se enamoraran ambos y tener que estar en el ojo de la tormenta constantemente por estar con el chico más bueno y codiciado del país.

- ¿Ju?, volvió a preguntar.

- Perdón, me colgué. Pienso muchas cosas.

- ¿Me voy?

- ¡No!, respondió apresurada, se dio vuelta y lo abrazó fuerte. No quiero que te vayas. Solo que son muchas cosas que procesar y no quiero lastimarte.

- No vas a lastimarme.

- No sabes eso.

- Lo sé, porque sos una persona hermosa y porque yo elijo estar aquí, contestó mientras le acariciaba el pelo con ternura.

- Gracias por quedarte conmigo, contestó Ju mientras cerraba los ojos para sentirlo mejor. 

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Marcos notó que Juli se quedó dormida en sus brazos. Era la vista mas hermosa del mundo a sus ojos. Miró la hora en el celular de Juli que estaba ahí mismo, notó que estaba en modo avión. Eran recién las 11 de la noche. La acostó bien y como pudo le sacó los accesorios y la falda y le puso un short de pijamas que encontró en la silla, mas no encontró solución con su top asi que lo dejó así nomas.

No sabía bien qué hacer

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No sabía bien qué hacer. Acostarse en boxer le parecía un montón, ponerse la camisa para acostarse era ridículo y dormir con jeans, incómodo. No quería dejarla sola y tampoco ir a buscar ropa a su habitación.

Optó por acomodarse a su lado así, vestido. Cualquier cosa, se quedó dormido así.

Su cabeza reproducía en loop los besos que se dieron hacía solo un rato. Las ganas, como sus lenguas se complementaban en cada movimiento, como sus manos sabían exactamente qué hacer. Besarla se sentía como estar en casa. Deseó no haberla detenido, pero había sido lo correcto. Acarició el pelo de Ju profundamente dormida hasta que el sueño lo venció a él también.

Cuando nadie nos veDonde viven las historias. Descúbrelo ahora