47.- El rencuentro

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La copa de vino se había derramado sobre la armadura de Riftan.

-Lo siento, no te escuche entrar. -Se disculpo nerviosamente Medea, con una mano se aferraba a la toalla mientras intentaba limpiar el vino que había caído sobre Riftan.

-Detente. -La voz del caballero retumbo en sus oídos, sus pupilas dilatadas y su respiración entre cortada delataba su ansiedad.

Medea dio un paso hacia atrás, el cuerpo de su esposo cubría su paso, se sentía nerviosa sin entender del todo por qué.

Riftan tomo su mano libre y deposito un suave beso sobre su palma, ese simple gesto hizo hervir su interior, Riftan abrazo su cintura con suavidad, haciendo uso de todo su autocontrol, acerco su rostro al de ella y deposito un dulce beso sobre sus labios, su aliento hacia cosquillas en su rostro, el suave olor de los aceites que habían quedado de manera superficial sobre el cuerpo de Medea lo embriagaba. Cerro los ojos con fuerza.

Se quito con brusquedad los guanteletes, la imagen de su esposa frente a el cubriendo su cuerpo húmedo con solo una toalla lo estaba volviendo loco, el dolor en su entrepierna era palpitante, exigía liberación.

Medea se acerco lentamente a su esposo para ayudarle con la tarea con la que estaba sufriendo con torpeza, lo había visto cientos de veces quitarse la armadura sin problemas, pero ahora lucia como un potro recién nacido, apenas capaz de mantenerse en pie, amarro con firmeza la toalla a su cuerpo, toco con cuidado el pecho del caballero, le ordeno que se sentara en unas de las sillas que estaban a lado de la mesita donde estaba el vino, Riftan siguió su voz casi como si estuviera bajo un hechizo, dejo que desatara las hombreras, por suerte su marido no estaba usando una armadura completa, como la de los cuentos medievales que alguna vez leyó, la que usaba durante el viaje era sencilla, con los complementos elementales para salvaguardar su vida, desengancho con cuidado la cota de malla que cayo ruidosa al suelo, Riftan que ya se había desprendido de las grebas y los quijotes, la tomo de la cintura y coloco a horcajadas sobre si, Medea pudo sentir la urgencia del caballero quien hasta ese momento seguía sin decir una sola palabra.

-Med, -fue todo lo que salió de sus labios antes de volver a unir a sus labios con anhelo, se sentía torpe, como la primera vez, fue consciente que aun cuando era la misma persona que lo había acompañado por casi 5 años, esta era la primera vez desde que conocía su verdadera identidad y aunque su exterior no había cambiado, para él, su esposa era una persona completamente diferente.

Escucharlo decir su nombre la tomo por sorpresa, de pronto se sintió cohibida, como una doncella en su noche de bodas, se sentía tonta por emocionarse tanto por escucharlo decir su nombre, ella estaba viviendo la vida de alguien más, ni siquiera era su cuerpo, ni siquiera eran remotamente parecidas, recordó las líneas en las que Riftan parecía admirar la blanca piel de Max, ¿Cómo reaccionaría si conociera su verdadero aspecto? De pronto se sintió lejana, su corazón se sentía de plomo, las dudas preguntas y acusaciones golpeaban con fuerza su aturdida paz.

-Te amo, -susurro Riftan al notar el conflicto interno de su esposa, -a ti, que seas decidida, valiente, terca, amo que seas capaz de empuñar una espada, que me contraries, que actúes con determinación...

Medea no pudo contener su emoción y cubrió sus labios con los suyos, lagrimas corrían por su rostro, se sentía conmovida y amada, se pertenecían, ya no había secretos entre ellos, el miedo que la consumía se disolvió con el firme agarre del hombre frente a ella.

Riftan se levantó con ella atada a su cintura, no podía seguir esperando, arranco la tela que la envolvía, acaricio sin demora su cuerpo, la deposito con suavidad sobre la cama y se dejó embriagar por su desnudez.

Recorrido con su boca el tembloroso cuerpo de su amada, se deleitó con la firmeza de sus pechos, acariciando y provocando los gemidos involuntarios que su esposa trataba de ahogar con desesperación, tomo con su mano libre sus muñecas y las coloco por encima de su cabeza.

-Quiero escucharte, -le dijo con su voz ronca y seductora, beso su cuello sin dejar de tocar la cálida humedad que corría descarada entre sus piernas, estaba listo para él, pero no quería apresurarse, -Quiero escucharte, -repitió casi como una amenaza, soltó sus muñecas y bajo a su vientre, mordisqueando, oliendo y saboreando todo en ella.

Una fuerte oleada de placer la inundo, Medea sintió su cuerpo languidecer, inmovilizada como estaba por los fuertes brazos de su esposo, que atrapo sus piernas para tener acceso sin restricciones ella.

-Riftan, -suplico casi sin aliento- Por favor, te necesito dentro de mí, por favor...

Una sonrisa de satisfacción fue todo lo que tuvo por respuesta.

-Como ordenes, - gruño antes de abrir por completo sus piernas y entrar en ella de un solo golpe. Casi pierde el control, se resistió, empezó el galope firme y constante, pero no era suficiente, una nueva lucha surgió entre ellos, los vaivenes, a veces armonioso, a veces desenfrenados, los sonidos que no se distinguían uno del otro, se entrelazaron como un solo ser. No perdieron una sola oportunidad para saborear cada uno de fluidos, la imaginación se apodero de su deseo, reconocieron cada uno de sus rincones hasta alcanzar la gloria, el estallido tembloroso que termino por vencerlos.

Se sentía adormecida, no había un solo pensamiento rondando por su cabeza, estaba agotada, sus ojos se cerraban em contra de su voluntad, quería seguir observando el rostro de su esposo, deleitarse con su fuerte cuerpo, pero fue inútil, se dejó mecer por la dulce voz que le repetía su nombre.

Despertó a causa de las caricias impacientes de su esposo, acababan de regresar de un largo viaje, ni siquiera había tenido un descanso adecuado, ¿Cómo podía tener tanto vigor?, tardo un par de segundos para darse cuenta que estaba sumergida en agua tibia y fragante, un alivio para el escozor provocado por el reencuentro, las manos del caballero rodeaban sus montañas, pellizcando ligeramente sus pezones que respondían a su toque, curveo la espalda, su cuerpo se encontraba muy sensible y no estaba segura de ser capaz de responder a las necesidades de su marido quien ya estaba preparado, Riftan beso su cuello y volteo su cabeza con suavidad trago sus protestas y hundió su lengua en la boca de su dulce esposa, para él, la espera fue agonizante y su interior ya hervía con deseo, acaricio con suavidad la hendidura de su cuerpo, aun cuando parecía decir que no sus reacciones le permitían el acceso, bebió su saliva y aun si separar sus labios elevo sus caderas y la empalo sin dejar de acariciar el hinchado bulto que escondido entre sus pliegues.

Un grito escapo de la mujer que se retorcía sobre su cuerpo, era una mezcla de dolor y placer, soltó ligeramente su agarre, por un segundo creyó que lo iba a rechazar, tal vez debido al agotamiento, no la iba a forzar si se alejaba, por eso, cuando se incorporó sobre la bañera y se colocó frente a él su ánimo se recuperó de inmediato, la vio colocarse en cuclillas y encargarse de colocar su hinchado miembro dentro de ella, la vio soltar un suspiro largo y profundo, el suave vaivén de sus pechos lo invitaron a besarlos. Intento sujetar sus caderas cuando sintió que Medea acelero el ritmo, fue inútil, no pudo contener su respuesta, inundo el cuerpo de su mujer con su explosión. La sonrisa maliciosa en los labios de su esposa le dieron la respuesta, fue su venganza, no pudo evitar sonreír ante su derrota. 

Cliche de reencarnación/ BAJO EL ROBLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora