eteisceid

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Después de despedirme de Diana y Noah (quien resultó ser un pequeño caballero) salí en rumbo a la cafetería de Alice para tomar un café antes de ver a mamá.

El hecho de que estuviera corta de tiempo no me permitió quedarme a escuchar como le había ido a Diana en su cita con Chase, así que me pasé todo el camino intercambiando mensajes con ella. Me contó que la había llegado a conocer a su familia y luego de eso fueron a un pequeño puente a las afueras de la ciudad y admiraron el ocaso por un rato.

Cuando alcé la mirada me di cuenta de que ya había llegado a la cafetería.

- Buenas tardes Alice.- saludé aún fuera de la cafetería, ella estaba atendiendo a unas pocas personas que se encontraban en las mesas afuera de la cafetería.

- Buenas tardes cariño, entra, en un momento llevo tu orden.

Me adentré en el local y tomé asiento en una de las mesas que estaban cerca de la entrada y quedaba a un lado de un gran ventanal que me permitía ver la gran cantidad de autos que transitaban por esa carretera.

Miré hacia la mesa en donde se encontraba mi teléfono rodeado por mis dedos temblorosos de alegría, nerviosa, pensé dos veces en lo que iba a hacer.

"Te extraño estúpido"

Teclee la pantalla rápidamente y nerviosa. El mensaje obviamente iba dirijido a Logan, apreté dudosamente la opción enviar. No sabía porqué quería dejarle saber como en verdad lo sentía, pero desde hace días me he estado mortificando a mi misma por hacer esta barrera entre nosotros. Se que no parece que sea yo la que haga que no pasemos tiempo juntos pero en cierto punto era mi culpa, desde que había llegado no fuí a recibirlo como la "amiga" que soy. El podría ser amigo de Alex y de Diana igualmente pero por mi no lo es, es decir, si el quiere ser su amigo y hablarles no tengo ningún problema con eso, pero la barrera invisible que yo misma he creado no lo deja socializar como a el seguramente le gustaría.

Todos esos pensamientos pasaron de Logan a la mujer que me dio la vida me crió y me vio crecer.

Comencé a pensar en que temas hablaría cuando la volviera a ver, tenía tanto que contarle que seguramente no sabría por donde comenzar. Tristemente no tengo un pasado que me guste recordar, mis días se basaban en sufrimiento y terapias psicológicas. Se que cuando vea a mi madre todo lo que sufrí se reproducirá en mi mente como una película de terror que me hacechará por el resto de mi vida. Mi padre, ese hombre es el causante de mis problemas y traumas de mi niñez. Todos los días luego de regresar de el colegio mi padre se encontraba en casa, siempre con una botella de licor barato alrededor de sus largos y callosos dedos.

Cada vez que entraba a mi casa subía rápidamente a mi habitación rezando a que mi padre no notara mi existencia, pero siempre resultaba siendo inútil. Luego de haber dejado mi pequeña mochila en el suelo y soltar mis pequeñas coletas mi padre llamaba mi nombre incansables veces hasta que yo me dignara a bajar las escaleras e ir a donde el, era mejor que bajará por mi cuenta antes de que el subiera por mí a mi habitación buscando mi pequeño cuerpo escondido debajo de la cama.

- ¿Sí padre?- mi aguda voz preguntaba.

- Ven aquí, acércate. No te haré daño.- se me dificultaba entender sus palabras ya que su lengua se trababa y le costaba hablar bien.

- ¿Cuanto quieres a tu papi?- preguntaba una y otra vez acariciando mi mejilla con sus dedos.

- Mucho.- susurré sabiendo que era eso lo que él quería escuchar y quería acabar la tortura lo más rápido que podía. El era astuto, sabía que mi madre podía llegar en cualquier momento.

- Habla más alto niña, no te escucho.- espetó duramente.

- Te quiero mucho, padre.- hablé un poco más alto para que me escuchara. Y luego de eso siempre pasaba lo peor.

Recuerdo que me tomaba delas muñecas mientras lágrimas silenciosas se deslizaban por mis mejillas. Tiraba mi pequeño cuerpo a su regazo y me comenzaba a decir lo bonita que era, acariciaba mis piernas y me decía que me quería mucho.

Me tocaba en lugares que una niña de ocho años jamás debería ser tocada y luego me obligaba a tocar la parte en la que quedaba su entre pierna.

Así fue todo hasta que cumplí los trece años y mi madre lo encontró estando apunto de violarme.

- ¡Mackenna! Dios mio por que lloras cariño.- gritó Alice sacándome de mi oscuro pasado y regresándome a la realidad.

Sólo recuerdo unas manos rodearme antes de que todo a mi alrededor se volviéra completamente oscuro.

.

Una molesta luz que estaba en la habitación que me encontraba me hizo despertar poco a poco para darme cuenta de que me encontraba en una sala de hospital. Miré alrededor de la habitación y estaba compuesta por una cortina que separaba la mitad de el cuarto, un pequeño sofá de dos personas y una silla a un lado de la cama. Me sorprendió el hecho de que la persona que de encontraba en la silla con su cabeza recostada en la cama y tenía una de sus manos entrelazadas con la mía era Logan.

Apreté levemente su mano en un intento de llamar su atención.

- Mack, Oh Dios ¿Estás bien?- preguntó con la preocupación en cada una de las fracciones de su rostro.

- ¿Porqué estoy en este lugar?- pregunté a Logan, haciendo que los recuerdos de mi infancia volvieran y mis ojos se humedecieran.

- No llores, tranquila, ya pasó. Estoy aquí contigo.- susurró acariciando mi cabello y abrazandome. Sollozé por unos minutos en su pecho cuando escuchamos que la puerta se abre haciendo que nos separemos.

- ¿Mackenna?- preguntó la voz preocupada de mi madre.

- Mama.- las lagrimas amenazaban en volver a salír de mis ojos descontroladamente.

Se apresuró a soltar su bolso en el sofá de la habitación y rodearme con sus brazos fuertemente.

7 de junio

Clouds. {pausada}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora