2: El cumpleaños

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Lilith acabó de aplicarse una ligera capa de rimel y abandonó el baño de su apartamento. Agarró las llaves de su pequeño coche, lo único bueno que le había dado su padre, además de unos bonitos ojos verdes, y partió en dirección a la tranquila zona residencial donde se crio.

Los mejores recuerdos de Lilith tenían como escenario las dos casas contiguas en las que Kendall y ella crecieron. Era su refugio, el lugar donde volvía cuando necesitaba liberarse del peso del mundo, a los brazos de su madre Grace, o de la persona a la que consideraba su segunda madre, Emma. No podía soportar la idea de que ese lugar fuese a ser mancillado por uno de los individuos a los que más odiaba.

Aparcó en la entrada del garaje de la casa de su madre y salió del coche sacudiendo su melena con la mano para que las ondas que habían quedado aplastadas por el respaldo del asiento volvieran a su posición original.

Inspiró y expiró bocanadas profundas de aire frente a la puerta vecina, odiaba tener que hacer eso antes de cruzar el umbral que tantas veces había cruzado corriendo con despreocupación.

Golpeó con los nudillos la puerta blanca, que se abrió casi a la vez.

—Conrad —Sus labios se curvaron en una mueca de desagrado al pronunciar el nombre de su hermano pequeño.

—Li —dijo este mientras la envolvía en un ligero abrazo.

Cruzaron juntos la familiar casa hasta salir al jardín, Lilith vaciló, que su hermano hubiese abierto la puerta sólo podía significar una cosa, ella era la última en llegar, siempre era uno de los hermanos Kelly. Cuando saliese al soleado jardín trasero las personas a las que no quería ver ya estarían allí. La corta parada de Lilith pasó desapercibida para Conrad que salió al exterior creyendo que su hermana lo acompañaba.

Lilith salió unos cuantos pasos por detrás de su hermano, con la vista centrada en las anchas espaldas del chico, no queriendo ver a las personas que con su presencia profanaban ese hogar.

Sin embargo, cuando su hermano se apartó para abrazar a Grace, su vista quedó libre, y se olvidó de todas sus preocupaciones debido a la mujer que acababa de aparecer en su campo de visión, sentada en una silla dando pequeños sorbos a su vaso de limonada.

Lilith echó a correr, con su corto vestido veraniego de flores y su melena ondeando al viento.

—Abuela María —Lilith se precipitó entre los brazos abiertos y acogedores de la anciana.

Bambina —respondió María.

Lilith se sentó en la silla vacía al lado de la mujer.

—Creía que no vendrías.

—¿Cómo iba a perderme la presentación del novio de mi nieta? —dijo la anciana dirigiendo su mirada al lugar donde Lilith no quería hacerlo.

Lilith frunció el ceño, provocando en María una risa ruidosa que atrajo hacia el dúo las miradas de los allí presentes. Lilith bajó la mirada en un infantil intento por seguir esquivando la presencia de los dos futbolistas. Tarde o temprano tendría que enfrentarlos, no podía pasarse todo el día haciendo como si no existieran, sobre todo porque su mejor amiga, la cumpleañera, no parecía interesada en separarse de ellos.

Jack clavó su mirada en la chica pelirroja, la había visto pasar como una exhalación de fuego cuando entró en el jardín, la famosa mejor amiga de la que no había parado de escuchar hablar desde que conoció a Kendall. Había contado muchas cosas sobre ella, pero nunca les había dicho que era tímida, como sin duda parecía por los desesperados intentos que hacía para esquivar las miradas.

—Sé buena —dijo María.

La caricia de la arrugada mano de la anciana en la mejilla de Lilith transportó a la joven a la infancia. A las ajadas sillas de la cocina en las que Kendall y ella se sentaban a mezclar ingredientes y comer masa de las riquísimas galletas y magdalenas de la abuela María mientras el abuelo Lorenzo leía en voz alta.

Demon |Jack Grealish | #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora