—¿Vienes mañana a casa? —preguntó Grace al otro lado del teléfono.
Lilith dudó. Desde hacía cuatro años pasaba cada siete de agosto en casa, con su madre. Entre las plantas del jardín, limonada y llanto. Sin embargo, este año sentía que debía estar en otro lugar, pasar el día con otra persona.
—No, creo que voy a ir a Birmingham
—¿Estás segura? —La voz de su madre sonaba preocupada.
—No —Lilith intentó sonar tranquila —. Pero creo que es lo que tengo que hacer.
—¿Va Kendall contigo?
—No. Está en Londres.
—Es verdad. El primer partido de liga. Emma me dijo que la estaba volviendo loca.
—A ella y a todos. Está un poco nerviosa porque el primer partido al que fue perdieron. Así que piensa que es gafe —Lilith agradeció el cambio de tema.
—Mi pequeña —dijo Grace con cariño —. Siempre tan intensa. ¿No te pidió que la acompañaras? Eso sí que es raro.
—Me lo pidió. Una y otra vez, hace un rato me ha mandado el último mensaje diciéndome que fuera. Pero no podía. No mañana.
—Puede que sea bueno, pasar este día rodeada de gente y distraerte.
—No te digo que no. Pero allí no, con esa gente no.
—Conrad también va. A ver a su equipo aquí en Manchester. Podrías ir con él, de pequeños os lo pasabais muy bien juntos.
—Mamá —Lilith no quería ser brusca. Sabía que su madre tenía la mejor intención —. Con no va solo. Y sabes que no me gusta el fútbol.
—Es tu hermano.
—Lo sé.
—Es la misma persona a la que adorabas cuando erais niños.
—Eso no lo creo mamá.
—Llámalo algún día hija, verás que sí. Necesita a su hermana mayor.
Lilith aceptó. Haría cualquier cosa si su madre se lo pedía. Si podía ayudar a que la mujer fuera más feliz. Llamaría a su hermano algún día. Haría un esfuerzo.
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Lilith soltó el volante que había estado agarrando con fuerza. Notaba las manos agarrotadas de apretar, el coche era su solidez, casa. Cuando bajase tendría que enfrentarse a algo que había estado reprimiendo los últimos cinco años.
Con manos temblorosas quitó las llaves del contacto.
El viaje a Birmingham era demasiado corto. Necesitaba más tiempo para mentalizarse. Aunque la realidad era que ni un viaje de diez horas le habría servido para que al bajar del vehículo sus piernas fueran firmes y no dos barras de mantequilla en verano.
Caminó por las pequeñas calles, a la sombra de los grandes olmos. El aire olía al jazmín del verano, mezclado con aromas de multitud de flores diferentes.
Solo había estado una vez en este lugar, años atrás, con Alison. Antes de que el nombre de su amiga fuera uno de los que se encontraba grabado en piedra.
Se sentó junto a la lápida. Observándola por primera vez. La cara sonriente de su amiga la miraba desde el centro, con esa sonrisa pícara que solía usar y sus ojos azules casi cerrados, debido a la risa. Recordaba esa foto, se la tomó ella. Los ojos se le empañaron. Sabía que sería difícil.
Alguien había traído flores frescas, tulipanes naranjas, sus favoritos. Lilith tocó el pétalo de uno de ellos, necesitaba hacer algo con las manos.
—Hola, D —dijo Lilith.
No sabía qué hacer, se arrepintió del viaje. No era la primera vez que estaba en un cementerio. A menudo acompañaba a su madre a visitar la tumba de sus abuelos, pero nunca los había conocido, para ella no eran más que nombres y fotos. También había ido a visitar al abuelo Lorenzo, pero siempre con Kendall o la abuela María. Esto era diferente. Alison no debía estar ahí, su amiga debería estar con ella, viajando por el mundo descubriendo historias increíbles. Publicándolas en su propia revista. Tenía que estar viva.
—Lo he conocido. Odio hablarte de él, porque si no fuera por él hoy me podrías responder. Pero te conozco lo suficiente para saber que es lo primero que me preguntarías.
»Ahora vive en Manchester. Irónico ¿Verdad? Después de todo ha acabado en mi ciudad, en nuestro lugar seguro. Lo fichó el City. Pagaron un montón de dinero por él y es suplente. No te enfades, pero estoy disfrutando ver como les demuestra a todos que tiraron el dinero.
»Sí. Tiene novia, se llama Sasha, es una chica del colegio católico ese al que ibais. Quizá la conozcas, dice que eran amigos de la infancia. Pero no la tomes con ella, es buena chica, como lo eras tú. No os merece a ninguna de las dos. No ha cambiado nada, sigue siendo el mismo egoísta sin corazón que antes.
»Ken se va a casar, la semana que viene se muda con su futuro marido. Se ha prometido con un futbolista y yo no he podido hacer nada para evitarlo. Igual que no pude ayudarte a ti. Aunque este parece diferente, lo he investigado, con entrevistas y todo. Como la Rotweiller nos decía siempre en clase —Lilith se río entre las lágrimas, recordando los apodos que su amiga usaba con todos los profesores —. Y parece un buen tío. Espero no equivocarme.
—¿Angie? —dijo una débil voz a sus espaldas. El nombre con el que se había referido a ella le encogió el estómago.
—Señora Cantwell —Lilith se levantó sacudiéndose los pantalones.
La mujer colocó el ramo de margaritas que llevaba entre las manos, junto al de tulipanes que ya adornaba la tumba de su hija.
—Qué bonitos —Acarició los pétalos —. ¿Los has traído tú, Angie?
—No —Respondió Lilith con un hilo de voz.
—Perdona —dijo la mujer, percatándose de la expresión de Lilith —. Ella siempre te llamaba por ese nombre, es la costumbre.
—No se preocupe, es bonito. Hace mucho que nadie me llama así.
Ambas miraron la lápida. Los números grabados debajo del nombre de la chica. Siete de agosto de dos mil diecisiete. Desde ese día nadie la había vuelto a llamar así.
—Siento no haber venido al funeral. —Las mejillas de Lilith se volvieron a convertir en un reguero de lágrimas —Yo...No podía —dijo tratando de reprimir un sollozo.
No tenía derecho a comportarse así. No delante de la mujer que aquel día perdió a su única hija.
—No te preocupes cariño. —La mujer la envolvió en un abrazo maternal —. Si hubiera podido yo también me habría escapado —susurró en su oído.
Lilith se aferró a ese cálido cuerpo, que le recordaba al de su amiga.
—La dejo con su hija —dijo Lilith tras unos minutos.
—Te puedes quedar, ella siempre prefería charlar contigo —La mujer mostró una sonrisa de añoranza.
—Tengo que volver a Manchester, no quiero que se me haga de noche en la carretera. —También quería huir de allí, de los ojos azules tan parecidos a los de la foto. Pero que no se cerraban por la risa como antes.
—Conduce con cuidado —dijo la mujer con la preocupación impregnando sus facciones.
—Siempre.
Apretó las manos de la mujer, antes de emprender el camino de vuelta al coche, a la seguridad de su hogar y a los brazos de su propia madre.
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Nota: Este capítulo es cortito y no pasa mucho así que seguramente esta semana suba otro el viernes y luego el domingo, en vez del sábado.
Espero que os esté gustando 😊
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Demon |Jack Grealish | #PGP2024
FanficLilith dedica su vida a desenmascarar futbolistas. A demostrar que no son las personas que la gente idolatra. Sobre todo a uno de ellos, a Jack Grealish. Hasta que todo su mundo se vuelve patas arriba cuando su mejor amiga le presenta a su nuevo no...