25: El perdón

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Jack colocó los tulipanes junto al otro ramo de flores que adornaba la lápida.

Observó la foto con una sonrisa. Le encantaba esa imagen. En ella podía ver a la verdadera Alison. A esa niña que conoció y con la que pasaba los días jugando al balón, a las muñecas y corriendo por el campo cuando se lo permitían. También veía a la mujer a la que había amado en los buenos momentos, en esos que creyó que serían felices para siempre.

En el pequeño óvalo solo se veía su cara. Con esos ojos guiñados debido a la risa. Expresión que solo le salía cuando era una risa de verdad, sincera. Él podía reconstruir la foto entera con facilidad. Había sido su fondo de pantalla durante meses.

Alison se encontraba de pie frente a su cama de la residencia. Vestida con un pijama de felpa rosa, con ositos salpicados por todos lados, siempre se quejaba de que en su habitación de la residencia hacía un frío horrible.

Fue un sábado noche en su primer año de universidad. Alison le dijo que el ángel de su hombro la había convencido para quedarse en la habitación viendo películas en vez de salir de fiesta, como era su costumbre los sábados. Habían intercambiado mensajes durante toda la noche. Alison le contaba las películas de miedo, horribles, según ellos, que Lilith la estaba obligando a ver. Aquella noche de cine, en la que cada uno se encontraba en una ciudad diferente, a miles de kilómetros de distancia, Jack se sintió más cerca de su novia de lo que en ocasiones se sentía entre sus brazos.

Jack se iba a dar la vuelta para irse. El cielo oscuro no auguraba nada bueno. Parecía que la nieve que llevaba días cayendo en Manchester estaba a punto de llegar a su ciudad natal. Algo le impulsó a hacer lo contrario. Por primera vez en cinco años, habló con Alison.

—Ahora que la conozco entiendo por qué no querías que lo hiciera. Por qué la querías para ti sola. Pero ojalá me la hubieras presentado antes, quizá las cosas no serían tan complicadas ahora. Y sé que está feo, venir cada dos por tres y quedarme callado, sin saber qué decirte, o como. Y ahora me presento aquí y me pongo a hablarte de otra mujer, pero espero que lo entiendas, además te tienes que aguantar porque tú estás en medio de todo esto. Tú has provocado todo este lío.

Lo que había empezado como un desahogo, la necesidad de Jack de hablar con alguien sobre sus confusos sentimientos hacia Lilith, se había acabado convirtiendo en enfado.

Si Alison no se hubiera empeñado en mantener a su mejor amiga oculta durante cuatro años, si se la hubiera presentado en su momento, ahora ellos no se encontrarían en esta situación. Lilith no habría podido entrar en su vida y tratar de arruinársela. No habría llegado, justo cuando parecía que había encontrado una estabilidad, para revolverlo todo.

—Ella se dedica a vengarte y a honrar tu recuerdo y tu ni siquiera le diste el valor suficiente para creer que no querría acostarse con tu novio. Y se suponía que la querías y la conocías. —No sabía por qué había acabado defendiendo a Lilith de su exnovia.

Después de encontrarse a Lilith en este mismo lugar, en diciembre. Había ido a casa de Kendall, a buscar las respuestas que no le dio cuando le contó el secreto de Laila. Kendall no dijo mucho, según ella no era algo que le correspondía contar a ella. Pero sí suficiente para que pudiera comenzar a entender la forma de actuar de su amiga. Le contó que Lilith no dejaba que nadie dijera nada malo de Alison. Para ella no tenía defectos, todo lo que había ocurrido entre ellos era culpa de Jack. Kendall tenía otra opinión, pero hacía mucho que no trataba de hablar con Lilith al respecto. Siempre que lo había hecho con anterioridad había acabado en discusiones.

No había que conocerla mucho para saber que Lilith nunca habría traicionado a Alison. Ni por Jack, ni por nadie.

—Ni siquiera le gusto de verdad. Solo se acostó conmigo por ti. —dijo aquello que lo atormentaba desde aquel día en Qatar. Y que había empezado a difuminarse en su cabeza el uno de enero.

Comenzaron a caer sobre él los primeros ligeros copos de nieve.

—Ella no es así —dijo una voz a sus espaldas.

Jack se dio la vuelta avergonzado.

—Yo, lo siento. No sé cuanto has escuchado, pero no debería haberle hablado así.

—No hablo de mi hija. No sé que le has dicho. Y no quiero saberlo. Pero Angie nunca haría eso.

—Creo que no le gusta que la llamen así —Jack recordó la expresión de Lilith cuando él la llamó así. Quizá fue por él, pero parecía que esa palabra fue la que provocó que la tristeza ensombreciera sus ojos.

—Yo también lo creo. Es por ese apodo que hace todo lo que hace. Piensa que tenía que cuidar de Alison, y como no pudo hacerlo ahora se venga.

—¿Lo sabías?

—No. Nunca la habría dejado hacer eso. Mi hija no querría eso para ella. —Jack frunció el ceño. No estaba tan seguro del altruismo de Alison.

—Tampoco querría que estuviera conmigo.

—La quería muchísimo. Yo también la quiero, y no le deseo eso a ella. Mi hija tampoco haría. —Los ojos de Sarah se desviaron a la foto de Alison.

—Ya no soy la persona que era —dijo Jack.

—Eso hay que demostrarlo. No basta con decirlo.

—Ha sido ella quien me ha mentido y utilizado ¿Por qué soy yo el que tiene que demostrar algo?

—Porque has sido tú el que ha venido aquí a preguntar sobre tener una relación con ella.

—Por qué me has dicho que le gusto y me has liado —Jack le dedicó una sonrisa a la madre de su exnovia.

—Siempre te dejaste liar fácil —Sarah le devolvió la sonrisa.

—He cambiado. De verdad —Agarró las manos de la mujer.

—No es a mí a quien tienes que convencer —Sarah le devolvió el apretón.

—Sí. Tú también sufriste con Ali, por las cosas que hice. Y quiero que sepas. Que sepáis las dos —Se colocó frente a la tumba de Alison, con su madre agarrada de la mano —. Que ella se merecía alguien que la quisiera bien, que la tratara mucho mejor y lo diera todo por ella. Y si no lo hice en esa época, no tuvo nada que ver con ella. Era yo, que no sabía como querer bien a una persona.

Miró solo la cara de Alison.

—Sé que es demasiado tarde. Pero quiero pedirte perdón por todo lo que pasó entre nosotros. Por haber sido un niñato y un inmaduro, incapaz de quererte como merecías y de dejarte libre para que encontrases alguien que te quisiera bien. Ojalá hubiera hecho las cosas de otra manera y ojalá pudiera estar diciéndote esto a la cara, de verdad. Aunque eso significase recibir un merecido puñetazo. —Jack habló de carrerilla. Ahora que las palabras habían llegado, no quería arriesgarse a que desaparecieran.

Rodeó los temblorosos hombros de Sarah. También algunas lágrimas rodaban por las mejillas del joven. Cerró los ojos y las dejó correr, liberarse de años de contención.

Abrió los ojos al sentir un roce en la mejilla. Como si unos dedos le estuvieran secando las lágrimas. Pero allí no había nadie más que ellos dos.

Demon |Jack Grealish | #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora