Lilith eligió una mesa junto a la ventana, donde podía observar la vida de la ciudad. Las personas pasaban de un lado a otro inmersas en la rutina y la prisa por llegar a su siguiente destino. Ella disfrutaba de esa prisa y frenetismo de la gran ciudad, te hacía saborear mejor los momentos de calma, como el que estaba viviendo ahora.
Conectó el móvil al ordenador y descargó las imágenes que alguien le había enviado.
En ellas Phil Foden entraba a un hotel acompañado de una mujer que, a todas luces, no era su novia. Lilith escogió una en la que el futbolista era reconocible a simple vista, pero en la cual la cara de su acompañante quedaba oculta. Nunca mandaría a una mujer al ojo del huracán, aunque esta estuviese haciendo algo reprochable.
La publicó en su columna, adjunta a un nuevo texto de Laila. Hacía semanas que ningún jugador del Manchester City era el protagonista. Desde que los conoció se había centrado en la parte roja de la ciudad, pero al final, su trabajo era el que era y si ellos no eran capaces de comportarse como personas decentes, no podía dejarlo pasar solo porque fueran simpáticos.
Para Lilith ese siempre había sido el problema con los futbolistas, la gente los idolatraba, quedaban tan obnubilados por el brillo que los rodeaba que se olvidaban de la clase de personas que eran la mayoría. A ella nunca le había pasado y eso no debía cambiar ahora.
Cerró la pantalla de su portátil de golpe, ante la presencia de su hermano.
—Perdón la tardanza. He tenido una complicación en la empresa —Conrad colgó la chaqueta de su traje en el respaldo de su silla y tomó asiento frente a su hermana.
—Alguno de los dos tenía que llegar tarde —Lilith mostró una sonrisa indulgente.
Lilith guardó su ordenador y móvil del trabajo, mientras esperaban las tazas de té que habían pedido.
—¿Quién te ha pedido que hables conmigo? ¿Ken o mamá?
—Las dos, en realidad.
—Sí que debo de tener mala pinta, entonces —Conrad se ajustó la corbata. Como si un exterior pulcro arreglase el interior.
—Mamá solo quiere que seamos amigos. Ken si me ha pedido que te arregle.
—Siempre igual, vosotras. Tú corriendo a arreglar lo que ella no puede.
—No he venido por eso —Lilith no sabía si su hermano lo había dicho como una crítica o no —. Ha sido por mamá.
—Vamos —Conrad emitió una risita carente de alegría —¿Cuántas veces te ha pedido mamá antes que hables conmigo? —hizo una pregunta retórica —. Pero ahora es Kendall quien lo necesita, así que te tragas tu desprecio y aquí estás, hablando conmigo.
—Yo no te desprecio —contestó Lilith —. Eres mi hermano.
—Lilith, ¿Cuánto hacía que no estábamos a solas, tres, cuatro años?
—Conrad —Lilith hizo una mueca.
—Ni siquiera eres capaz de decir mi nombre sin poner cara de asco.
—Eso no es por ti, y lo sabes —No era justo que su hermano le echase en cara cosas que no eran su responsabilidad.
Ella era consciente de que su hermano no tenía la culpa de llamarse como su progenitor, ni de cómo este había tratado a su madre. Ella no lo juzgaba por eso, eran las elecciones que había tomado después, lo que Lilith no podía entender, y lo que había acabado por alejarlos; aun así, ella no lo despreciaba, como él creía.
—Ya. —contestó Conrad con amargura.
—Pero lo elegiste a él, después de lo que le hizo a mamá.
—No lo elegí a él.
Era la primera conversación que tenían los hermanos sobre sus diferencias, desde aquella a gritos después del dieciocho cumpleaños de Conrad. Pero a aquello no se le podía denominar de otra forma que no fuese como batalla.
—Trabajas en su empresa. Vas con él al fútbol los fines de semana.
—Y visito a mamá cada día.
—Él la destrozó, no puedes tenerlos a los dos —insistió Lilith.
—Esa es tu forma de verlo, yo opino otra cosa.
—Pero mamá...
—No —interrumpió Conrad —. Ella lo entiende, es mi padre. Mamá ha sabido perdonar y nunca ha intentado que nosotros sintamos por él lo mismo que ella.
Lilith lo sabía, su madre siempre quiso que tuvieran contacto con su padre, que no perdieran la figura paterna, pero se trataba de lealtad, cómo podría ella sentir aprecio por el hombre que había traicionado a su madre. Y nunca quiso que Conrad tuviese esa figura, que su hermanito pequeño acabase convertido en un hombre como su padre. En su intento por proteger a su hermano había acabado alejándolo de ella.
—Conrad, yo te quiero, eres mi hermano y lo vas a ser siempre. Puedes contar conmigo cuando me necesites, aunque creas que no. —El chico se quedó mudo, estaba esperando otra réplica de su hermana, no eso —. No entiendo tus decisiones, ni porque querrías a ese hombre en tu vida, pero voy a tratar de respetarlo.
—Gracias.
Lilith agarró la mano de su hermano.
—Y no es por mamá, ni por Kendall, es por nosotros.
Podía haber decidido llamarlo por la petición de su madre, eso no lo iba a negar. Pero también estaba el hecho de que su hermano había sido, junto a Kendall, su mejor amigo durante años. La persona con la que había compartido los mejores momentos de su infancia. Y lo echaba de menos. Durante años no se había dado cuenta de lo mucho que lo extrañaba, compartir con él momentos, eran sus nuevas compañías las que le habían hecho darse cuenta.
Cuando Kendall la hacía ver por la tele partidos del City, se descubría a sí misma deseando que su hermano estuviese a su lado, poder tomarle el pelo a Kendall, como hacían de pequeños. O celebrarle los goles en contra en la cara.
Darse cuenta de que era capaz de pasar tiempo con una persona a la que odiaba, e incluso disfrutar esos momentos, le había hecho ver con otra perspectiva la relación con Conrad. Sus sentimientos hacia su padre, no tenían por qué quitarle a su hermano. Aunque nunca fuese a estar de acuerdo con las decisiones que este había tomado.
—¿Vienes conmigo al próximo derbi?
—¿A la grada del Etihad? —preguntó Conrad con recelo. Haría casi cualquier cosa por su hermana. Pero en el casi se encontraba ir a la grada a animar al Manchester City.
—No, a la visitante, como antes. Pero solos esta vez.
—Creía que odiabas el fútbol. Y al United.
—Y los odio. A ambos, pero me gustaba ir contigo, nos lo pasábamos bien.
—¿De verdad? —Los ojos de Conrad se iluminaron. Lilith se sintió culpable por los años de ausencia.
—Si.
Hacía menos de un mes le estaba diciendo a alguien que deseaba ver perder al Manchester United, para después decidir ir a ver y animar a ese equipo.
Eso era en lo que se estaba convirtiendo Lilith por culpa de Kendall. Las elecciones de novio y amigos de su mejor amiga estaban provocando que la vida de Lilith se revolucionara. Que las certezas que tenía en ella se convirtieran en incógnitas y sentimientos que llevaban años con ella se removieran.
Para bien o para mal se estaba viendo obligada a enfrentarse a sus creencias y decisiones.
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Nota: Este capítulo es un poco sin más, para ir conociendo mejor a Lilith. Vendrán mejores😊
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Demon |Jack Grealish | #PGP2024
FanficLilith dedica su vida a desenmascarar futbolistas. A demostrar que no son las personas que la gente idolatra. Sobre todo a uno de ellos, a Jack Grealish. Hasta que todo su mundo se vuelve patas arriba cuando su mejor amiga le presenta a su nuevo no...