37: La boda

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El día del solsticio de verano amaneció soleado en Manchester, algo inusual en la ciudad y todos eran conscientes de que podía cambiar en cualquier momento, aunque tenían todas sus esperanzas puestas en que esto no ocurriera.

Nadie se había molestado en volver a cerrar la puerta de ninguna de las dos casas adosadas, debido a que siempre había alguien corriendo de una a la otra, decidieron que era un esfuerzo inútil cerrarlas y abrirlas en cada ocasión.

Esta vez era Lilith la que corría desde la casa de su madre a la de Kendall, con una botella de champán helada en una mano y un enorme paquete de pañuelos de papel en la otra.

Grace y Emma no paraban de llorar mientras ayudaban a Kendall a ponerse el vestido de novia. Tanto que las habían tenido que relegar de ese trabajo y hacerlas sentarse a mirar, donde no pudieran manchar la blanca tela. Los pañuelos eran a petición de ellas. El champán era cosa de la abuela María, según la anciana era la mejor forma de que todas se tranquilizasen antes de que llegase la maquilladora.

Lilith agarró copas de la cocina y las subió a la habitación de su amiga junto con la helada botella.

María la ayudó a servir y le pasó una a cada una. Las cuatro mujeres brindaron por Kendall, por su boda y la felicidad venidera. Lilith y Kendall acompañaron a sus madres en el llanto. Solo María permanecía serena.

Frank llamó a la puerta, antes de entrar a la habitación acompañado de la maquilladora.

La vigorosa mujer echó a todos de la estancia, quedándose sola con Kendall. Obedecieron sin protestar, ante las amenazas de la trabajadora, que dijo que no iba a permitir que nadie destruyera su arte haciendo llorar a la novia.

La familia se reunió en el salón, volvieron a brindar en honor a la novia, y guardaron la botella, sin arriesgarse a beber de más antes de la ceremonia.

Conrad era el encargado de llevar a Kendall y a Frank a la iglesia, en un coche antiguo alquilado expresamente para el momento.

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Mientras los invitados contemplaban maravillados la entrada de la novia. Jack no le dedicó ni una mirada. Sus ojos buscaron de inmediato a la dama de honor, que entró a la iglesia detrás de Kendall, agarrada al brazo de su hermano.

El pelo rojo, que normalmente le caía en cascada por la espalda, estaba recogido en una trenza enrollada a la altura de su cuello. Dejando a la vista unos pendientes dorados que se movían a cada paso que daba.

El vestido, verde bosque, con corte sirena y escote en pico, se ajustaba a su cuerpo a la perfección, haciendo que nadie pudiera quitar los ojos de ella. O eso es lo que pensaba Jack, que no entendía cómo alguien podía mirar a Kendall teniendo a Lilith allí.

Al pasar junto a él, Lilith le dedicó una sonrisa y le lanzó un beso de forma discreta. Lilith se sentaba en primera fila, con el resto de la familia cercana de la novia. Jack estaba colocado algunos bancos más atrás, junto a algunos de sus compañeros de equipo y selección.

La ceremonia transcurrió de forma habitual, el cura daba sermones demasiado largos y aun así la gente lloraba emocionada, sin que Jack entendiera por qué. Aunque no iba a negar que era bonito observar a sus amigos mirarse con amor, pese a que las cosas que el cura estaba contando no tuvieran ningún sentido para él.

Lilith se levantó de su banco y avanzó hasta el atril que se usaba para leer.

Deslumbró a la sala con una sonrisa antes de acercarse al micrófono y aclararse la garganta para empezar a hablar.

━Siempre supe que un día estaría aquí. Justo en esta iglesia para dar un discurso en la boda de Kendall. Lo supe desde que ella me lo pidió a los catorce años, cuando ya había planeado cómo sería su boda. Y aun así me parece increíble estar hoy aquí, que todo lo que ella planeó hace tanto tiempo se cumpla por fin. Lo único que no sabíamos en aquella época es quién sería el afortunado hombre que la esperaría en el altar. Aunque Ken tenía claro que sería el amor de su vida, un hombre que la quisiera como nadie. Y lo ha encontrado en John. Cuando se prometieron hace poco más de un año, me parecía una locura, increíble pensar que él fuera la persona que ella había estado esperando, pero hoy sé que la que se equivocaba era yo. Por qué junto a John veo a mi mejor amiga plenamente feliz, y más te vale que eso dure toda la vida, porque no vas a tener sitio para correr si le haces daño ━Las palabras de Lilith arrancaron risas de algunos invitados.

Demon |Jack Grealish | #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora