C A P I T U L O XXVI

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Harry no sabría cómo describir sus recuerdos de aquella catastrófica tarde, recordaba todo perfectamente como si estuviese grabado en su retina, los gritos, forcejeos, el sonido de ese maldito disparo y la sensación de tener entre sus brazos por última vez a Kendall, su mejor amiga y cómplice durante años, la madre de su primogénita. La impotencia llenó su pecho aquel día al no poder hacer nada más que ver como la vida de la pelinegra escapaba de su cuerpo. Lloró hasta que no hubo más lágrimas, gritó hasta que su garganta se desgarró, deseó haber sido él quien estuviese en su lugar.

Fue difícil separar al menor del cuerpo sin vida de su amiga, la policía llenó por completo el sótano, los peritos se encargaron de acordonar la zona y levantar el cadaver de la castaña, ni siquiera podía sentir una pizca de satisfacción al enterarse de eso, al contrario, se entristeció de que terminase de esa forma, la chica había sufrido mucho pero jamás le perdonaría que le arrebató a su hija la oportunidad de crecer con su madre alrededor. Intentaron en múltiples ocasiones quitarle a la pelinegra de sus brazos pero por cada intento Harry se alejaba aferrándose a su cuerpo, gritándoles a todos.

Un alboroto se escuchó en las escaleras para después visualizará su hermano mayor correr hacia él. Zayn no soportó el dolor de la imagen, su hermano pequeño, con sus orbes verdes demasiado rojos, lágrimas secas en sus mejillas y algunas cuantas que aún se deslizaban mientras sostenía el cuerpo sin vida de Kendall rodeado de un gran charco de su propia sangre, el dolor en su pecho lo sofocó, también había perdido a una gran amiga, sus piernas flaquearon y cayó de rodillas frente a ellos, cubriendo sus rostro con sus manos, lloró como hace tiempo no lo hacía.

La pena y desolación embargaba a los hermanos Styles. Pero Zayn debía ser fuerte, por Harry, por Kendall y por su pequeña sobrina, se acercó aún más hasta que tuvo entre sus manos el rostro de su hermano que no dejaba de aclamar perdón entre sollozos.

—Harry, Kendall ya no está— murmuró el pelinegro sintiendo un nudo en su garganta.

Su hermano lo miró abatido.

—Fue mi culpa, debí interceder a tiempo.

—No, esto no es tu culpa Hazz— susurró mientras intentaba separar el cuerpo inerte de la modelo del de su hermano, entre palabras de consuelo lograron que el rizado se pusiera de pie, su hermano guiándolo escaleras arriba con Liam siguiéndolos en estado de shock, no podía creer que hace un par de horas la chica le estaba dirigiendo unas palabras y ahorita se encontraba yaciendo sin vida.

Al salir al exterior la brisa de la noche los recibió, las luces azules y rojas iluminaban toda la acera, la ropa de los hermanos ahora estaba empapada de sangre inocente, de la sangre de su mejor amiga. El lloriqueo de una recién nacida trajo de vuelta a la realidad a Harry, era el llanto de su hija, buscó la fuente del sonido encontrándola cerca de una ambulancia, siendo sujetada por su esposo mientras le curaban la herida de la cabeza.

Todo le empezó a dar vueltas, su mente atiborrada de los recuerdos que había compartido con Kendall, la primera vez que se conocieron, cuando la directora del colegio encargó a Harry que le diera un recorrido por la escuela y pusiera al corriente. La chica americana lo deslumbró con su lacia cabellera oscura como la noche, esos ojos expresivos para el color profundo que portaban y esa sonrisa cálida, no fue difícil para su yo adolescente creerse enamorado, al final estar con ella le dio la respuesta que sin saberlo estaba buscando... estaba enamorado de su mejor amigo de ojos como el océano azul.

Recordó todos y cada uno de sus momentos compartidos en la universidad, fiestas, sus tontas peleas o como estuvo presente en el día más importante de su vida, el día que se caso con Louis Tomlinson.

Sus memorias más reciente eran las más dolorosas y bonitas, cuando se enteraron que serían padres por culpa de unas copas de alcohol pero nunca se arrepintieron ni pensaron en no tener a ese bebé, todo lo contrario juntos se enfrascaron en ese viaje, la felicidad los rodeaba, la pelinegra incluso ayudó a que el menor se reconciliara con el amor de su vida, su último recuerdo feliz era ellos tres en el quirófano, ajenos a lo que el destino les tenía preparados.

BACK TO YOU (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora