Una noticia especial

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Verónica recordaba con mucha claridad cómo era que Malany hablaba de los vecindarios

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Verónica recordaba con mucha claridad cómo era que Malany hablaba de los vecindarios. Ahora, era ella la que tenía una enorme sonrisa en el rostro, cada que viajaba en el camión, cada que hablaba con una persona, cada que recorría una calle o admiraba el cielo; siempre pensaba en todo lo que aquello representaría para el vecindario.

Muy probablemente, después de ser buena con alguna persona, encontraría una preciosa lámpara en la calle, una hermosa avenida remodelada o detalles que le provocaban querer saltar de la emoción. Las casas dentro del vecindario también estaban mejorando, siendo parte de esa misma avalancha de bienestar. 

Los meses comenzaron a pasar. Conforme los retos iban llegando, Verónica iba acumulando experiencia para enfrentarlos.  Parecía que las cosas no podían ir mejor, cuando esa tarde, llegó una nueva sorpresa.

Malany la recibió con una sonrisa en la entrada de la escuela. Le pareció extraño que fuera así, porque ya habían pasado muchas semanas en las que su humor era cambiante. Inclusive su vecindario estaba cambiando levemente. Con climas un poco distintos, como si se tratara del otoño y el invierno.

Verónica le preguntó por aquello, pero Malany había comentado que eso era normal. Las variaciones del clima podían ser parte del equilibrio que le había mostrado, sin embargo, la chica no podía evitar notar que llevaba un gran tiempo sin tener un hermoso cielo azul como aquellos que reinaban antes.

—¿Por qué esa sonrisa? —preguntó la chica dándole un gran abrazo a su amiga.

—Bueno, hoy es un día muy especial, porque recibirás uno de los beneficios más importantes en Life.

Verónica repasó todo ese día qué tipo de sorpresa podría recibir. Ahora en su vecindario, por todas las casas desbloqueadas, habían aparecido restaurantes de todo tipo, museos y librerías que le encantaba visitar.

Aquel descubrimiento fue uno de sus preferidos. Los conocimientos que ahora adquiría en clase, iban completando volúmenes preciosos que llenaban estanterías completas. Malany le había explicado que todos esos ejemplares en realidad formaban parte de cualquier tema que fuera de su interés.

En el instante en el que algo llamaba la atención de su mente, aparecían diferentes libros de la temática, para poder profundizar en el tema. Los museos, estaban repletos de recuerdos y de cosas interesantes que hubiera visto en las calles o en charlas infinitas. Aun no había tenido la oportunidad de recorrerlos, pero notarlos ahí, con esa arquitectura nostálgica, le provocaba mariposas en el estómago.

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Malany se quedó con la mirada puesta sobre su amiga mientras avanzaban rumbo a su casa. Se sentía verdaderamente orgullosa de ella, porque sabía que de una forma u otra, ella había contribuido a que Verónica estuviera cada vez más cerca de completar su misión.

La que alguna vez consideró un caso complicado, ahora estaba completamente transformada. Cuando llegaron a la casa de Verónica, las chicas bajaron del camión y Malany observó la pequeña morada.

En realidad era la primera vez que observaba su casa. Era mucho más pequeña que la suya, pero al mismo tiempo lucía mucho más nueva, con la pintura perfectamente puesta y todas las luces funcionando.

Verónica, en cualquier otro momento, se hubiera sentido tremendamente angustiada porque alguien conociera su casa, pero en ese instante, las cosas no fueron así. Ella quería descubrir qué tipo de sorpresa tenía Malany para ella, así que sin dudarlo un segundo colocó la llave y la dejó pasar.

Malany se sorprendió con el ambiente que reinaba. Olía a pintura fresca, aunque en realidad ya tenían bastante de haber pintado los alrededores. Se escuchaba un silencio ensordecedor llenando cada una de las esquinas. Parecía que esa era la normalidad de Verónica.

En casa de Malany, siempre había algún ruido. Siempre existían personas que entraban y salían o pasos de todos los habitantes de su casa. Esas observaciones no le hicieron sentir tristeza, sino más bien admiración. Nadie lo sabía, pero las cosas en el interior de Malany también estaban cambiando.

Hacía unos meses, había recibido una visita de la Gran Voz... Aunque, por el momento, no quería pensar demasiado en eso, necesitaba enfocarse en su misión con Verónica para poder completar lo que le habían asignado.

La chica subió unas estrechas escaleras de cemento. Malany observó cada una de las fotografías puestas sobre la pared. Se encontraban rostros de Verónica pequeña mirando a cualquiera que estuviera pasando por ahí. También otras de su madre que lucía verdaderamente bella con ese semblante rubio que le provocaba querer pedirle un autógrafo.

Una vez que terminaron de subir, Verónica echó llave a su cuarto y la dejó pasar. De igual forma, la habitación de la chica tenía un aroma a tierra mojada. Seguramente era el olor de los ladrillos que habían sido tocados por la lluvia matutina.

Después de un momento, la chica le ofreció tomar asiento y finalmente sonrió.

—¿Y bien? ¿Cuál es la sorpresa?

Malany soltó una pequeña risa y dirigió sus ojos al cuarto de la pelinegra. Observó los pósters de anime que llenaban las paredes. No había presupuesto suficiente como para resanar las paredes por completo, así que la chica había tapado los huecos de ladrillo con imágenes que le hacían sentir bien.

Algo que Malany no sabía, era que una vez que empezaron a trabajar con más ahínco en el vecindario, Verónica había encontrado mucha pasión en arreglar sus entornos físicos. Quería que las cosas emularan la sensación que experimentaba en Life. Y en muchas ocasiones, aquello era un logro absoluto.

La ropa había quedado acomodada de una mejor manera, con los suéteres bien planchados y acomodados por color. Al igual que su escritorio que estaba limpio y listo para poder sentarse a escribir reflexiones. Verónica se había comprado un pequeño cuaderno en la papelería para poder redactar todo lo que sentía, como aquella vez con Jessica.

Malany detuvo su mirada en una de las puertas que estaban a un lado de la cama de Verónica.

—¿Esta puerta hacia dónde da? —preguntó la chica con curiosidad.

—Bueno, en realidad a ningún lado. No sé quién se encargó de esta parte de la construcción, pero por alguna extraña razón, esta puerta no lleva a ningún sitio más que a la nada.

Verónica le hizo asomarse para demostrarle que en realidad no había otro cuarto de conexión, sino que directamente se veía la calle con los autos transitando.

—Supongo que esta servirá —dijo Malany sonriendo.

Su amiga lo entendió de inmediato y se levantó de un salto.

—¡No puede ser! ¿Es lo que estoy imaginando?

Malany sonrió ampliamente y asintió mientras quitaba alguna de las cosas que bloqueaban la salida.

—Verónica, has hecho un trabajo increíble y esa es la verdad... es momento de que tengas tu propio acceso a Life.

 es momento de que tengas tu propio acceso a Life

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