La última misión

15 4 10
                                    

—Desde que eso pasó, me han invitado a un montón de vecindarios

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Desde que eso pasó, me han invitado a un montón de vecindarios. Es más, ya hasta fui al de Sara —le contaba Verónica a Malany en uno de los descansos.

La chica estaba contenta por su amiga, pero se veía claramente desmotivada por razones ajenas.

—Malany... siempre te he compartido todo desde que comenzamos a hablar. Casi termina todo el año escolar y no me has querido decir qué es lo que pasa contigo —dijo Verónica enfrentando finalmente el tema.

—Lo siento, no es que no quiera decírtelo, es que prometí no hacerlo —finalmente respondió la chica limpiando una pequeña lágrima.

—¿Tiene que ver con Life?

Malany quería volver a responder, pero sabía que no era conveniente, así que al final solo suspiró y se limpió la cara con las manos para después regresar a una sonrisa lo más natural posible.

—Hablando de Life... Verónica, has logrado muchísimo. No tienes ni la más mínima idea de todo lo que has avanzado en tu vecindario, en todo. Estoy muy orgullosa de ti... es por eso que es momento de la misión final.

Verónica abrió los ojos, después de tanto tiempo siendo asesorada por Malany, no podía imaginar un mundo en el que ella no estuviera siendo su maestra.

—¿Cuál es?

Por un momento repasó todo, no sabía cuál era aquel elemento que faltaba, pero la sensación agridulce de que aquello era lo que la separaba de no volver a recibir la ayudad de la chica la cubrió.

—Sé que eras como mi sensei —dijo ella sonriendo al notar que había causado una risa en Malany—, pero... quisiera saber si seguiremos siendo amigas después de que acabe esta especie de entrenamiento.

La pregunta sorprendió a Malany. No quería responder con la verdad y en pocas ocasiones, prefería maquillar un poco a la misma para mostrarla sin ser tan dañina.

—Claro que sí, Verónica.

—Genial... ahora sí, el reto.

.·。.·゜✭·.·✫·゜·。.

Verónica abrazó muy fuerte a Javier esa noche, sabía que lo vería todas las noches en Life y que siempre estaba con ella, pero se había acostumbrado demasiado a su presencia. Ahora que él podría esperarla en su nueva casa en el vecindario, no podía evitar sentirse un poco nostálgica.

—¿Cómo te gustaría que fuera nuestra casa? —preguntó Verónica a su lobo mientras lo acariciaba. Le vino a la memoria cuando ella le había exigido a Malany la apariencia de su vecindario. Ahora todo eso le parecía tan lejano.

Esa tarde, Malany fue a casa de Verónica. Ambas subieron a la habitación, seguidas de Javier, y accedieron al vecindario de la segunda, como si ya fuera cosa de todos los días.

Caminaron por la avenida principal. Malany estaba realmente impresionada, había notado la mejoría de Verónica por como hablaba y lucía, pero no había tenido la oportunidad de contemplar cómo era que se miraba todo lo que había hecho.

—Te felicito como no tienes idea —dijo la chica admirando todo. Había un ambiente tan festivo, tan único.

—No lo hubiera podido hacer sin ti.

El silencio que siguió, era uno que les permitió disfrutar antes del último reto. Antes de tener que decirse adiós.

—Tu casa, como todo en Life, tiene un significado. Si tu te conoces a ti misma, estás en paz... entonces tienes la casa. Porque tú eres tu propia y más importante morada —soltó Malany tratando de hacerlo sonar sencillo.

Verónica asintió. Le parecía que no era un reto terrible, puesto que había estado trabajando indirectamente con ella. Además, lo que menos le resultaba malo era tener que hablar consigo misma, después de haber tratado con todo tipo de personas en su viaje.

—Pan comido —expresó la chica.

Malany bajó la mirada y observó una zona del vecindario que seguía sin estar iluminada.

—Ya hubieras obtenido tu casa hace mucho tiempo, en realidad —confesó Malany observando los pequeños patos que andaban por ahí, a pie, incluso de noche—, pero falta un detalle que tienes que arreglar.

—¿Qué es? Dímelo, lo que sea, no puede ser tan difícil.

El brazo de Malany se extendió hacia la zona oscura y después miró a Verónica contundente.

—Te falta una casa. La más grande, la más oscura... cuando logres esa casa, tu propia casa será totalmente para ti.

Verónica miró hacia la zona señalada. Tenía la firme creencia de que aquel era un terreno destinado, precisamente, para su mansión, pero ahora que lo notaba, sí que tenía mucha vegetación enredada y era probable que una casa estuviera debajo de ella.

—¿Quién vive ahí, Malany? —preguntó la chica tratando de aguzar la vista.

—... Tu madre.

Los ojos de Verónica se abrieron como platos. Después de haber hecho tanto, en realidad no estaba lista para enfrentar a su madre. Creyó que, de hecho, jamás tendría que hacerlo.

Volteó a ver a su amiga, casi suplicante, pero Malany tan solo levantó los hombros indicándole que no había otra manera y finalmente le mostró el camino que había para llegar allá.

Las piernas le temblaban. No sabía cómo detener el ruido tan fuerte de su corazón. No quería verse débil, aunque comprendía que aquel era parte de todo el problema.

El camino era sinuoso, las pisadas de ambas retumbaban, porque en esa parte del vecindario no se alcanzaba a escuchar el ruido. Podían percibir el aroma fuerte a humedad, porque claro, había sido una zona nada cuidada.

Dentro de todos los aromas, Verónica alcanzó a captar uno más, uno que reconoció al instante. Era el aroma del perfume de su madre. Desde que era muy pequeña, su madre había utilizado el mismo perfume. Le había dicho que ese era el perfume de las divas y que ella era una, así que merecía la mejor fragancia.

Casi sentía que se quedaba sin fuerzas cuando la puerta se colocó en frente de ella. Era menos de lo que podía hacer como última misión. Sabía que aquello le costaría demasiado, así que se acobardó a último momento y se sentó en la tierra mojada.

—¿Estás bien? —preguntó Malany.

—No estoy bien —respondió ella limpiándose las lágrimas—. Necesito un momento... es muy difícil... Me imagino que cuando te tocó hacer tu reto final no te estabas acobardando como yo.

Malany se le quedó viendo, dudando si abrir la boca, finalmente, aquello no lo había prometido... no hablar del tema que le acababan de preguntar. Así que al final se llenó del valor que necesitaba, qué más daba, así lograría darle el empujón final a su alumna con nada más y nada menos que la cruda verdad.

—No fue así —respondió Malany bajando la mirada—. Creo que estaba mucho más nerviosa que tú. Incluso vomité.

Verónica la miró incrédula. Después de todo lo que le había enseñado, estaba segura de que Malany había pasado todas aquellas pruebas con los ojos cerrados.

—Verónica hay algo que necesito contarte y creo que eso te animará mucho con tu propia misión.

—Verónica hay algo que necesito contarte y creo que eso te animará mucho con tu propia misión

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Life ✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora