Cosas por descifrar.

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"¡No por favor!""¡No me dejes!""¡No me abandones!"

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"¡No por favor!"
"¡No me dejes!"
"¡No me abandones!"

Y por milésima vez, ahí estaba la escalofriante súplica de aquella legión con un aspecto femenino y de voz atroz que se negaba a dejarle en paz.

Sus piernas teniendo una lucha entre ellas pues a súplicas pedían detenerse por el agotamiento y dolor que sentían. Pero a su vez, querían continuar avanzando para poder escapar y salir de este maldito bosque. Corría y corría con la escasa energía que le quedaba, sin mirar atrás. Cielos... cuanta dolencia presentaba su cuerpo. Su pobre corazón sentía detonar debido a las rápidas pulsaciones, al igual que su respiración agitada sobrenaturalmente.

-¡Ayuda!, ¡ayúdenme!. -grita en desespero, sin ser escuchado por nadie.

Solo estaba él, en el mismo bosque de siempre, con los mismos cuervos dando su típica tonada pavorosa y con el mismo leviatán que le visitaba todas la noches en sus pesadillas.

"¡Regresa!"

-¡No! ¡Aléjate de mi!

"¿¡Como pudiste abandonarme!?"

La mismas palabras... esas malditas palabras que siempre repetía en sus pesadillas.

Maldita sea, solo quería estar en paz de una vez por todas. Solo quería escapar. Solo quería alejarse de ese espeluznante lugar que tantos de sus traumas cargaba.

-¡Te lo suplico, haré lo que sea para que me dejes en paz!

"¡Me abandonaste!"

La legión le perseguía por los aires, y Felix ya estaba a nada de desfallecer...

Al sus piernas perder las pocas fuerzas que le quedaban, tropieza cayendo bruscamente al suelo. Acto que hace que golpeara su cabeza con una piedra.

Debido a la intensidad del choque, su rostro se llena de sangre al instante.

-¡Ah! -se queja colocando ambas manos en el área ahora afectada, también manchándolas de aquel flujo rojo.

"¡Regresa!"

-¡Maldita sea!

Sin fuerzas y completamente lastimado, se arrastra por el suelo.

Ya no podía más...

Sentía en sus piernas la pesadez de dos bloques y una corriente apropiarse de los nervios de estas. Estaban implorando descanso. Su vista comenzaba a nublarse debido al golpe y sabía que en estas condiciones, no existían probabilidades de escapar.

Entre versos de terciopelo. (Hyunlix)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora