Juego de poemas.

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Para ser las 4:30 de la tarde, el día estaba bastante luminoso y vivo

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Para ser las 4:30 de la tarde, el día estaba bastante luminoso y vivo. La naturaleza se mantenía firme presumiendo su encanto divino. La brisa jugando suavemente con los árboles y las avecillas creando tiernas travesuras entre ellas.

El rubio, estacionado frente a su cafetería favorita, observa entre los cristales de su auto al exterior. No habían muchas personas en las calles. Ni si quiera dentro del local al cual asistirían. Mucho mejor... el estar rodeado de tantas personas en ocasiones suele causar ansiedad.

Mientras espera el mensaje del extraño, abre el libro y continúa leyendo justo dónde se había quedado.

Sí, en el cuarto poema.

-¿Que dirá el siguiente? -se pregunta a sí mismo para comenzar su lectura.

"Tú luz tiene rostro, tiene piel, tiene huesos. Tu luz tiene voz, tiene tacto, te da progreso. Tú luz tiene ilusión, tiene esperanza, te da protección. Tu luz tiene como misión que haya en ti transformación"

-¿Luz? ¿que luz?

Escucha el timbre de su móvil y rápidamente lo toma en mano. Justo recibió un mensaje...

"Ya estoy dentro y nos conseguí una mesa"

"Bajo enseguida"

Responde.

Se baja de su auto con el dichoso libro en sus manos. Estaba decidido a cuestionarle absolutamente todo a aquel extraño nombrado Hwang Hyunjin. Al entrar al mediano establecimiento, enseguida sus fosas nasales son atacadas con el exquisito aroma a café. ¡Vaya delicia!

Busca con la mirada al pelinegro hasta que da con él a gracia de sus señas de manos. Estaba vestido con un hermoso "Trench Coat" haciéndole lucir bastante elegante. Su cabello esta vez andaba suelto, sin ninguna liga que le privara de su libertad y un maquillaje bastante sencillo y natural, haciéndole ver agraciado.

El pecoso camina hacia el que ya tenía una sonrisa en sus labios.

-Buenas tardes Hwang Hyunjin.

-Hola Lee Felix, tomemos asiento.

Se acomodan en las pequeñas sillas que rodeaban la mesa.

-Ahora podremos conversar sobre el libro. -suelta el pecoso.

-Yo estoy muy bien, ¿y tú?

¿Pero dónde habían quedado sus modales?

-... Lo siento, ¿como estás? -interpela sintiendo la vergüenza emerger.

-Estoy bien. -ríe. -Veo que tú estás rebosante de dudas.

-Así es...

-¿No gustas ordenar algo antes?

-En realidad no tengo hambre.

-Yo tampoco, pero vendría excelente algún postre.

-...Sí está bien. -responde impaciente.

Entre versos de terciopelo. (Hyunlix)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora