Me consumió tanto este amor, haciéndome ver ante mi Yahvé, como a un pecador. Te arrebataron de mi vida en una oscura noche sin luna. Y por ello la tristeza e impotencia, entre sus brazos me acunan. A mi me arrebataron de tu mente, mientras yo cuerd...
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Sus ojos observaban fijamente el lienzo blanco frente a él. Extrañamente, sentía una gran deficiencia de inspiración, pues no encontraba a que clase de imagen darle un soplo de vida. Sin embargo, su anhelo de plasmar "algo" era enérgico.
-No puedo creerlo, treinta minutos pensando que puedo crear y no se me ocurre nada. -suelta entre un áspero suspiro.
A veces, el hecho de no tener ni una chispa de inspiración, le hacía sentir de muy mal humor. En busca de esperanzas, se levanta de la silla y se dirige a su estante de libros.
Observa y analiza con cuidado su inmensa colección de poesía, donde quizás, ahí, con la ayuda de alguno de estos libros, la inspiración pueda abrazarlo.
-¿Cuál es el indicado? ¿cuál debo escoger?
Su concentración se mantiene fija por varios minutos. Sus ojos se pasean por cada título romántico en ellos. Algunos también tristes, otros de dicha y ventura, entre otros...
Es entonces...
Da con aquel libro que hace mucho no estudiaba. Sus ojos se iluminan y a su vez, una sutil sonrisa se pinta en su rostro.
-Oh... -jadea tomando el libro entre sus manos. -"Versos húmedos" -leyó aquel título en susurros.
Así es, un libro lleno de poemas eróticos por diferentes autores.
-¿Hace cuánto no leo esta obra de arte?
Si el mismísimo Yahvé se asomare en estos momentos, y le viera con este libro en sus manos, su condena al infierno sería en menos de tres segundos.
Ríe en sus adentros de sólo imaginar la cara de disgusto de su santo padre. Hojeando el libro, se dirige a su silla frente al lienzo otra vez, para darle una mejor atención al contenido.
-Veamos.
Continúa pasando las páginas, hasta que comienza a leer en alta dicción, al arte entre letras en cada hoja.
-"Pruébame con dulzura y con avidez, tú consúmeme, devórame, como si fuera el fruto prohibido, la manzana del pecado."
Al altivo sonríe. Este pequeño poema tenía una chispa de él y su amado.
Continúa con el siguiente que llevaba como nombre "Invítame"
- "Ven, te invito a entrar en mi vida, quiero escuchar la suave melodía de tu voz en mi habitación... tus suspiros en mi lecho. Déjame apagar estas ansias en tu cuerpo, quiero extasiarme con tu desnudez; beber de tu fuente... comer de tu mesa. Quiero que mis manos recorran cada parte de tu piel, que mis besos y caricias te colmen; quiero despertar el deseo que mora en ti. Ven, te invito a entrar en mi vida, quiero ser el que te provoque placer, el que te arranque suspiros y el que sacie tus ansias" por Xavier Bernal.