Desperté y la cama estaba vacía, salvo por mi pequeño que dormía pegado a mi costado, mientras se chupaba su dedito, con cariño lo observé dormir y la felicidad que sentí fue enorme, el sólo ver como su pechito subía y bajaba me hacía el sujeto más afortunado del mundo, con cuidado lo cargué y coloqué sobre mi pecho, con cariño metí mi nariz y aspiré su aroma, el cual era el mismo que Barcode, mi pequeño olía igual que el moreno.
Cuando el pequeño empezó a chupar mi piel, me di cuenta de que tenía hambre, así que con él en brazos, salí en búsqueda de Barcode, con sorpresa lo vi en la trotadora, su cuerpo estaba sudado y sus mejillas enrojecidas por el ejercicio, todo en él era pecaminoso, con placer me afirmé en la puerta y vi como su trasero tentador, se veía redondo y duro dentro de sus pantalones de deportes.
La erección que me invadió no fue agradable, llevaba mucho tiempo sin hacerle el amor a mi novio y estaba al borde del colapso, sin embargo, la última vez que habíamos estado en la ducha, casi me dejé llevar y si no fuera porque vi las señales de su cirugía y que está todavía no estaba del todo cicatrizada, lo hubiera tomado ahí mismo con riesgo de lastimarlo, con frustración bufé y acomodé mi miembro.
— ¿Cómo es que te levantaste antes que yo y que estás corriendo?, dije llamando su atención — ¿Puedes estar haciendo ejercicios?
— Claro ya van a ser 4 meses desde la cirugía, dijo parando la marcha y besando al pequeño, que, al escuchar su voz estaba haciendo pucheros — ¿Tienes hambre cielo?
— Sabes que sí, dije riendo al ver los cachetes gorditos de mi pequeño — Por eso vinimos a buscarte, ¿verdad Kim?
El pequeño estiraba sus manitas al pelinegro y le hacía muecas — Deja que me dé una ducha y te alimentaré, dijo Barcode metiéndose al baño del gimnasio y cerrando la puerta, minutos después salió duchado y completamente vestido, cargó al pequeño y se sentó en un sillón, tomo un pañito grande y cubrió todo su cuerpo privándome de la vista hermosa de verlo amamantar a nuestro hijo, hace semanas que venía notando un cambio en mi novio, ya no se duchaba frente a mí, tampoco dormía semidesnudo y había optado por alimentar a Kim en privado o taparse para que nadie lo viera, al principio pensé que era sólo porque no quería compartir algo tan intimo con otros, pero últimamente se estaba cubriendo incluso de mí y eso no me gustaba nada, sin embargo, no quería molestarlo con mis reclamos.
Me acerqué a su lado y traté de retirar el pañito, para ver a mi pequeño mamando, pero Barcode me lo impidió, acomodándolo mejor sobre su hombro, cuando le iba a preguntar por qué lo hacía, entró al gimnasio Game, con una musculosa ceñida al cuerpo y unos pantalones cortos, al vernos aquí nos sonrió con amabilidad.
— No pensé que estarían aquí tan temprano, dijo mirándome con picardía, el moreno sin contestar se puso de pie y nos dejó solos, esa era otra cosa que sucedía a menudo, Barcode no se quedaba en espacios donde estaba Game, lo repelía como a la peste.
— ¿Cuándo llega tu madre?, dije sin mirarlo, ya que, mi vista estaba prendada en el trasero de mi novio, mientras se iba — Se supone que sólo estarías aquí unos días y ya ha pasado más de un mes.
— Lo sé y no quiero molestar, dijo bajando su mirada con pesar — Se supone que llega a fin de mes, aguántame un poco mas ¿quieres?
— No quiero que pase de fin de mes, dije suspirando, en el fondo sabía que tener a mi ex aquí, sólo había servido, para sumar tensión entre Barcode y yo — Después estás solo, pase lo que pase.
— Entiendo, dijo sonando triste, su mirada estaba brillante y me sentí como un cabrón por ser tan duro, sin pensarlo más fui hasta el comedor a desayunar, cuando llegué mi madre tenía en brazos a Kim y Barcode tomaba té.
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Un año para enamorarte | JeffBarcode
RomanceJeff es hijo del líder de la mafia de Bangkok, por situaciones desafortunadas su camino se cruza con un joven médico, el cual lo ayuda, sin saber que su gesto lo convertirá en la obsesión más profunda del heredero de la mafia, a tal punto que esté e...