CAPÍTULO 17

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—Dime algo

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—Dime algo. 

La voz de Louis salió ligeramente ronca tras el largo y confortable silencio. 

—¿Qué quieres saber? —preguntó Harry, saliendo de sus cavilaciones. 

—No lo sé. —Hizo una pausa, pensativo—. ¿Cuál ha sido el alma más interesante que has guiado? 

Harry río. 

—Tú. 

Louis le dio un codazo en las costillas. 

—No bromees. 

No es broma, pensó Harry, pero buscó en su mente alguna anécdota divertida para distraerlo. Sabía muy bien lo largas que podían ser las noches sin sueño. 

—De acuerdo, tengo una. Una vez tuve que guiar a un soldado alemán de la Segunda Guerra Mundial. Su oficial a cargo lo había matado de un tiro por desobedecer una orden. 

—¿Qué hizo en la guerra? —preguntó el ojiazul. Sus conocimientos de historia no eran muchos; en la escuela había optado por Geografía, pero todo el mundo sabía muy bien lo que había ocurrido en la Segunda Guerra Mundial. No imaginaba qué tendría de interesante haber guiado a un soldado alemán. El quizás habría estado tentado de dejar que se lo llevaran los demonios. 

—Trabajó en un campo de concentración en Polonia, No era muy importante ni nada de eso, solo un soldado raso. Tenía apenas dieciocho años. Una pena. 

Louis no podía creer lo que oía: ¡le había dado lástima! 

—¿Cómo pudiste guiarlo, sabiendo lo que había hecho? 

—Estás juzgándolo. Cuando eres barquero, no puedes estereotipar así a la gente. Cada alma es individual y tiene sus méritos y sus culpas. —Como Louis seguía mirándolo con escepticismo, prosiguió—. Había ingresado en el ejército porque eso era lo que quería su padre; le dijo que sería una deshonra para la familia si no peleaba por la gloria de la nación. Acabó por montar guardia en un campo de concentración, viendo cómo otros guardias golpeaban y violaban a los judíos. Él no podía desertar, y no se atrevía a desobedecer órdenes. Hasta que un día su superior le ordenó dispararle a un anciano. El viejo no había hecho nada: solo había tropezado y había tocado sin querer al oficial a cargo. El soldado no quería hacer eso y discutió con su superior, le dijo que no lo haría. Entonces su superior mató al anciano, y luego hizo ejecutar al soldado ese mismo día. 

Louis lo miraba fascinado. Tenía los ojos dilatados y el ceño fruncido. Su desdén se había convertido en pena y admiración. 

—Lo esperé en la entrada del campo de concentración. De hecho, se sentía aliviado de poder escapar, de salir de allí. No podía pensar más que en las cosas que no había podido impedir. Estaba destruido por la culpa. Deseaba haber sido más fuerte. Deseaba haberse enfrentado a su padre y haberse negado a entrar en el ejército; deseaba haber protegido a más inocentes. A veces, deseaba no haber nacido. Nunca había visto a un alma tan desesperada por motivos tan altruistas. Soldado alemán o no, era el alma más admirable y noble que he conocido. 

"EL BARQUERO DE ALMAS" (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora