CAPÍTULO 16

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Por fortuna, llegaron a la siguiente casa segura con tiempo de sobra, antes de que se pusiera el sol

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Por fortuna, llegaron a la siguiente casa segura con tiempo de sobra, antes de que se pusiera el sol. Era otra cabaña de piedra, y Louis empezó a preguntarse si eso también sería una creación suya. Casi todas las casas seguras eran iguales. ¿Acaso era esa su idea de un refugio, de un hogar? Intentó pensar en el posible origen de esa conexión. El apartamento en el que vivía —en el que había vivido, se corrigió — con Joan era de arenisca roja y estaba rodeado de innumerables edificios idénticos. Antes de morir, su abuela había vivido en el campo, en una zona aislada, pero se trataba de un bungalow moderno con jardines meticulosamente prolijos en los que había unos ridículos gnomos y leones de piedra. No se le ocurría ningún otro sitio que hubiera sido como un hogar para el. 

Salvo, en todo caso, que su padre le había mencionado su casa cuando habían hablado por teléfono. Una casita de piedra, había dicho. A la antigua, con apenas suficiente sitio para él y Anna, su perra. ¿Sería esa la imagen que había creado de esa casa? Tal vez su subconsciente estaba intentando darle un poco de aquello que había esperado pero nunca había llegado a ver. Por un momento imaginó que se abría la puerta y salía un hombre. En su imaginación, era apuesto, fuerte y de aspecto bondadoso. La idea lo hizo sonreír, y luego se dio cuenta de que no era más que eso. Nunca había visto una fotografía de su padre, y no recordaba cómo era antes de marcharse. Louis meneó la cabeza para apartar esos pensamientos de su mente y siguió a Harry hacia la puerta. 

Aunque estaba algo deteriorada, había algo reconfortante en la casa; fue casi como volver al hogar tras un día largo y difícil. La puerta principal era de roble macizo, castigada por la intemperie pero aún fuerte. Las ventanas estaban recubiertas por esa costra que se acumula con la exposición prolongada al clima feroz de Escocia, pero tenían marcos de madera y estaban en buenas condiciones a pesar de tener la pintura descascarillada. No había un jardín definido, pero sí un sendero pavimentado que llevaba a la puerta principal. Por las grietas asomaban malezas y hierbajos, pero aún no habían cubierto todo el terreno. Entraron, Harry por delante, y el interior también parecía acogedor. Esa casa no tenía el aspecto abandonado y descuidado que habían tenido las anteriores, y Louis se preguntó, distraído, si sería porque estaba acostumbrándose al páramo. En un extremo había una cama con una mesita al lado, donde había una vela grande pero a medio consumir y una vieja cómoda. En el centro de la habitación, frente al hogar, había una mesa con sillas, y en el otro extremo, una cocina pequeña con un fregadero cuadrado cascado y sucio. Louis se acercó y observó los grifos anticuados, preguntándose si funcionarían. Aún tenía una costra de barro en los jeans, y el jersey gris con cremallera que había elegido en el apartamento antes de que empezara toda esa locura era ahora un conglomerado de manchas, salpicaduras de barro y desgarraduras. No quería siquiera pensar cómo tendría el rostro. 

Aunque los grifos estaban oxidados y el fregadero estaba embarrado, Louis giró con optimismo el grifo del agua fría. Al principio no ocurrió nada, y frunció el ceño, decepcionado; pero luego se oyeron unos chirridos y un gorgoteo debajo del fregadero, el ojiazul retrocedió con recelo. En ese momento salió del grifo un gran chorro de agua marrón que rebotó en los costados del fregadero, y Louis alcanzó a esquivarlo retrocediendo un poco más con otro salto. Tras varios segundos de escupir agua sucia, empezó a salir un chorro pequeño que parecía bastante limpio. 

"EL BARQUERO DE ALMAS" (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora