CAPÍTULO 8

24 2 0
                                    

Louis supo al instante que habían cruzado el umbral hacia la seguridad de la cabaña porque el ruido cesó de inmediato

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Louis supo al instante que habían cruzado el umbral hacia la seguridad de la cabaña porque el ruido cesó de inmediato. Harry cerró la puerta con fuerza y enseguida lo bajó, casi como si se hubiera quemado al tenerlo en brazos. Lo dejó allí de pie, boquiabierto por la conmoción, y fue a toda prisa hacia la ventana para mirar al exterior.

Igual que en la casa de la noche anterior, en esa cabaña había pocos muebles. Había un banco junto a la pared de fondo, y Louis fue a sentarse allí. Se dejó caer pesadamente sobre la madera áspera y ocultó la cara entre las manos; entre sus dedos se escapaban algunos sollozos mientras intentaba controlar el miedo que circulaba por sus venas y hacía que su corazón latiera erráticamente. Harry le echó un vistazo con expresión indescifrable, pero no abandonó su puesto de vigilancia junto a la ventana.

Louis apartó las manos de su rostro y se examinó los brazos.

Incluso en la penumbra, vio que tenía toda la piel cruzada por arañazos. Algunos apenas lo habían rozado, pero otros eran cortes más profundos, de los que rezumaban gotitas de sangre. Le ardía toda la piel. Sin embargo, casi no sentía dolor, por la adrenalina que inundaba su sistema y le hacía temblar las manos.

En esa cabaña también había un hogar, y al cabo de unos minutos Harry se acercó y se agacho junto a él. No había leños y Louis no oyó encenderse ninguna cerilla, pero pronto había un fuego encendido. El movimiento de las llamas le daba a la cabaña un ambiente escalofriante, con sombras que se movían, amenazadoras, por las paredes. Louis no cuestionó la súbita  aparición del fuego, aunque no había ninguna explicación natural para ello. Había en su mente demasiados pensamientos más importantes, imposibles. Esas ideas exigian que se las escuchara. Tenía tantas preguntas que no sabía por dónde empezar.

Estuvieron así un largo rato: Harry, sereno e inmovil como una estatua, junto a la ventana; Louis, acurrucado en el banco, de vez en cuando sollozando por lo bajo a causa de los efectos tardíos de la adrenalina. Fuera no se oía nada. No sabía que habían sido esas cosas, pero parecía que por ahora se habían retirado.

Al cabo de un rato, Louis levantó la cabeza.

– Harry.

El no lo miro. Parecía estar preparándose para algo.

– Harry, mírame–. Louis espeto, hasta que por fin el giro la cabeza, lentamente y a su pesar –¿Que ha sido eso?

Intento hablar con calma, pero aún tenía la voz ronca por el llanto y se le quebró un poco. Sus ojos azules brillaban con las lágrimas que aún quedaban, pero le sostuvo la mirada como ordenándole que le dijera la verdad. Fuesen lo que fuesen esas cosas, Harry las había reconocido. Había hablado para si al decir “ya han llegado”, y sabía lo que ocurriría al soltarle el la mano.

¿Cómo lo había sabido? ¿Qué más estaba ocultandole?

Harry suspiro. Siempre había sabido que llegaría ese momento, pero había tenido la esperanza de postergarlo lo máximo posible.

"EL BARQUERO DE ALMAS" (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora