CAPÍTULO 19

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Por segunda vez, Harry salió a la superficie del agua. Levantó a Louis y apoyó la cabeza de él en su hombro, para mantenerlo por encima de las olas. El ojiazul tenía los ojos cerrados y el rostro sin vida, por dentro, Harry sentía alivio mezclado con angustia. Había tenido mucha suerte al encontrarlo en el agua oscura como la tinta, al rozar apenas con los dedos el dobladillo de sus jeans. Sin siquiera esperar a enderezarlo, lo había aferrado y había nadado hacia arriba. Pero temía que fuera demasiado tarde. ¿Sería cierto que el castaño ya no estaba? 

Ya se divisaba la costa opuesta, y Harry nadó con fuerza hacia allí. No tardó mucho en llegar, y pronto sus pies rozaron el fondo del lago al hacerse este menos profundo cerca de la orilla. 

Harry caminó con dificultad por la playa cubierta de gravilla, con el cuerpo exánime de Louis en sus brazos. Se desplomó a pocos metros del agua, cayó de rodillas y depositó a Louis con cuidado en el suelo. Lo tomó de los hombros y lo sacudió suavemente, intentando despertarlo. 

— ¡Louis! Louis, ¿me oyes? Abre los ojos—. 

El de ojos azules no respondió; se quedó inmóvil. Tenía el cabello empapado y adherido al rostro. Harry levantó cada mechón con cuidado y se lo acomodó detrás de las orejas. Se inclinó y acercó la mejilla a la boca del castaño. No lo oyó respirar. Pero lo sentía. Aún no lo había perdido. ¿Qué hago?, pensó Harry con desesperación. 

—Cálmate—, se reprendió con severidad. —Ha tragado mucha agua—. 

Lo tomó por el hombro y lo giró hasta que Louis quedó boca abajo, con el pecho sobre las rodillas de él. Con la mano plana, le golpeó la espalda para que expulsara el agua. Dio resultado. De la boca del ojiazul empezó a salir líquido, y luego Louis empezó a atragantarse y a tener arcadas, hasta que al fin vomitó una gran cantidad del agua negra y putrefacta. Luego empezó a respirar con inhalaciones ásperas, y Harry suspiró con alivio. 

🛶

Louis volvió en sí con una sensación horrible. Estaba en una posición incómoda, con el pecho aplastado contra las rodillas de Harry. Intentó incorporarse sobre sus brazos, y al darse cuenta de lo que quería, Harry lo ayudó. Con su ayuda, el ojiazul se incorporó a cuatro patas, respiró con dificultad y vomitó el resto del agua. Tenía en la boca un sabor repugnante, como si el agua hubiera estado contaminada con cosas sucias, muertas, podridas. De hecho, lo estaba, se recordó, al evocar los dientes y las manos que habían intentado arrastrarlo hacia abajo. De pronto lo invadió una mezcla de conmoción y frío, y empezó a temblar violentamente. —Ha...Harry—tartamudeó con los labios azules. —Aquí estoy —respondió él, con la voz cargada de angustia. Louis se estiró, y dos brazos fuertes lo tomaron por la cintura y lo atrajeron hacia él. El rizado lo acomodó en sus brazos y empezó a frotarle los brazos y la espalda para que entrara en calor. Louis acomodó la cabeza bajo el mentón de él, intentando acercarse lo máximo posible al calor de su cuerpo. 

"EL BARQUERO DE ALMAS" (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora