CAPÍTULO 22

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Caeli no había discutido ni había preguntado el motivo de la extraña petición de Louis. Había extendido un brazo, indicando que debían atravesar la biblioteca. El castaño vaciló, y echó un último vistazo a la página antes de seguir al ser. Antes de apartar la mirada, algo le llamó la atención. Allí, al pie de la página, había otro de esos asientos curiosos. Otra alma tachada.

Sin embargo, no tuvo tiempo para interrogar a Caeli acerca de aquellas extrañas líneas eliminadas. El ser se alejó unos metros hasta una puerta que había en una pared y que tal vez estaba allí un momento antes, o tal vez no. Louis no estaba seguro. Frunció el ceño y se frotó la frente, desorientado.

-¿Eso...? -empezó a preguntar, volviéndose hacia Caeli. El ser le sonrió, esperando el resto de la pregunta, pero Louis no la completó. En realidad, no tenía importancia. Ahora la puerta estaba allí, y debía concentrarse en lo que fuera que hubiera del otro lado. Todo era muy confuso.

-¿Por allí? -le preguntó, mirando la puerta de aspecto sólido. Era oscura, tal vez de caoba, y tenía paneles con tallas elegantes, acordes al entorno imponente. El pomo era pequeño y redondo, de bronce bruñido.

Caeli asintió. Louis espero que le abriera la puerta no era que estuviera acostumbrado a la caballerosidad, pero aparentemente ese ser estaba a cargo allí, pero Caeli no se movió. ¿Sería otra de esas cosas que tenía que hacer el mismo, como cruzar el límite del páramo? Miró a aquel ser en busca de confirmación, extendió una mano y aferró el pomo. Lo hizo girar con facilidad, y Caeli retrocedió para que pudiera abrirla de par en par. Así lo hizo el ojiazul, y tras dedicarle otro vistazo nervioso a aquel ser, cruzó la puerta y observó el entorno.

Una calle. Al instante, Louis se sintió más cómodo. Aunque los edificios no se parecían a nada que él hubiese visto: eran muy diferentes de las torres de apartamentos de arenisca roja de Glasgow. Ante él se extendía hilera tras hilera de casas de una sola planta, con césped bien cortado y macetas con flores en la parte frontal. Había vehículos, casi todos de color negro lustroso, con capós largos y curvos y unos relucientes estribos plateados a lo largo de sus laterales, estacionados en las entradas de las casas o junto al borde de la acera. Parecía una imagen de aquellas películas viejas que Joan le hacía ver a veces, cuando invitaban a cenar a alguno de sus muchos vecinos de edad avanzada. El sol partía el cielo, y en el lugar había un ambiente sereno y apacible.

Louis salió a un sendero bien pavimentado que atravesaba un jardín delantero. Oyó un chasquido suave a su espalda, y al darse la vuelta vio que se cerraba la puerta. Por lo visto, había salido de uno de los edificios: una casa con buhardilla y paredes exteriores revestidas de una madera oscura. No vio a Caeli por ninguna parte, pero Louis presintió que le bastaría con recordar la puerta para regresar al archivo.

Se demoró un segundo para memorizar la maceta con flores amarillas y anaranjadas que estaba a la derecha del único escalón, y el número nueve en bronce, clavado justo en el centro de la puerta, encima de un buzón angosto. Seguro de que podría volver a encontrar la casa, se volvió nuevamente hacia la calle. Se oía un sonido metálico que se esforzó por reconocer. Tenía un cierto silbido de fondo, pero alcanzó a distinguir una melodía. Era como escuchar una radio que estaba un poco fuera de sintonía. Se encaminó hacia el sonido, avanzando entre los automóviles, hasta que llegó a un par de piernas que sobresalían debajo de un vehículo negro reluciente. Allí el sonido era más fuerte, y Louis vio que había estado en lo cierto: sobre el coche había una radio antigua, de las que habría usado su abuela. Uno de los pies se movía al compás de la música, una vieja canción que el castaño no reconoció.

Se preguntó si tal vez acababa de encontrar a Jonas.

-¿Hola? llamó, al tiempo que se inclinaba ligeramente para espiar debajo del coche. No llegó a ver mucho, solo más de las piernas. El pie dejó de moverse. Un segundo después, hubo un sonido de arrastre y las piernas se estiraron, luego apareció el cuerpo, y por último, un rostro grasiento. Louis esperó mientras el hombre se ponía de pie.

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⏰ Última actualización: Dec 05, 2023 ⏰

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"EL BARQUERO DE ALMAS" (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora