Diría que he vivido pero es mentira, mi mente ha vivido. Ella ha disfrutado recreándose en una vaga ilusión que se hizo cada vez más y más fuerte. Me advertían de los peligros de usarlo... pero..
¿Acaso quién no lo hubiese hecho en mi lugar?
Estab...
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Lindsey
Salgo de casa tras escuchar lo que me imaginaba, todo está saliendo a mi favor por primera vez en mi vida, por primera vez puedo decir que la vida me está haciendo sonreír, pero sonreír de verdad.
Ignoro lo último que me dijo esa persona y salgo sin prestarle atención a los gritos de Jacob y Felix. Me monto en el primer automóvil que veo en el garaje y salgo pitando de casa. Lo extraño y mucho.
Llevamos cuatro años de compromiso. Lo amo, amo como me mira, como me trata, como me siento con él. Amo la persona que es él realmente, que siempre me ha dejado ver. Él ha sido lo único bueno que he tenido prácticamente toda mi vida.
No me puedo quejar porque nunca me faltó nada y mis padres se ocuparon de eso siempre, pero lo material no llena los vacíos que tiene las personas como yo. Pero justo ahí estuvo siempre él. Mi luz, mi cura, mi felicidad, mi todo.
Hoy cumplimos cinco años, es nuestro aniversario y estoy loca por ver como reacciona cuando me vea así, frente a frente, cara a cara, pero en verdad estoy muy nerviosa.
Se me viene a la mente lo que me dijo esa persona:
«Lindsey, no dejes que tus pensamientos te ganen, este es el mundo real, no lo confundas con ese mundo que has vivido»
¿Yo? Pues soy muy impulsiva, y precisamente Lindsey no escarmienta por cabezas ajenas. Debo confesar que fui quién le propuso ser pareja.
«¿Acaso está mal?»
Hoy día las mujeres también tomamos iniciativas, y eso no lo sumo a uno de mis impulsos al contrario, para mí es luchar por lo que quiero.
¡Sé que estará feliz de verme!
—¿Tienes lo que te pedí Jule? —pregunto.
Cuando dispones de bastante dinero puedes hasta hacer caer meteoritos.
—Claro linda, ya te va —dice y escucho la notificación de mensaje entrante.
La abro y la agrego al GPS del auto y veo que no es muy lejos. Al llegar bajo del auto y miro el gran centro comercial que tengo enfrente.
¡Diossssss!
Me adentro alejando los pensamientos negativos que me envía mi mente y sigo.
¡Lo encontraré, lo encontraré!
Miro en varias direcciones y nada, tras buscar en la tercera y segunda planta del centro, no me doy por vencida. Queda la primera, entro a las tiendas y mercados, sigo buscando hasta que giro en dirección derecha mi cabeza y tras unos grandes cristales que tienen en ellos el nombre de la cafetería y lo veo sentado.
Sonrío y corro a paso apresurado ya que no tengo impedimento ahora, él aún esta de espaldas a mí. Ese chico para mí es como esas personas que a un kilómetro de ti reconocerías aunque seas miope, este de frente, de espaldas, de lado, como sea siempre lo reconoceré.
¿Ha pasado cuánto? ¿Un año?
Entro y veo que todos me observan ya que estoy agitada y sudando. Él me escanea con la mirada y de pronto se levanta.
«Sí, sí»
Deja el dinero en el mostrador y se va acercando paso a paso a mí. Me corresponde la mirada y cuando está a solo un paso de mí...
Le doy un gran abrazo y comienzo a llorar diciendo:
—¡No sabes cuán dificil fue amor! Fue muy duro todo, pero como te prometí aquí estoy —susurro pegada a su pecho, con lágrimas interminables corriéndome por todas las mejillas y sigo rápidamente—: Feliz aniversario amor.
Siento como se remueve en mis brazos y con uno me separa de él. Me mira extrañado entornando los ojos de una forma que reconozco bastante bien.
FASTIDIO.
—¿Estás bien de tu cabeza? —Me hace muecas de asco mirándome de arriba abajo—. No sé quién puñetas eres y no me interesa tampoco.
Pasa de mí y sigue su camino. Todos en la cafetería nos observan muy callados y expectantes.
—¿Te han valido tan poco los cuatro años que pasamos juntos? Porque solo me demoré un maldito año, solo doce meses y como te prometí, aquí estoy —le grito a sus espaldas con lágrimas aún cayendo, porque veo que me ignora.
Observo que cuando llega a la puerta la sostiene del mando al escuchar lo que dije, me mira otra vez y esta vez aún pero que antes.
—Te dije que no sé quien mierda eres, sin embargo también sé que estoy muy bueno para que locas como tú hagan estos papelazos. Pero párale al show, estas exagernado un poco ya —espeta torciendo los ojos hacia mí como si le hartara.
Con la misma sale del lugar.
Rompo a llorar ahora con fuerza y dolor, escucho cuchicheos y murmullos de parte de todos los demás comensales del sitio. Me siento mal, fatal, horrible, pues todos los días no te dan calabazas frente a casi treinta personas y en malas formas.
¿Entonces confundí todo? ¿Estos eran los peligros que ese experto me advirtió de tantos años hacerlo?
La vida no me sonríe, la vida me odia desde que nací. No quiero esto que tanto anhelé por años, no así, no sin él.