Cuadragésimo quinto.

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***
Midoriya se dirigió al hospital y preguntó en la recepción dónde se encontraba el médico forense. Entonces le informaron de que estaba en el subsótano.

—De acuerdo, muchas gracias.

Enseguida fue hacia unas escaleras que descendían en dirección al subsótano.

Una vez allí, el pecoso llamó a la única puerta que se encontró. Tuvo que esperar un poco para que el médico le abriera la puerta pero no le importó.

—Buenos días, Midoriya. ¿Qué te trae por aquí?—Preguntó el doctor Ectoplasm  sorprendido al verlo allí.

—Buenos días, doctor Ectoplasm.—Disculpe la intromisión pero quiero hablar acerca de un asunto importante con usted.

El médico no tenía ni idea de qué podría necesitar Izuku de él mas le permitió entrar en la sala de autopsias para hablar.

—Disculpa mi poca hospitalidad pero sólo puedo ofrecerte este taburete para que te sientes.

—No pasa nada, de todos modos, no quiero robarle mucho tiempo.—Dijo tomando asiento.

—Está bien.—Entonces dime, ¿qué es lo que quieres de mí?

—Quiero saber cuál era exactamente la enfermedad de Toshinori-san.

—Oh, entiendo.—Él no te contó nada.

—Así es, nunca me lo dijo y tengo derecho a saberlo.

—No tengo ningún problema en enseñarte su historial médico y autopsia, sólo espera un momento.

—Sí, puedo esperar.

El médico forense se dispuso entonces a revisar entre los archivadores y, en cuestión de minutos, encontró la documentación de Yagi.

—Aquí tienes.

—Gracias, doctor.

Izuku comenzó a leer la documentación, en el transcurso de la lectura; la expresión pasó por varias etapas: Al principio estaba serio, luego horrorizado y, finalmente; triste pero a la vez aliviado al saber que ese hombre al que había considerado su padre no había sido víctima de una maldición de grado IV pero sí de un agresivo cáncer de estómago. Lo cual tampoco era bueno.

—Ya lo he leído todo.—Le agradezco una vez más que me haya mostrado esto.

—No es nada, trato de ayudar en lo que puedo.

El exfantasma se despidió de él y se apresuró a salir para irse a la farmacia.

***

En el bosque, Katsuki estaba por iniciar su prueba de habilidad en la caza transformado en lobo y portando una bolsa de tela que portaba en su cuello.

"¡Esto va a ser pan comido!"—Pensó confiado.

Agudizó sus sentidos al máximo y se esforzó hasta que localizó varios conejos.

"Finalmente."

Se acercó sigilosamente a ellos, evitando que éstos pudieran sentir su presencia. Cuando estuvo a una distancia relativamente cercana, se abalanzó sobre ellos y pudo cazar a tres de ellos, que guardó en su bolsa. Luego fue a por más presas y acabó obteniendo cuatro conejos, dos liebres, una perdiz y una golondrina.

"He superado la prueba."—Pensó orgulloso volviendo al punto de encuentro en el que debían ir todos los jóvenes licántropos para comprobar si eran buenos cazadores.

Bakugou había sido uno de los primeros en llegar y tuvo que esperar a los que quedaban por volver, momento en el que todos volverían a su forma humana.

—Un buena caza.—Bien hecho, Bakugou.—Dijo Aizawa para luego revisar la caza del resto de alumnos.

El rubio se sintió orgulloso por el buen resultado y luego fue con sus amigos, los cuales habían sido también calificados.

—¡Bien! ¡Todos aprobamos!—Exclamó Mina feliz.

—Obvio. Cualquier idiota debería ser capaz de cazar mínimo dos animales.

—Pues parece que no todos pueden decir lo mismo.—Dijo Hanta mirando en dirección a Mineta y a Shinsou. 

Al escuchar a Sero mencionar esos apellidos, el resto de amigos también los miraron.

—Shinsou, Mineta. ¿Por qué no habéis sido capaces de caza nada?—Esto no es propio de vosotros.—Dijo el profesor.

—¡Es que hay chicas que olían a celo y me distraje!

Al mayor ni siquiera le sorprendió su respuesta, sin embargo, eso no lo salvó de ser regañado.

—Mineta, debes aprender a controlar tus instintos más primarios.

—Sí, profesor Aizawa.

Después, Shota centró su atención en Shinsou.

—En cuanto a ti, ¿qué te ha pasado?

—¡Ha sido por culpa de Bakugou!—¡Él está soltando feromonas muy atrayentes!—Se defendió el de cabello índigo.

Katsuki no pudo evitar enfadarse y fue hacia su compañero.

—¡¿Qué mierda te pasa?!—¡Yo no tengo la maldita culpa de que seas un jodido calenturiento!

—¡Tienes la culpa por no controlar tus feromonas!

Aizawa no iba a dejar que se agredieran, así que los inmovilizó gracias a unas cintas blancas y fuertes.

—¡Suficiente!—A partir de ahora no os acercaréis el uno a otro a menos de 100 metros, ¿entendido?

—Sí, profesor Aizawa.

—Bien.—Ahora vete, Shinsou. Yo hablaré con Bakugou.

El licántropo de cabello índigo asintió y el de cabello rubio cenizo se indignó.

—¡¿Por qué me tengo que quedar yo?!—¡No tengo la culpa de que sea un puto inútil!

—Tranquilo, no te voy a regañar ni a castigar por ello.—Sólo quiero hablar contigo, ¿de acuerdo?

Sabiendo esto, Bakugou se relajó.

—Ahora, ven conmigo.

Katsuki lo siguió, curioso por lo que su profesor tendría que decirle.

***

Notas finales: ¡Hasta aquí por hoy!

¡Espero que os haya gustado!



Un fantasma vs Un dragón.[Dekukatsu/Kiribaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora