1 de diciembre.

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 Hoy lo he vuelto a hacer. Y me he vuelto a sentir culpable.

 Se podría decir que todo empezó en la noche de ayer. Cuando fui a aquella fiesta. Era la primera vez que iba a una fiesta para mayores de edad, con alcohol y drogas. Muchos se balanceaban, pero la mayoría se encontraba bien, porque las bebidas salían muy caras. La gente estaba toda amontonada, y las luces parpadeantes me dificultaban a la hora de reconocer los rostros de las personas que me rodeaban. La marea de gente te llevaba hacia cualquier lugar menos donde te querías dirigir. Como si estuvieses estancado en el medio de un océano, empapada, e intentando agarrarte a alguna madera flotante para no hundirte. Entonces se me acercó un chico, que pude reconocer como un estudiante de Rawsen. Estaba borracho, se notaba, pero se seguía acercando, y la marea no me dejaba alejarme como yo quería. Entonces me agarró por la cintura. No llegó a decirme nada, porque apareció él, y logré escuchar como le susurraba al oído mientras lo apartaba de mí "Con mi amiga no te metas" y se alejaba.

Su nombre era Erwin. Se podría decir que era el chico de mi amiga Abigail. Ella estaba enamorada de él desde que nos lo encontramos en el micro una tarde de otoño. Se habían empezado a hablar por chat y estaba emocionada con él. Ella no había podido venir a la fiesta, ya que su madre era muy estricta y la tenía anclada en su casa como un pez dentro de un estanque diminuto. Rodeada algas de plástico y piedritas para pecera.

Abigail sabía que Erwin iba a estar en la fiesta, y me pidió que me asegurase de que él no estuviese con ninguna otra chica. Eso me hizo pensar que tal vez, Abbi vivió tanto tiempo anclada dentro de una pecera, que ahora espera anclar a los demás. No sé, sentí algo de lástima por el chico.

Seguí bailando, a veces con mis amigas, a veces sola, e incluso con desconocidos. Habían unos chicos de Rawsen que no paraban de mirarme, y me gustaba.

Me gustaba saber que le interesaba a alguien. Me hacía sentir especial. Me hacía sentir superior. Y eso me transmitía calma. Entonces solo me dedicaba a balancear las caderas de un lado a otro, disfrutando de la música al máximo, y cantando las canciones que más me gustaban. Hasta que volví donde mis amigas. En el camino me encontré a un viejo amigo, que había conocido por chat tiempo atrás, y volví a balancear las caderas para provocarlo. Y volví a notar su mirada en mí. Y me volví a sentir superior.

Me gustaba sentir que lo tenía todo controlado.

Me quedé un rato charlando sobre la música con mis amigas, hasta que se acercó otro chico de Rawsen que me había estado mirando fijamente mientras balanceaba las caderas. Tenía ojos achinados y celestes, pelo marrón, y era una cabeza más alto que yo.

-¿No quieres acompañarme allí?- me dijo mientras señalaba al mar de gente con la cabeza.

No le respondí, sabía qué era lo que quería, así que solo le agarré de la mano y lo dirigí hacia el centro de la pista. En el medio del camino me crucé con ese viejo amigo y le guiñé el ojo. Él sonrió.

Entonces frené, y el chico de ojos achinados y celestes no tardó en abalanzarse sobre mí. Y me besó. Y le besé. Pero me resultó demasiado bizarro, así que corté el beso y le dije que tenía que volver con mis amigas. Todavía sentía el sabor a la pasta dental dentro de mi boca, y cuando una amiga me preguntó qué había ido a hacer con ese chico, la miré y le dije mientras rodaba los ojos en tono sarcástico: -Fue a presentarme al de seguridad, que quería tener una noche caliente conmigo pero no podía venir a decírmelo él porque es casado y está trabajando-

Entonces mi amiga entendió la indirecta y se calló.

Después del beso con aquel chico no podía evitar las repeticiones de aquella escena, había sido tan bizarro que se me habían quitado las ganas de seguir bailando. Y cuando me dí la vuelta, Erwin me estaba mirando. Y me sentí diminuta. Como un pequeño pez anclado en una pecera con algas de plástico y piedritas para pecera. Hasta que mi viejo amigo me agarró las muñecas desde atrás, y empezó a hacer como que aplaudía con mis palmas al ritmo de la música. Y después me fui a la casa de una amiga a dormir. Y luego, segundos antes de caer dormida, me pregunté cómo se habría sentido besar a aquel viejo amigo en vez de al chico de Rawsen con ojos achinados.

Y oh Dios.

Jules.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora