Volví del viaje cansada y algo triste. Todo había pasado demasiado rápido.
Tenía la sensación de que las cosas buenas siempre acaban demasiado rápido. Pero igualmente no me arrepiento. Estoy de acuerdo con que sea así, porque si las cosas buenas fuesen infinitas, no sabríamos apreciarlas. Porque siempre estarían allí, y nosotros no deberíamos esforzarnos por conseguirlas. Y así la cosa no tendría gracia. A veces uno no quiere hacer más que aplazar eso bueno que nos está ocurriendo. Pero no debería ser así. En fin, volví cansada y con muchas muchas ganas de hablar sobre todo lo que había vivido con alguien que no fuera mi hermana.
Y así fue como terminé en la casa de Laurel.
Hace tiempo que descubrimos que éramos la mitad del cerebro que nos faltaba. Y era una persona genial. Incluso más que Nathan. No éramos del tipo de amigas que se dan consejos y se apoyan en situaciones difíciles. No estábamos la una abrazada a la otra consolándonos. Simplemente nos dignábamos a vivir esa vida cuando podríamos estar haciendo algo mucho más genial. Y si alguien nos hacía sentir mal, nos limitábamos a cantar canciones inventadas por nosotras sobre lo patético de esa persona. Y si alguien mandaba a la mierda a una, la otra la acompañaba y ya. Era una relación algo rara.
Pero la quería demasiado.
Llegué a su casa y le dí uno de esos abrazos de "tengo mucho que contarte y poco tiempo para hacerlo, así que empecemos ya". Y como es mi medio cerebro, lo comprendió enseguida.
-Ya. Mismo. Me. Cuentas.
Sonreí de lado -Como la señora ordene.
Me descalcé y me tiré boca abajo sobre su cama, con mi cabeza sostenida por mis manos.
-¿Demasiado aburrido el viaje? -preguntó.
-Ya sabes, lo de siempre, abuela discutiendo, abuelo enojado, abuela sin más personas a las que echarles la culpa de su desgracia, abuelo mandándola al carajo. En fin, lo de siempre.
-¿Y tus primos?
-Bien, los extrañaba demasiado.
-¿Y los amigos de tus primos? -Sonrió de lado. A eso era a lo que quería llegar.
Sonreí e inmediatamente tapé mi cara con una almohada. Había cosas con las que era demasiado vergonzosa. Laurel se empezó a reír y yo a ponerme roja.
-¿Cómo se llama? -preguntó.
-Ya, ya, ve un poco más despacio -dije yo-, que total te lo terminaré contando todo.
Sonrió y se sentó a mi lado, esperando a que yo empezase a hablar.
Le conté todo. O bueno, casi todo. Habían cosas que simplemente no podía describir con palabras. Sensaciones, sonrisas, sentimientos, roces. Labios correteando por un camino desconocido. Miradas ansiosas de descubrir mundos nuevos y manos entusiasmadas por empezar a jugar un juego donde no existían las reglas. La perfección en cada una de sus imperfecciones y el nosotros que emanábamos de nuestras sonrisas.
Y recordarlo me hizo feliz. Pero al mismo tiempo, sabía que no lo volvería a ver. Aunque guardaba una pequeña esperanza. (La esperanza siempre está allí, pero somos nosotros los que decidimos si utilizarla o no). Entonces también me puse triste.
No lo sé, ese chico estaba dando vuelta todo dentro de mí.
**********************************************
Laurel, oh Laurel.
Tan misteriosa.
Tan blanca.
Laurel, oh laurel, sé tan poco sobre tí que asusta.
-inconexa.

ESTÁS LEYENDO
Jules.
Random✩ella decidió romperse y repartirse entre extraños. [tal vez tú seas uno de ellos] ✩ dicen que Jules puede bailar con las estrellas. • • • {actualizaciones irregulares} {puedes pasarte a leer un rato}