Capítulo 15: Sospechas

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Gabriela

—¡no la mires! —Atenea se acercó a paso veloz y le tapó los ojos a Daren—. ¡No sabes que es de mala suerte ver a la novia antes de la boda!

La pobre mujer estaba a punto de sufrir un colapso nervioso, nadie se esperaba que el novio llegaría justo en el momento en que estuviera con el vestido elegido. A mí no me importaba en lo más mínimo, después de todo, el matrimonio no era real y sin importar lo que pasara, nos terminaríamos divorciando.

—Madre, esas son supersticiones tuyas —dijo apartando las manos de su madre que lo miraba con desaprobación—. Tranquila, no habrá nada que me separe de Gabi, es la mujer que escogí como esposa y la futura madre de mis hijos.

Me costó trabajo contener la risa. Daren debería haber sido actor, lo hacía muy bien.

—cada día deseo más casarme contigo —respondí dándole fuerza a la afirmación anterior, todos debían convencerse de nuestro amor.

—no falta mucho para que llegue el día, solo dos semanas más y serás mía. 

Una parte de mí se siente satisfecha al ver lo cariñoso que se porta conmigo en frente de Teresa. Me llenaba de satisfacción ver la rabia de la pelirroja.

—Con todo lo de la boda y el trabajo me había olvidado de entregarte esto —Daren extendió una tarjeta dorada con mi nombre—. No quiero que te limites con nada.

—¿puedo comprar lo que yo quiera?

—todo lo que quieras.

Con maldad sonreí y me aferré al plástico, no gastaría ni un solo peso de esa tarjeta, no quería deberle más de lo que ya le debía.

—se nota que el amor te ha cambiado Daren, conmigo jamás tuviste esas atenciones.

El silencio reinó entre Daren y yo al oír semejante comentario fuera de lugar. Teresa se sentó cruzada de piernas y sutilmente levantó el vestido, dejando ver un poco más de lo permitido.

Si esto fuera real, ya la habría matado por seducir a mi hombre tan descaradamente.

El ambiente alegre comenzaba a transformarse en uno muy turbio y a pesar de los evidentes intentos de Teresa por llamar la atención de Daren, él no la miró. 

—no es solo amor ciego lo que me hace tener esos detalles con mi futura esposa, sino la confianza que se ha ganado —respondió Daren alejándome de aquel mal ambiente, y me llevó a unos pasos de mi suegra, Bridget y Abi que miraban lencería entre risas.

—no la tomes en cuenta, sigue disfrutándolo —susurró en mi oído. Mi piel se volvió granito con el tono vibrante de su voz tan cerca de mi cuello.

—¿va a ir a la boda?

Daren asintió y me acomodó un mechón que se había salido del peinado.
—por desgracia mamá la invitó.

—¿tu madre sabe lo que te hizo?

Necesitaba entender como es que su madre parecía más de lado de la mujer que lastimó a su hijo.

—no, nunca se lo dije. Ella solo sabe que lo nuestro dejó de funcionar

Daren era un tonto, permitió que aquella mujer quedara como una blanca paloma herida.

—entonces dejemos que disfrute del espectáculo.

—qué mala, señora De Villiers —sonrió—. Me voy para que escojas la lencería, espero que sea igual de linda que la negra que llevabas el otro día.

Él había dicho que yo era mala, pero Daren abrió la boca sabiendo que Teresa venía a unos pasos, y había escuchado perfectamente lo último. El rostro desfigurado con el que nos observaba lo confirmaba, su rabia era tan evidente que se fue hecha una furia donde la asesora que traía más vestidos para ella.

Hasta que el contrato nos separeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora